Mónica Unterberguer
Miembro de la ELP y AMP
TODO EL MUNDO ES LOCO, ES DECIR DELIRANTE– J. LACAN
El próximo Congreso Mundial se inscribe bajo el aforismo TODO EL MUNDO ES LOCO, ES DECIR, ES DELIRANTE., una frase dicha y publicada por Lacan, en Ornicar, el l0 de octubre de 1978, es decir para situarnos, después del Seminario 25.
Como ocurre cada dos años en esta reunión de la AMP, se apunta y condensa una de las finalidades más ambiciosas de la Escuela Una de Orientación Lacaniana: la de hacer avanzar al psicoanálisis.
La Escuela, definida y dicha de una forma exquisita por Lacan en su momento, a diferencia de todas las otras asociaciones, siendo una asociación. “Es una asociación de investigación para el progreso, para el futuro de la práctica.”, tal como lo recuerda JA Miller en “El nacimiento del campo Freudiano”, Mesa Redonda por zoom en la EOL, Junio 2023.
Una primera indicación a hacer a esta frase, es la que nos plantea JA Miller (Todo el Mundo es loco, p. 315), y es “¿desde dónde puede hacerse esta afirmación?”
En tanto se nos dice que es una frase brújula para orientarnos en la ultimísima enseñanza de Lacan y para guiarnos en nuestra ultimísima práctica” atravesada como sabemos, por la primacía de las teorías de lo real (id. ant), y es por lo que nos interesa tomarla para a su vez, interrogarla.
Ese aforismo, o frase nos coloca en el centro de lo más contemporáneo que atraviesa el lazo social y para las que no tenemos las respuestas acordes que den cuenta de ese exceso de empuje de lo real, de esa frecuencia de retorno en lo real, de eso que semeja ser rebelde a la simbolización y a eso que se muestra en nuestro tiempo bajo distintas manifestaciones en la realidad. como acting out o como pasaje al acto.
Donde lo simbólico patina, falla en su tarea de producir un tratamiento de lo real que anude los tres registros de la buena manera.
Retomo, pues, que es una brújula en la enseñanza y sirve como guía en nuestra práctica.
1-Desde dónde se la plantea? ¿desde dónde se la ofrece como tesis?
Miller parte, de un lado, de una reflexión sobre la enseñanza. Dado que hay una enseñanza que seguimos y, a la vez, está la afirmación o pregunta de ¿cómo enseñar lo que no se puede enseñar?
Y por otro, hay la enseñanza, esa que articulan discursos como aquellos de los que se puede decir que comunican un conocimiento (id. ant. p 319). De esta, de las teorías del conocimiento, Miller retoma a Lacan cuando las designa como incompatible con la experiencia analítica., con el discurso analítico. Ésta, es lo que no se enseña, pero se transmite en el encuentro del uno por uno.
Una incompatibilidad dada porque del lado del inconsciente como del lado de la pulsión, tratamos con elementos de estructura.
Para el inconsciente, porque es entrar en una combinatoria siempre singular para cada sujeto; del lado de la pulsión, porque entramos en un montaje. Es decir, la definición misma de pulsión.
Tratamos con elementos y con síntomas, donde lo que vale para uno, no vale para otro.
2- Si la pregunta es si hay un matema posible para el psicoanálisis –sabemos de esa aspiración de Lacan, aspiración que no debe confundirse con una aspiración por parte de Lacan de hacer del psicoanálisis una ciencia-. Sí, tenemos todas esas distintas axiomáticas de las que hace uso Lacan, para formalizar aquello que es transmisible y constituye la episteme del psicoanálisis.
3- También cabe preguntar cómo leer esta frase tomando en consideración la clínica. ¿es que la reunión de esos términos nos podría llevar a despatologizar, es decir, a borrar las estructuras clínicas?
¿Hay que leer ese aforismo en este sentido?
Eso sería, si se sigue esa pendiente, llevar a transformar la fórmula en un Todo el mundo es normal, que sin duda sería una nueva forma de locura. porque niega lo real y también porque forcluye el principio del diagnostico diferencial y su sintomatización. Sería borrar la enfermedad mental, la locura.
