
Julia Gutiérrez
Miembro de la ELP y AMP
Llamado a la cartelización.
Es ya una tradición que retomó Ana Lía Gana y continuaron Blanca Cervera y Graciela Sobral con la anterior Comisión del Cártel de la Sede de Madrid de la ELP. Con la Comisión pensamos continuar porque es un funcionamiento con efectos que consideramos interesantes. Se producen carteles. ¿Y por qué queremos que se formen carteles?
En la teoría, el Cártel es la forma que Lacan propone como forma de trabajo desde el principio hasta el final, desde el “Acta de fundación” al momento de disolución de su escuela por las dificultades de su propuesta del Pase.
Repetimos una y otra vez la definición, muy simple: 4+1 y tiempo limitado, y damos vueltas sobre los muchos temas que se abren a pensar. Por nombrar algunos:
- La diferencia, si la hay, del cártel y el grupo y cómo el cártel podría escapar a lo planteado por Freud en Psicología de las Masas.
- La transferencia de trabajo en juego.
- El más uno y sus funciones.
- La inscripción y el cierre.
- Los productos y sus destinos.
- El tipo de saber en juego.
- Los síntomas que necesariamente se producen.
- Finalmente, siempre, sobre la Escuela planteada por Lacan.
Sobre cada uno de estos temas han corrido ríos de tinta y seguirán corriendo, porque no se cierran, se producen cada vez, en cada cartel.
Y de eso se trata, porque esa fórmula mínima (4+1 y tiempo limitado) fundamentalmente se presta a una experiencia que se produce cada vez. Una experiencia, decimos, de Escuela y esta nos pareció la mejor manera de volver a acercarnos a ella, de transmitir de lo que se trata e invitar a hacer la experiencia. En los cárteles pasan cosas, una forma de trabajo y de formación con efectos: se producen encuentros, efectos de formación, efectos analíticos. De esto nos van a hablar las compañeras, las tres se han incorporado a la comisión de carteles y accedieron a la propuesta de que fueran ellas las que nos contaran por qué.
Entonces, para esta reunión proponemos dos partes:
- primero escuchemos a las compañeras y conversamos un poco
- después compartimos intereses a ver qué pasa.
Temas: La AMP es una comunidad de trabajo, cada encuentro se puede tomar como un tema para trabajar con otros:
- Jornadas de la ELP: Lo que hablar quiere decir
- Congreso de la AMP: Todo el mundo es loco
- Textos Fundamentales de la Escuela
Julia Gutiérrez
Julieta Miguelez
Socia de la sede de Madis de la ELP
El cártel una vía de entrada a la Escuela, ¿pero para qué?
Cuando mis compañeros de la comisión me propusieron participar en este encuentro de cartelización y me puse a pensar en lo que iba escribir, por un lado, lo que me vino a la cabeza fue esta frase tan usada, “El cartel es una vía de entrada a la escuela”. Pero a la vez se me imponía una pregunta, ¿para qué?, ¿para qué se querría entrar a la Escuela?
En psicoanálisis, muchas veces nos pasa (o al menos a mí me pasa) que hay frases que repetimos sin llegar a comprender del todo de qué se tratan, y pensé que esta frase acerca del cártel podría ser también una de ellas, y que para poder decir algo tendría que investigar, tendría que ponerme a leer.
Pero este título no termina allí, no termina en esta frase, luego viene una pregunta. Poder responderla es ya de otra índole.
Fue así que me encontré con que para poder decir algo, tendría que separar este título en dos partes y que, aunque en mi cabeza fuese una sola cosa, primero tendría que pensarlo por separado.
El cártel y la escuela
En un principio, mientras pensaba en qué escribir, el primer impulso fue buscar textos que explicaran un poco el lugar del cártel en la escuela. Como sabemos, de esos hay muchísimos, imposible referirse de todos. Así que decidí centrarme en el más importante: el “Acto de Fundación”, donde Lacan funda La Escuela e instaura al cártel como el modo en que en ella se va a trabajar.
Así, La Escuela y el cártel nacen al mismo tiempo.
Respecto de esto, dirá Miller en su texto “La escuela al revés”: “Una lectura atenta del Acto de Fundación no debería dejar ninguna duda: en la intención de Lacan, el trabajo de la Escuela -“restaurar la verdad…, devolver a la práctica … en el deber…denunciar las desviaciones y los compromisos…”- pasaba por el cártel. Por el cártel, es decir: no por los seminarios, ni por los cursos, o las conferencias, o los coloquios. Nada de esto: el cártel”.[i]
Retomando a Lacan, el cártel será entonces “un órgano base de La Escuela”[ii], y allí podríamos agregar también, uno de sus pilares.