Es decir, como bien subraya Gil Caroz (“El grado cero de la locura”), que generalizar los conceptos que Lacan propone para la psicosis (delirio, forclusión, automatismo mental, etc) al ser hablante, no sólo no implica ni deshace su valor clínico como diagnostico diferencial, sino que revela lo común en lo que participa todo ser que habla.
Por eso puede decir que tanto el delirio, como construcción simbólico imaginario, como la forclusión, que no es una construcción sino el rechazo a un significante y su retorno en lo real o, el automatismo mental, propio de la incorporación de la estructura del lenguaje, atraviesan al sujeto y por tanto, no es una patología. Es más bien la manifestación de la presencia del Otro del lenguaje en el sujeto, en el ser que habla, que es lo propio de lo humano, si lo puedo decir así, aunque si puede suceder – y sucede- que cada uno de estos términos, se inscriban de modo bien distintos en el marco de una psicosis, o de una neurosis.
Es decir, que lo que nos interesa es el modo de esa presencia del Otro del lenguaje en tanto se distingue en la neurosis, en la psicosis y ahí encontramos entonces el valor de la clínica diferencial que el término de las estructuras clínicas nos permite.
Ninguno de los conceptos articulado por Lacan en su aspiración al matema, nos impiden distinguir por ejemplo psicosis de neurosis. Y también hay que decir que la aspiración al matema en Psicoanálisis como vía para enseñar al modo en lo que lo hace el discurso universitario, no tiene nada que ver con hacer del psicoanálisis una ciencia.
Aquí entramos en la cuestión de las diferencias que introduce la teoría de los discursos articulados por Lacan. Es ahí que el discurso analítico es incompatible con lo que se enseña: trata, -y eso podría considerarse algo que se enseña-, “la exclusividad de lo singular del Uno por Uno,” como afirma Miller, y nos remite a lo más singular de la experiencia analítica.
4- Proferir, tal como lo hace Lacan en el aforismo Todo el mundo es loco, es decir, es delirante, es sin duda una afirmación que hace falta contextualizar, desplegar, justificar desde la episteme con la que operamos, con el operador del discurso analítico y desde la clínica a la que nuestra práctica nos confronta.
Sintagma que nos permite entrar en lo contemporáneo del empuje a la despatologización que circula, por ejemplo, desde la reivindicación ejercida por las comunidades de goce y esclarecer de qué esta hecha esa y cual es la diferencia con la despatologización que argumenta el psicoanálisis de orientación lacaniana.
Si ese es uno de los empujes a la despatologización, el Congreso de la AMP debate cuál es la nuestra.
El texto de la presentación de este Congreso de Miller y el del codirector del Congreso, Gil Caroz, van en esa orientación.
Para concluir y abrir la lectura de los dos textos que nos presentan hoy y la posterior conversación, una reflexión.
El psicoanálisis tiene ante sí un reto crucial: investigar, pero también ser dócil a lo que la complejidad del discurso del amo contemporáneo, ser dócil a lo que la complejidad del discurso del amo contemporáneo impone en lo social y lograr extraer a partir de nuestros sintagmas forjados desde el descubrimiento del inconsciente por Freud, las consecuencias, la incidencia, los efectos de éste en las nuevas formas del síntoma que afectan la subjetividad actual.
Eloísa García Laynez
Socia de la sede de Madrid de la ELP
La locura de enseñar
Cronología:
1967, Proposición del 9 de octubre. Formulación del pase.
1968, mayo. Revueltas estudiantiles en París.
1969, 1 de enero. Inauguración de la Universidad de Vincennes.
1969, 3 de diciembre. Analiticon, conferencia de Lacan en Vincennes.
1970, Alocución sobre la enseñanza por parte de Lacan.
1975, enero. En Ornicar? Lacan publica Quizás Vincennes.
1978, 22 de octubre. En Ornicar? Lacan publica Lacan por Vincennes.
2022, 3 de abril. Miller propone el título de “Todo el mundo es loco” para el Congreso de la AMP del 2024.
PREÁMBULO
En el 2022, en el texto que hoy vamos a trabajar Miller propuso el título de “Todo el mundo es loco” para el Congreso de la AMP que se celebrará en febrero de 2024. Este texto recoge el discurso de cierre de la Gran Conversación virtual internacional de la AMP “La mujer no existe”, pronunciada el 3 de abril de 2022, es una versión no revisada por Miller, aunque si autorizada.
Lacan: “Todo el mundo es loco, es decir, delirante”
El aforismo “todo el mundo es loco”, del que Miller dice que se ha convertido en “una especie de eslogan”[1], está presente una única vez en la obra de Lacan.
El texto en el que aparece esa frase es un artículo breve titulado Lacan por Vincennes publicado el 22 de octubre de 1978 en la revista Ornicar?
Lacan está reflexionando sobre lo que para él es la enseñanza y escribe “¿cómo hacer para enseñar lo que no se enseña? He ahí aquello en lo que Freud se abrió camino. Él consideró que nada no es sino sueño y que todo el mundo, (si se puede decir con una expresión así), todo el mundo es loco, es decir delirante.”[2]
Sería lícito decir que Lacan adjudica esta idea al propio Freud: “Él consideró que nada es sino un sueño y que todo el mundo es loco.”[3]
En el artículo Lacan opina sobre la enseñanza del psicoanálisis en general y asevera que “al confrontarse con su imposible la enseñanza se renueva”[4] para centrarse luego en la experiencia en Vincennes y terminar diciendo “Resultado: positivo. La experiencia proseguirá entonces. En Vincennes en tanto se le deje libertad. Si se la reduce ahí, a marcharse de la Universidad”[5], resaltando la necesidad de libertad de cátedra, por decirlo de algún modo, para continuar con el proyecto de la enseñanza del psicoanálisis en Vincennes.
Pero este relativo optimismo mostrado en 1978 respecto a la enseñanza del psicoanálisis en la universidad no había sido así desde el principio.
La Universidad de Vincennes se inauguró el 1 de enero de 1969, tras las revueltas protagonizadas por los universitarios en Mayo del 68, su creación fue impulsada, entre otros por Helene Cixous y Jacques Derrida. Se crea como una universidad experimental, contraria a las jerarquías en el profesorado, sin exámenes, interdisciplinaria, con libre elección de las asignaturas, sin clases magistrales, promotora de la igualdad, una universidad popular en la que no se exigía el título de bachillerato para acceder.
Desde el principio cuenta con un departamento de psicoanálisis dirigido por Serge Leclaire a instancias de Helene Cixous y en el que también participan Gilles Deleuze, Jean Laplanche o Michele Foulcoult entre otros.
La Universidad de Vincennes fue el germen de lo que posteriormente sería la Universidad de París VIII.
En Vincennes, para finales de 1969, se planearon cuatro intervenciones de Lacan bajo el nombre de Impromptus aunque sólo tuvo lugar una de ellas, la correspondiente al día 3 de diciembre de 1969. Miller la recoge como un anexo del Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, con el título de Analiticon, aunque se pueden encontrar otras transcripciones con el nombre de Impromptu.
Fue un evento importante, las 800 plazas del auditorio estaban ocupadas desde antes de la hora prevista para su comienzo. La sesión se desarrolla como un diálogo entre los asistentes y Lacan, un diálogo áspero y poco amistoso en el que más que mostrar un deseo de saber y conocer las ideas de Lacan este fue cuestionado y la sesión se tornó en una agria polémica entre Lacan y algunos de los asistentes que le interpelaban sin cesar. Fue una discusión sobre la enseñanza del psicoanálisis en Vincennes, sobre como devenir analista, el marxismo y otros temas de la actualidad. En un momento dado Lacan, haciendo uso de un lenguaje puramente marxista increpa a los estudiantes: “Ustedes son los productos de la Universidad y demuestran que son la plusvalía… Ustedes mismos salen de aquí igualados a unidades de valor. Vienen aquí a hacerse unidades de valor. Salen de aquí estampillados como unidades de valor.”[6]. Más adelante añade: “La aspiración revolucionaria es algo que no tiene otra oportunidad que desembocar, siempre, en el discurso del amo. La experiencia ha dado prueba de ello. A lo que ustedes aspiran como revolucionarios, es a un amo. Lo tendrán.”[7] Para terminar esta sesión diciendo: “… estoy atrapado en un movimiento que merece llamarse progresista, porque es progresista ver fundarse el discurso psicoanalítico, dado que completa el círculo que tal vez podría permitirles situar exactamente eso contra lo que ustedes se rebelan. Lo que no impide que esto continúe jodidamente bien. Y los primeros en colaborar, y aquí mismo en Vincennes, son ustedes, porque juegan la función de Ilotas de éste régimen. ¿Tampoco saben que quiere decir esto? El régimen los exhibe. Dice “Mírenlos como gozan”… Adiós por hoy. Bye. Se acabó.”[8]
Está claro que este encuentro devino desencuentro entre Lacan y los presentes.