Hasta aquí, la importancia que el cártel tiene en La Escuela.
Pero ¿qué es un cártel? ¿cómo funciona? Seguramente quienes están aquí ya tienen una idea de qué se trata, pero como nunca se sabe, me gustaría decir algunas palabras al respecto. Y qué mejor para esto, que seguir a Lacan.
Remitámonos nuevamente al “Acto de Fundación”. Lacan dirá “Para la ejecución del trabajo adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo (…) Cada pequeño grupo se compondrá de tres personas como mínimo, de cinco como máximo, cuatro es la justa medida”[iii]. Aunque ya veremos que este grupo, no es cualquier grupo.
Siguiendo esta línea y en consonancia con El “Acto de fundación”, nos encontramos con otro texto “Décolaje o despegue de La Escuela”, en éste dirá: “La conjunción de los cuatro se efectúa en torno de un Mas-Uno que, si bien es cualquiera, debe ser alguien. A su cargo estará velar por los efectos internos de la empresa y provocar su elaboración”[iv].
El Mas-Uno es entonces un líder, pero tampoco es cualquier líder. Para poder pensar esto me gustaría echar mano a lo que dice Miller, que como siempre, o casi siempre, nos aclara un poco más las cosas. Él dirá que “El Mas-Uno es un líder modesto, un líder pobre. El agalma que lo soporta es no-denso”[v]. ¿Y esto qué quiere decir?, que el Mas-Uno, es a la vez Uno-Mas, uno al que también le toca trabajar, pero no en posición de amo, de aquel que ostenta un saber, sino como nos lo señala Lacan, siendo aquel que provocará la elaboración.
Esto nos remite indefectiblemente a la idea de que, en el cártel, entonces, se trabaja. Miller dirá retomando a Lacan que el cartel es “el medio para ejecutar el trabajo”[vi]. A lo que podríamos agregar, el trabajo en la escuela.
Pero no se trabaja de cualquier manera.
Cada uno de sus miembros elige un rasgo, el propio que querrá trabajar. No habrá entonces un solo producto de este trabajo, sino que, de haber un producto, éste correrá por cuenta de cada uno de sus miembros, incluyendo al Más-Uno. Y será un producto propio, individual y orientado por aquello que lo concierne en relación a la experiencia del trabajo realizado.
Por último, pero no menos importante, el cártel tiene un principio y tiene un fin; su tiempo de duración es limitado. Con esto se evita lo que Lacan llamó el “pegoteo”[vii], y que sería según sus propias palabras “…desligarse antes de quedar tan pegado, que ya no pueda salirse”[viii]. Por eso es que cártel y grupo en realidad nunca son lo mismo: en la Escuela la lógica siempre es del uno por uno.
Cártel y Escuela son inseparables. No podría existir el uno sin la otra, y a la inversa, y es por eso que adentrarse en el trabajo del cártel indefectiblemente nos lleva a adentrarnos en La Escuela, en un principio seguramente no como un miembro, ese es un trabajo que lleva cierto tiempo, pero sí nos introduce en la órbita del deseo.
Del deseo de querer ser parte de algo, de querer estar allí y de trabajar con otros que comparten este mismo deseo.
Compartirlo, sin embargo, no implica que éste sea el mismo, en psicoanálisis siempre se trata del uno por uno. Este deseo es para cada quien el suyo propio y deberá ser enunciado con las propias palabras.
Buscado una brújula
Viene entonces la segunda parte, la pregunta. Para qué se querría ser parte de la escuela.
Aquí no hay texto de referencia que valga. Esto solo puede enunciarse en primera persona, apelando a las propias palabras, y que en este caso serán las mías. Este es el punto en el que el deseo de cada uno entra en juego.
Para quienes tuvimos la fortuna de formarnos en una universidad en la que el psicoanálisis era el eje teórico (al menos esto fue una suerte para mí), terminar la carrera nos ponía de cara a nuestra práctica con la idea de que lo que allí sucedería sería psicoanálisis y, por consiguiente, nosotros seríamos analistas. ¡Pues esto no es así! y a veces no es tan fácil darse cuenta. Mis primeros años de práctica, debo confesar que unos cuantos, fueron en esta línea. Sin embargo, algo extraño pasaba cuando me preguntaban a qué me dedicaba, me resultaba muy difícil nombrarme como analista, en general decía psicóloga. A decir eso sí estaba habilitada, lo decía mi diploma, ¡hasta tenía mi número de matrícula profesional! Pero por alguna razón, que, por supuesto en ese momento desconocía, lo de analista se me complicaba un poco más, ahí mis credenciales no me servían para nada.