En 1970, en la clausura del Congreso de la Escuela Freudiana de París, Lacan pronuncia su Alocución sobre la enseñanza en la que habla de “crisis” de la enseñanza del psicoanálisis en la universidad y esta vez compara esa enseñanza con el pase. Nos advierte de que “la enseñanza podría estar hecha para hacerle de barrera al saber”[9] y termina esta locución diciendo “Lo que debo acentuar bien es que, por ofrecerse a la enseñanza, el discurso psicoanalítico lleva al psicoanalista a la posición de psicoanalizante, es decir, a no producir nada que se pueda dominar, a pesar de la apariencia, sino a título de síntoma.”[10]
Si Vincennes había surgido impulsada por los acontecimientos de Mayo del 68, bajo los ideales de igualdad, horizontalidad y la caída de las jerarquías, Lacan, ya antes, en 1967, con su Proposición del 9 de Octubre había formulado su propuesta del pase. El pase como mecanismo que contribuye a la horizontalidad, a abolir las jerarquías existentes, que se interesa por el agujero más que por los conocimientos del candidato. Un procedimiento en el que la Escuela produce una nominación, pero no da un permiso o una licencia. Con el pase Lacan establece por primera vez un dispositivo para interrogar que es lo que conduce a alguien al lugar del analista, dándole la palabra a quien da este paso para que comparta y aporte su propia enseñanza. El Pase no “estampilla”, no genera unidades de valor como si hace la universidad.
En enero de 1975 Lacan publica en Ornicar? un artículo titulado Quizás Vincennes…
El tono ha cambiado respecto a 1969. El título, Quizás… nos muestra una posibilidad, una esperanza… pude ser… El texto arranca: “Quizás en Vincennes se agregarán las enseñanzas que Freud formuló como aquellas en las que el analista debía apoyarse para reforzar lo que posee de su propio análisis: es decir, para saber, no tanto aquello para lo cual ha servido, sino aquello de lo que se ha servido”[11] para a continuación enumerar esas enseñanzas: lingüística, lógica, topología y antifilosofía y justificar la importancia de cada una de ellas.
Lacan hace referencia aquí a Freud, él también se preguntó por este tema. En 1919 publicó ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad? que en su primer punto expone: “Es ineludible que la incorporación del psicoanálisis a la enseñanza universitaria significa una satisfacción moral para todo psicoanalista, pero no es menos evidente que este puede, por su parte, prescindir de la universidad sin menoscabo alguno para su formación. En efecto, la orientación teórica que le es imprescindible la obtiene mediante el estudio de la bibliografía respectiva y, más concretamente, en las sesiones científicas de las asociaciones psicoanalíticas, así como por el contacto personal con los miembros más antiguos y experimentados de estas. En cuanto a su experiencia práctica, aparte de adquirirla a través de su propio análisis, podría lograrla mediante tratamientos efectuados bajo el control y la guía de los psicoanalistas más reconocidos.
Dichas asociaciones deben su existencia, precisamente, a la exclusión de la que el psicoanálisis ha sido objeto por la universidad. Es evidente, pues, que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión.”[12].
La tríada: propio análisis, estudio de textos y control, que conforman la base de la formación del analista para Lacan, se ve ya claramente en este texto de Freud.
Hasta aquí he querido mostrar la evolución en lo que Lacan piensa de la enseñanza del psicoanálisis en la universidad, desde el desprecio radical en el 69 a la posibilidad en el 75 y al “todo el mundo es loco” y los resultados “positivos” en el 78 en su artículo Lacan por Vincennes.