Era un tiempo en el que, si bien me gustaba lo que hacía, algo no me terminaba de cerrar, algo de la soledad se me imponía todo el tiempo y se me colaba en la escucha a mis pacientes. Escuchaba, pero no sabía ni que, ni como, ni hacia donde y por más que estudiaba, tomaba cursos y seminarios diversos, no podía orientarme. Me faltaba una brújula, pero no tenía ni la menor idea cuál.
Me tomó mucho tiempo entender qué era esto que me pasaba, tiempo en el que viví en muchos lugares y hasta dejé de ejercer mi profesión, la de psicóloga.
Entonces supe que tenía que encontrar un lugar nuevo, uno que fuera para mí.
Una búsqueda que comenzó primero por un nuevo lugar en donde vivir, pero además uno
donde volver a reencontrarme con aquello que tanto me gustaba, el psicoanálisis y que había abandonado, aunque nunca del todo, porque siempre fue parte de mi deseo. Este deseo es el que me trajo aquí, a Madrid, decisión que ocurrió casualmente luego de comenzar mi primer análisis con orientación lacaniana, un análisis orientado por La Escuela, la de Lacan.
Una de las primeras cosas que hice apenas llegué fue apuntarme en Fundamentos, quería empezar otra vez, empezar desde el principio. Me costó bastante entender que NUCEP y La Escuela no eran lo mismo y fue entonces que el cártel cumplió un papel fundamental.
Se me ocurrió casi de casualidad participar de una reunión como esta, una reunión de cartelización, a la que asistí solo para ver “qué onda”, no tenía mucha idea de qué era un cartel, ni mucho menos planeaba ser parte de uno. Pero como siempre “el hombre propone y dios dispone” aunque en este caso el que dispuso fue el psicoanálisis o más bien mi deseo orientado hacia allí. De esa reunión resultó mi primer cartel, que además tenía un tema muy particular, trabajar los testimonios de los AE, los testimonios de aquellos que luego de transitar su análisis se habían convertido en Analistas de la Escuela.
Eso que empezó ese día, no paró nunca más. Vinieron más carteles, las actividades que organizaba la comisión, las jornadas donde pude escuchar muchos productos de otros colegas.
Pero lo más importante es que fue a través del cártel, de participar como miembro de un cártel que pude entender de que se trataba La Escuela y de como se trabaja allí. De que aprender iba más allá de escuchar lo que los otros dicen.
En La Escuela se aprende trabajando, pero no de cualquier forma, trabajando con la forma del cártel. Y este es un trabajo distinto a todos, un trabajo orientado siempre en la dirección del deseo, del de cada uno, pero que no impide poder hacer con otros.
Esto fue revelador, porque finalmente entendí eso que me pasaba, entendí por qué me costaba tanto poder nombrarme a mí misma como analista, al menos una analista en formación y fundamentalmente por qué me sentía tan sola y desorientada en mi propia práctica.
Y así surgió la idea, solicité ser socia de la sede de Madrid y entonces empezar a trabajar en La Escuela, empezar a formar parte de ella, en principio desde este lugar, que es para mí lo posible en este momento.
Ahora la idea de aprender tiene un significado diferente, no solamente se trata de escuchar sino también es poder trabajar en espacios que desde diversos lugares me sirven para orientar mi práctica, mi escucha. Un trabajo en transferencia en el que estamos juntos, pero no pegoteados. Dónde cada quién es responsable de lo más importante, su propio deseo, que será lo que finalmente lo oriente, pero que a la vez también se encuentra con los otros, porque no hay deseo sin Otro.
Así, al deseo de ser analista, se sumó el de hacer Escuela. Un deseo que al ser compartido constituye esta fuerza, este empuje para hacer avanzar al psicoanálisis.
La Escuela es ahora esa brújula que tanto buscaba, y fue el cártel lo que finalmente me abrió la puerta para encontrarla.
Julieta Miguelez
[i] Miller, J-A. “La Escuela al revés”. http://www.cdpvelp.org/images/J.-A.%20Miller%20La%20escuela%20al%20revés.pdf
[ii] Lacan, J. “Decolaje o despegue de la Escuela”. https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=159&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
[iii] Lacan, J. “Acto de fundación”. Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, p 247.
[iv Lacan, J. “Decolaje o despegue de la escuela”
[v] Miller, J-A. “El cartel en el mundo”. https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateImpresion.asp?intPublicacion=10&intEdicion=3&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=293&intIdiomaArticulo=1
[vi] Miller, J-A. “El cartel en el mundo”
[vii] Lacan, J. “El señor A”. https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=160&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
[viii] Lacan, J. “El señor A”

Luisella Rossi
Miembro de La ELP y AMP
Mi experiencia en el dispositivo del cártel.
¿Qué me llamó al trabajo en el cártel? ¿Qué me causó?
Ya había transcurrido un tiempo de mi relación con el psicoanálisis, un tiempo cronológico, cuando surgió mi interés por el cártel. Mi llegada al psicoanálisis estuvo articulada a otra cuestión, no fue el cártel lo que me conectó, pero -y esto pude cernirlo en la última reunión de la comisión-, me reconectó, ya que las elaboraciones surgidas en el trabajo del cártel van renovando la relación al saber analítico.
Me incorporé al trabajo en este dispositivo en dos momentos diferentes que relaciono a mi práctica clínica y a mi experiencia como analizante.
En el primer cártel participé aceptando, – no sin división-, la propuesta de una compañera. Trabajamos acerca de la melancolía, cada cartelizante escogió un rasgo. Justamente, era un momento en el que desde la clínica me interrogaban ciertas manifestaciones en sujetos melancólicos. Que mejor ocasión para intentar, de la mano de estas preguntas, encontrar otras avanzando en el saber analítico.
Esta experiencia me llevó, principalmente, a un nuevo recorrido por los textos de Freud.
Además era la primera experiencia como cartelizante que me abrió las puertas de un dispositivo por el que no había pasado hasta ese momento, para trabajar sola, pero con otros. Dispositivo que nace con la Escuela, tal como lo podemos leer en el Acta de Fundación de J. Lacan de 1964.
El trabajo en este cártel duró 2 años al cabo de los cuales los cartelizantes nos separamos.
El cártel en el que actualmente trabajo, surgió de otra manera.
Es cierto que pensaba en ocasiones en volver al cártel, esperando que un tema me causara. Surgió de mi análisis.
En el momento en que irrumpe el deseo de demandar la entrada a la Escuela, me sorprenden y me interrogan los sueños que aparecen en ese contexto, sueños que no puedo dejar de escribir. ¿Porqué no investigarlo en el cártel?
Esta segunda vez todo tomó más tiempo.
Estábamos saliendo del confinamiento, aún en la Escuela las actividades eran mixtas, aún pocas presenciales cosas que dificultaba los encuentros, las conversaciones. A través de una actividad por pantalla encontré compañeros interesados y acordamos una reunión online para hablar acerca del tema. No fue posible.
En breve coincido con una colega que también está interesada en investigar acerca de los sueños.
Pero ni por la vía del “busca cárteles” de la ELP, ni por la difusión de nuestro interés, no se movía nada, Pasó un año y medio aproximadamente cuando decidimos acudir a la convocatoria de Llamado a la cartelización en nuestra Sede de Madrid y tres compañeras interesadas se incorporaron. Ya estaba, solo faltaba el “más uno”.
Estamos trabajando, cada uno, y uno de los efectos que se han producido es el de mi deseo de entrar en la Comisión del cártel, por eso estoy hoy aquí.
Luisella Rossi.
Clara Urbano Molina
Socia de la sede de Madrid de la ELP.
Un hacer con
Doy gracias a Joaquín Caretti y Julia Gutiérrez por invitarme, y a todo el equipo de la Comisión del Cártel, porque su llamado me ha puesto a trabajar; obligándome a reunir algunos de los puntos que “me trajeron” hasta aquí. Ese movimiento de vista atrás, a veces, se descubre útil; por indicar algo de la forma de un deseo; es après coup que se sabe algo de lo hecho, lo dicho y sus efectos.
Cuando empezamos en la Comisión a hablar de lo que es el cártel para cada cual, de lo primero que dije es que para mí es “una puerta abierta”. Lo de “la puerta” es algo que se suele comentar, pero a mí se me coló ese otro significante que introduce un aspecto creo que importante (‘abierta’), porque apunta opciones y, por tanto, la posibilidad de una elección. Una puerta es un dispositivo y como tal puede abrirse, cerrarse, quedar eterna o enteramente abierta o cerrada, u oscilar, entre un estado y otro. Además, marca un determinado umbral, con un afuera y un adentro. Pero, sobre todo, una puerta es algo muy distinto al agujero al cual se debe: siendo ella la que pareciera que busca y pudiera taparlo, lo cierto es que acaba señalándolo y, marco de por medio, nos devuelve la pregunta sobre cómo se elige hacer con él.