Miller: “Hay que estar loco para enseñar, el que enseña delira”
Vuelvo ahora al texto de Miller Todo el mundo es loco, a su apartado Lo que no se enseña, aquí Miller le da un giro al aforismo lacaniano de “Todo el mundo es loco, es decir delirante” y dice: “¿Qué es lo que se demuestra según Lacan –según el ultimísimo Lacan, el ultra Lacan- qué es lo que se demuestra de este modo, sino que enseñar no es sino una locura, que la enseñanza es ella un delirio? El aforismo en cuestión se inscribe así en el marco de una crítica feroz de la función de la enseñanza. Se entenderá de ahora en más el eslogan que enuncia: hay que estar loco para enseñar, el que enseña delira.”[13]. A continuación, Miller muestra las diferencias entre los diferentes Discursos señalando que el Discurso analítico primero no domina y después “no tiene nada de universal … es para uno solo, para Uno (con mayúscula) totalmente solo”[14] por lo que concluye “Lacan no dice que el psicoanálisis no podría ser materia de enseñanza, sino que el discurso analítico no podría serlo, es decir grosso modo, la práctica del psicoanálisis.”[15] Miller termina este apartado sobre Lo que no se enseña diciendo: “Se trata de una advertencia de Lacan a sus alumnos. Sepan bien y háganlo saber que nada de lo que les será enseñado sobre el psicoanálisis en la Universidad les permitirá ahorrarse el hacer un psicoanálisis, será necesario, como lo indica el prefacio de los Escritos poner de su parte, pagar con su persona, y eso como algo muy diferente al de un alumno, como analizante.”[16]
Y con esta frase pasa al siguiente apartado titulado De lo imposible a lo necesario en el que directamente formula la pregunta “¿Cómo hacer para enseñar lo que no se enseña? … Lo imposible de enseñar, ¿cómo enseñarlo de todos modos? En efecto, si es imposible de enseñar, sin embargo, es necesario.”[17] Y aquí Miller, igual que Lacan, vuelve a Freud, del que dice “En esto precisamente Freud se abrió camino… Freud tenía a su cargo enseñar lo que no se enseña, la práctica del psicoanálisis. Y lo hizo pagando con su persona. En la Traumdeuntung, entrega numerosos sueños propios y no retrocede jamás en ahondar en sus formaciones del inconsciente para hacer avanzar el psicoanálisis.” [18]
Gil Caroz, codirector del Congreso Todo el mundo es loco, en su texto El grado cero de locura, texto preparatorio para dicho encuentro, nos dice: “Volvamos a la cuestión de la enseñanza. Hay que estar loco, dice Lacan, para querer enseñar el psicoanálisis de modo universitario como saber expuesto y universal. No obstante, la formación del psicoanalista se encuentra en el corazón de la acción de las Escuelas de la AMP. Es decir que si bien no hay una enseñanza del psicoanálisis que sería sensata, hay, como hemos visto, una transmisión posible en el uno por uno.”[19]
BIBLIOGRAFÍA
- Caroz, G. (2023). El grado cero de locura en XIV Congreso de la AMP. París
- Freud, S. (1919). ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad? en Obras completas XVII. Buenos Aires: Amorrortu ediciones
- Hernández, M. (2013). De Vincennes a París 8 ¿El Psicoanálisis se puede enseñar en la universidad? en Lacan en México, México en Lacan. Ciudad de México: Ediciones Navarra
- Lacan, J. (1967). Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela en Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1969). Analiticon en Seminario XVII. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1970). Alocución en la enseñanza en Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1975). Quizás en Vincennes? en Otros escritos. Buenos Aires: Paidós
- Lacan, J. (1978). Lacan por Vincennes! en Ornicar?. París
- Miller, J.A. (2022). Todo el mundo es loco en XIV Congreso de la AMP 2024. París
- Miller, J.A. (2022). Todo el mundo es loco en XIV Congreso de la AMP. París.
- Lacan, J. (1978). Lacan por Vincennes en Ornicar?. París.
- Ídem
- Ídem
- Ídem
- Lacan, J. (1969). Analiticon en Seminario XVII. El reverso del psicoanálisis. Pg. 216.Buenos Aires: Paidós.
- Ibidem, pg. 223.
- Ídem
- Lacan, J. (1970). Alocución sobre la enseñanza en Otros escritos. Pg. 318. Buenos Aires: Paidós.