Antes de ponerme a escribir esto lo que no recordaba sobre mi propia trayectoria es hasta qué punto el cártel ha estado ligado a mi demanda de psicoanálisis.
Fue en el momento de admisión para entrar a la Sección Clínica donde, tras un dialogo inicial, la psicoanalista que me entrevistaba me comentó que “según lo que yo buscaba” probablemente sería de mi interés entrar a formar parte de un cártel (aprovecho aquí a dar las gracias a Vilma Coccoz por aquel llamado). Salí de allí decidida a descubrir qué cosa era ésa que tenía un nombre tan curioso. Al mes siguiente de empezar en el NUCEP me estrenaba en mi primer cártel en el marco de la Sede de Madrid de la ELP.
Fue en aquel primer llamado a la cartelización donde ya se habló, como ahora, de la centralidad del cártel como “dispositivo de Escuela”, como una de las formas principales de producción de analistas. Pero no fue hasta hace poco que reparé en lo fundamental y prioritario de este mecanismo para Jaques Lacan. Fue al volver a leer el Acto de Fundación de 1964. Allí el texto abre resaltando una imprescindible relación entre trabajo y formación, de cara a poder” restaurar” y “reconquistar” “el filo cortante de la verdad” que caracteriza a “la praxis original”, “en el campo que Freud abrió” … Para esa labor lo primero que nombra es el cártel, cito textualmente:
“Para la ejecución del trabajo adoptaremos el principio de una elaboración sostenida en un pequeño grupo. Cada uno de ellos (tenemos un nombre para designar esos grupos) se compondrá de tres personas al menos, de cinco como máximo, cuatro es la medida justa. Más una encargada de la selección, de la discusión y de la salida que hay que reservar al trabajo de cada cual. Después de un cierto tiempo de funcionamiento, los elementos de un grupo verán que se les propone que permuten en otro” (J. Lacan, 1964).
Parece que ésta fuela primera referencia de Lacan al cártel, después volvió a referirlo en distintas ocasiones, e incluso habrá un momento, en el 75, donde se dé un debate sobre la función del más uno y qué tipo de relación ha de tener éste con algún tipo de liderazgo (como más uno se tratará, más bien creo yo, de incidir en los efectos que, jugando esa posición, se generan en el grupo).
Pero ¿qué es lo que se viene a hacer a un cártel? Bajo mi punto de vista, se viene a hacer con una pregunta.
A veces esa pregunta se sabe a priori, a veces después. Casi siempre nunca es lo que parece y en el camino muta, y es de esperar que el propio cartelizante mute con ella. De eso va, a mi parecer, cartelizar. De ponerte a trabajar a partir de lo que te pone a trabajar a ti y que, con suerte, encuentra una cierta formulación a modo de rasgo… Y aquí el determinante determinado ‘una’ es crucial, pues se trata de la propia, la que le duele a cada cual y, desde ese movimiento en su propio ser le convoca al encuentro…a la contingencia, a un hacer con su propio agujero.
Agarrar ese interrogante para dejar que se te escurra entre los dedos. Pero no solo de mutar se trata, es decir, de introducir una diferencia en lo que venía siendo para contigo mismo (pues eso tiene su lugar en análisis, fundamentalmente), sino de hacer esa mutación en relación al psicoanálisis y, por qué no, en relación al deseo de (hacer) Escuela, es decir, de “hacer” psicoanálisis con otroscon los que se comparte un deseo de psicoanálisis. Hacer con otros para poder hacer con uno mismo. No sin ese más uno que actualice el lugar del no-saber, la producción y el cierre”
Y hacer con este deseo de psicoanálisis bajo una fórmula concreta: vivificada por unas normas que buscan propiciar la histerización y su paso necesario al discurso analítico. Es en el contexto del cártel que se ejercita una forma de hacer en relación al saber. La Escuela lacaniana, como lugar que alienta ese deseo y esa relación, se abre a su propio agujero, poniendo y poniéndose a trabajar a partir de él. Ahí es donde entiendo el cártel como órgano de base.