- Ibidem, pg. 325.
- Lacan, J. (1975). Quizás en Vincennes en Otros escritos. Pg. 333. Buenos Aires: Paidós.
- Freud, S. (1919). ¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad? en Obras completas XVII. Pg. 165. Buenos Aires: Amorrortu ediciones.
- Miller, J.A. (2022). Todo el mundo es loco. París.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Ídem.
- Caroz, G. (2023). El grado cero de locura en XIV Congreso de la AMP. París.
Violeta Conde
Socia de la sede de Madrid de la ELP
La clínica en clave de la época, ¿desaparición programada?
Primero agradecer a la Comisión por la invitación a esta mesa, donde fui convocada a exponer algunas reflexiones que me suscitase la intervención de Miller que abre el tema del próximo Congreso de la AMP, Todo el mundo es loco.
Desde luego el texto da lugar para pensar muchas cuestiones muy interesantes, y que seguro se irán desplegando en estas mesas preparatorias y en el Congreso. Para mí hubo una frase de Miller que me impactó especialmente. Se trata de una advertencia respecto del rumbo de la clínica contemporánea: la posibilidad de una “desaparición programada de la clínica”. Su juicio parte del movimiento contemporáneo de la despatologización, donde se tiende a normalizar lo que antes era patológico, al punto de que, como dice Miller haciendo un guiño a la propuesta contraria de Lacan donde lo torcido prevalece sobre lo derecho, ahora más bien “el derecho prevalece sobre lo torcido”. Lo que antes era patológico, ahora se normaliza y es más, se convierte en un estilo de vida que se defiende como derecho. La pregunta sería, cómo nosotros psicoanalistas, vamos a inventárnoslas para sostener nuestra práctica dentro de estas coordenadas. Veamos qué implicaciones tiene todo esto, y cómo articularlo al aforismo que da título a nuestro Congreso: Todo el mundo es loco.
Esta frase escrita por Lacan en el 78, “Todo el mundo es loco”, se ha erigido como representante de la aproximación clínica que mantiene al final de su enseñanza, que podríamos resumir en que todos hemos de arreglárnoslas con lo real y para ello todos inventamos una ficción, ya sea fantasmática del lado de la neurosis, o delirante del lado de la psicosis. Encontramos sin embargo que no ocurre así para el sujeto esquizofrénico, para quien todo lo simbólico es real y por tanto, no encuentra por la vía de la elaboración simbólica un modo de defensa ante lo real.
Voy a tomar esta afirmación Todo el mundo es loco, para pensar las implicaciones que tiene en la clínica; pero sin olvidar que la verdad tiene estructura de ficción, voy a traer también la paradoja que Miller nos sugiere. Y es que si Lacan dijo Todo el mundo es loco, esto también está dicho por un loco, por lo tanto, ¿acaso lo que dice no es sino delirio?
¿Cuáles son las fronteras entre la locura y la cordura? ¿Lo normal es estar un poco loco? ¿Qué criterio define lo patológico? Para responder a estas y otras muchas preguntas, a lo largo de la historia en el estudio de la condición humana y sus padeceres, los modelos se han construido alrededor de dos ejes: están los que se han basado en destacar las diferencias, produciendo modelos discontinuos, categoriales; y están aquellos que han perseguido representar lo general, lo que vale para casi todos, produciendo modelos continuistas o ahora podríamos decir espectrales o dimensionales. Cada modelo es una aproximación, un intento por representar algo de lo real de la clínica.
Aunque desde la psiquiatría clásica partíamos de un modelo categorial, actualmente asistimos a una tendencia contraria, al borramiento de fronteras muy diferenciadas, tomando una perspectiva más de tipo continuista. Desde el psicoanálisis, con Lacan se ha dado un movimiento similar, girando de una clínica estructuralista a una continuista con su última enseñanza, la clínica de los nudos. Sin embargo, veremos que desde el psicoanálisis este cambio de perspectiva no toma, como ocurre actualmente en el campo de la psiquiatría y de la psicología, el camino de la despatologización.