Una pregunta, una demanda, contiene una decisión. Qué decisión es la que contiene, para cada cual, la llamada a cartelizar y a acercarse hasta aquí es uno por uno.
En mi caso veo una relación -ahora sí- bastante clara entre cada uno de los cárteles en los que he estado y estoy, algunas puntadas de una historia (la mía con el psicoanálisis), sobre todo si atiendo a los rasgos, los temas, y cómo estos han ido hilándose y tomando el relevo los unos a los otros…
He participado en 6 cárteles, con recorridos muy diversos. Uno ya concluso pero que no llegamos a cerrar como tal. Otro que terminamos disolviendo. Dos que no llegamos a formalizar en una primera reunión y dos últimos, el primero que discurre “con normalidad”, y un segundo, en ciernes, pendiente de inscripción. Digo he participado porque, en mi caso, todos estos momentos y movimientos han sido importantes. Creo que no me equivoco si digo que, también en el caso del cártel, hemos de hablar caso por caso, valga la redundancia. Considero, en este sentido, que no hay cártel que fracase o no funcione. Si, de alguna forma se dieron algunas de las condiciones de cártel en un inicio, entonces en cierto modo lo que de ahí salga, sea de un orden o de otro, es, también, efectos de cártel.
En último lugar quisiera compartir la importancia que ha tenido para mí el cártel como vehículo de encuentro, de nuevo en mi vida, con la escritura; ahora, desde el psicoanálisis. Este “encuentro” ha sido también del orden dedaliano del artilugio (al modo de la puerta que comentaba al inicio). Poder producir y escribir en relación a lo que me pone a trabajar, no en soledad, sino en el contexto de un grupo de cartelizantes ha sido y es para mí un espacio vivificante. No solo porque facilita hacer desde otro lado donde el superyo “se va de vacaciones” como comentábamos en la Comisión… sino porque, reitero de nuevo, se trata de hacer con otros compañeros y compañeras en la Escuela. El cártel, para mí, hace lazo, discurso psicoanalítico mediante.
…es un ofrecimiento para hacer, desde lo éxtimo, con lo propio; poniendo a prueba el deseo de psicoanálisis de cada cual, la relación al agujero propio y hacia la propia Escuela.
Clara Urbano Molina
Blanca Cervera
Miembro de la ELP y AMP.
Resonancia: El cártel, indisoluble de la Escuela
La Comisión del Espacio del Cártel de la Sede de Madrid, renovada tras la permutación, nos convocó el pasado 12 de abril a un Llamado a la cartelización. Avivando la llama del cártel, nos invitaron a leerlo, a pensarlo, incitándonos una vez más a formar nuevos cárteles.
En esta ocasión pudimos escuchar a tres colegas que con el título Experiencias del cártel, y bajo la coordinación de Julia Gutierrez, nos trajeron tres interesantes reflexiones sobre el lugar que el cártel ocupa para cada una de ellas. Julieta Miguélez, socia de la Sede, Luisella Rossi, miembro de la ELP y de la AMP, y Clara Urbano, socia de la Sede, fueron hilando su recorrido en la Escuela a partir del trabajo en cárteles. Es interesante como, partiendo de la propia experiencia, fue desplegándose con rigor la íntima relación existente entre el dispositivo del cártel y la Escuela propuesta por Lacan. Efectivamente el cártel, tal y como nos relataron, acerca a la Escuela y eso no se hace una sola vez en los comienzos. Si a la Escuela, tal y como planteaba Lacan, se entra llamando desde dentro, vía el cártel, podemos pensar que el cártel puede ser una puerta de entrada, para el que recién llega y para aquel que lleva ya un largo tiempo en ella. Trabajar en cárteles, pasar y volver a pasar por el dispositivo para que la lógica de la Escuela pueda emerger. De eso me pareció que hablaban los textos de las colegas que, sin haberlo previsto, citaron cada una el “Acto de Fundación”[1], momento en el que Lacan funda su Escuela ligándola estrechamente al cártel. Apuesta en la que persistirá hasta el final de su vida.
Las intervenciones produjeron una fecunda conversación en la sala, así como un sorprendente y grato efecto: la entusiasta acogida de los allí presentes a la posibilidad de la formación de cárteles por sorteo, a ponerse a trabajar en cárteles con colegas con los que habitualmente uno no se junta. Estupendo producto, broche de una reunión en la que una vez mas constatamos que el cártel hace Escuela.
Blanca Cervera
[1] Lacan, J. (2012) “Acto de fundación”, en Otros Escritos, Buenos Aires: Paidós