Es en 1980 con la aparición del DSM-III cuando se produce un cambio de paradigma que deja claramente de lado el saber de la psiquiatría clásica sobre el sufrimiento psíquico así como el saber producido por la escucha psicoanalítica, estableciendo en cambio clasificaciones basadas en un fundamento biomédico. Las consecuencias de este cambio llegan hasta hoy, con un DSM-V que eleva los síntomas a la categoría de trastorno, con fronteras tan débiles que cualquiera podríamos ser diagnosticados de algo, y donde se propone como tratamiento terapias adaptativas, de reeducación, y psicofármacos. Además, hay que decir que es una clasificación que no se sostiene por una teoría sino por un consenso interjueces.
Entonces, por un lado se ha dado un descenso de los umbrales del diagnóstico y la patologización de cada vez más comportamientos.
Por otro lado, la despatologización ocurre cuando esto se normaliza, al punto de convertirse en un estilo de vida ante el que el sujeto reclama su derecho. Citando a Miller, “Ya no habrá patologías, ya hay, en cambio, estilos de vida libremente elegidos -una libertad imborrable porque es la de los sujetos de derecho”.
La despatologización consiste entonces en un borramiento de la frontera entre lo patológico y lo que no lo es, en un empuje a normalizar los padecimientos subjetivos bajo la insignia de los derechos y la democracia.
Este empuje despatologizador tiene consecuencias.
Por un lado, se normaliza el padecimiento y se defiende como estilo de vida, lo que sostiene el espejismo de una libre elección del Yo. Se fomenta la ilusión del sujeto narcisista que vive la ficción de ser el dueño de sus elecciones, se promueve el empoderamiento del Yo, sin reconocer el descubrimiento freudiano de que uno es Otro para sí mismo, y de las elecciones inconscientes. La defensa del sujeto de derecho encubre, obtura, el encuentro con el agujero que posibilitaría la emergencia de un sujeto ético. Ocurre que cuanto más fuerza cobra la dimensión del Yo, más fuerte empuja la pulsión de muerte, así vemos en la población un desbordamiento del sufrimiento con pasajes al acto que sobrepasan las atenciones psiquiátricas.
Por otro lado, como efecto de la despatologización, se produce un efecto de nominación por el que el sujeto se identifica a un síntoma. Se crean comunidades en torno a síntomas tratados como insignias que definen al grupo que las conforma, así surgen por ejemplo los grupos de escuchadores de voces. Otro ejemplo son los grupos Pro Ana o Pro Mia. En esta línea de la democratización del síntoma, los sujetos buscan ser diagnosticados y forman grupos en una homogeneidad que borra la singularidad, elidiendo lo real. El sujeto reclama su derecho a la egosintonía con su síntoma, a través del cual además hace lazo social. “Soy PAS, soy TEA, soy TLP” evitando así una dialéctica que posibilite una ética del sujeto. Si bien muchas veces la nominación puede ser solución para un sujeto, esta tendencia se extiende y suele ser una solución precaria, dada la oferta de etiquetas diagnósticas donde el sujeto se va deslizando de unas a otras.
El empuje despatologizador como vemos conlleva el del rechazo del inconsciente. La pregunta por la causa queda elidida y se responde desde la etiología médica, forcluyendo al sujeto. Al no haber cuestionamiento, se suprime la vertiente ética de la clínica. La pregunta acerca de la causa es esencial respecto de la ética, ya que alude a la responsabilidad del sujeto respecto de lo que padece, posibilitando hacer algo en un compromiso subjetivo.
Me gustaría rescatar la palabra pathos, que viene del griego antiguo pathein, que quiere decir sufrir, experimentar. El pathos es estructural al parlêtre, por el hecho de ser hablante el ser humano pierde su instinto natural y queda enfermo de lenguaje, parasitado por la palabra, marcado por el Otro simbólico. Esto ocurre para todos, aunque no para todos igual. Este efecto parasitario del lenguaje sobre el cuerpo, no es en sí mismo patológico. Pero el ser humano por eso sufre. El pathos se refiere al sufrimiento y es estructural al ser hablante, lo patológico está entonces del lado del exceso, del malestar insoportable.
Citando a Freud: “La frontera entre los estados anímicos llamados normales y los patológicos es en parte convencional y en lo que resta es tan fluida que probablemente cada uno de nosotros la atraviese varias veces en el curso de un mismo día”. (En El delirio y los sueños en la Gradiva de Jensen).
En el mundo antiguo el pathos se relacionaba estrechamente con la ética, en la Edad Media se vinculó con la teología aunque también existía una dimensión ética. Luego con la psiquiatría en el siglo XIX, el pathos entró en la dimensión científica y la tendencia fue atribuir su causa a razones biológicas.
Desde el psicoanálisis el tratamiento del pathos no es sin un sujeto ético. Pero el discurso analítico no puede enseñarse, por no ser su saber expuesto sino supuesto. Es distinto enseñar psicoanálisis, podemos enseñar teoría psicoanalítica, esto sí, pero el discurso analítico se escapa a la enseñanza que apunta a lo universal, se trata del uno por uno, y no se aprehende sino en la experiencia singular. ¿Qué lugar para el psicoanálisis hoy? La despatologización lleva a un intento de normalización y de homogeneización que produce efectos segregativos. Se trataría entonces de apuntar a la diferencia, de orientarse por el síntoma subjetivo y la manera particular en que hace el sujeto con aquello que no puede negativizarse, el goce. Todo el mundo es loco, es decir, delirante; sí, pero es importante el matiz que añade Miller de que no todo el mundo delira de la misma manera.
Lacan entonces partió de una visión estructural de la clínica en los años 50, a una vision unitaria o continuista al final de su enseñanza, como vemos en el seminario 23 El sinthome. Son diferentes maneras de acercarse a un real de la clínica. Voy a proponer para terminar, unas reflexiones comparando este giro que da Lacan hacia una clínica continuista con el fenómeno de la despatologización, que también tiende a lo universal pero desde la democratización del síntoma y el derecho.
La clínica borromea entonces implica un para todos, como refleja el sintagma Todo el mundo es loco. Este aforismo viene a mostrar que estamos todos afectados por el efecto de la palabra sobre el cuerpo, en este sentido todos estamos enfermos de la palabra. Y aquí radica una diferencia esencial con la perspectiva de la despatologización, al ponerse en primer plano el pathos estructural del sujeto: Todo el mundo es loco. La despatologización por el contrario niega el sufrimiento subjetivo, o convierte la miseria en un estilo de vida, pues lo raro es no tener algún trastorno, y lo normal es tomar no menos de una pastilla aunque sea para dormir. Así el sufrimiento se trata de evadir con fármacos y psicología positiva, y se elude la ética del sujeto suponiendo su causa fundamentalmente médica.
Con la despatologización entonces se impone el todos iguales, todos normales, todos sanos. Desde la clínica borromea por el contrario, no se borran las diferencias, y se pone en primer plano el desajuste del sujeto. Se trata de “todo el mundo es loco”, no de “todo el mundo es normal”. Es decir, del pathos no se salva nadie, y todo el mundo es loco, todos hemos de inventar para hacer con lo real que atraviesa la condición humana. Esto tiene poco que ver con decir que todo el mundo es normal, donde lo real queda velado, negado o escindido.
Por tanto, apuntar al pathos estructural del ser hablante, al síntoma subjetivo, a aquello que no funciona, a lo que yerra, es una forma de combatir la desaparición de la clínica.
Como hemos visto, la clínica borromea mantiene una tensión: es para todos, todo el mundo es loco; y es uno por uno. La clave está en las soluciones de que se sirve cada sujeto para defenderse de lo real. Por tanto, desaparece la estructura pero no la excluye, y de este modo articula dos aproximaciones, como dos caras en una cinta de Moebious.
Para terminar, resaltar que: estaremos en la desaparición programada de la clínica pero lo que no podrá desaparecer es el sufrimiento, que por el contrario, está produciendo estragos por no ser escuchado. Si hay algo que hace tensión en este empuje a la despatologización es justamente el sufrimiento, que es ineliminable. Nosotros no pretendemos borrar el pathos estructural del sujeto, sino ponerlo de relieve, y tratarlo desde una ética subjetiva.
El psicoanálisis tiene su brújula en lo más singular, el síntoma y el goce, esto es lo que hay que rescatar para que la clínica no desaparezca, incidir en lo que no funciona, eso que no encaja para cada uno, lo que insiste y que deja de lado todo intento de normalización.