Cartel de las XII Jornadas de la ELP

Constanza Meyer

Miembro de la ELP y AMP

Lo que hablar quiere decir. Presentación Madrid

Es una alegría para mí que estas Jornadas se celebren en Madrid y de manera presencial y agradezco a la Junta Directiva y a su directora, Esperanza Molleda, la invitación a presentarlas en el espacio que llevará adelante el trabajo hacia el encuentro del 2 y 3 de diciembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Gracias, por tanto, también a sus responsables, Blanca Medina y Marisa Álvarez.

Supongo que todos han tenido acceso al texto de presentación y habrán podido comprobar que en él nos propusimos abrir las diferentes vertientes que se desprenden de la generalidad del título. En realidad, con Paloma Larena escribimos un primer texto de presentación para declinar el sintagma que da título a las XXII Jornadas de la ELP, “Lo que hablar quiere decir”. Como era demasiado largo para alojarlo en la Web, lo recortamos y hoy trataré de recuperar algo de esa primera presentación.

Una famosa frase del Seminario 19 daba la entrada a ese texto para mostrar la hiancia entre el dicho y el decir, separación que Lacan tuvo clara desde el primer momento y que puede rastrearse a lo largo de su enseñanza:

que se diga, como hecho, queda olvidado tras lo dicho. (…) Lo dicho no está en ninguna otra parte que en lo que se escucha. Eso es la palabra. El decir es otra cosa, es otro plano, es el discurso.”[1]

Lacan apunta aquí además a señalar que el decir tomado en el plano del discurso introduce la cuestión del lazo entre los seres hablantes y por tanto a la cuestión del cuerpo, ya que no duda en afirmar que todo lo dicho es, en realidad, semblante. Estamos en los años 70, inicio de un nuevo giro en su enseñanza y, como bien señalaba Paloma Larena, la frase que da título a nuestras XXII Jornadas viene del seminario anterior. El 18 es el seminario en que Lacan pone distancia con la lingüística que pasa a ser lingüistería y de la clase titulada “Lituratierra” donde empezará a desarrollar la cuestión del trazo, el litoral y la letra como un intento inédito de articular saber y goce.

Como nos recuerda Miller en La fuga del sentido, para lograr la escritura de un matema, por ejemplo, se trata de despojar a la palabra de su sentido hasta alcanzar la materia verbal que se halla entre lo literal y lo sonoro y sobre este escenario, la interpretación, la manera de intervenir en eso que se goza en el parlêtre, será, entonces, por la vía del equívoco que se sirve de esa materia verbal. Podemos decir que la enseñanza de Lacan da cuenta de un recorrido que muestra de todas las maneras posibles el fracaso del lenguaje como sistema, de lo simbólico, para decir lo real. Es un trayecto que nos lleva del inconsciente estructurado como un lenguaje hasta la lalangue.

Miller en ese mismo seminario en el que dedica varias clases al trabajo de los surrealistas sobre el lenguaje, recuerda el caso de Saussure que en público realiza en su Curso de Lingüística general el esfuerzo por establecer el marco y las leyes del lenguaje, mientras en privado experimenta con la lengua a nivel fónico tratando de alcanzar ese sentido último imposible en su poesía anagramática, que recién se hace pública a mediados de los años 60, muchos años después de su muerte.

Por su parte, Eric Laurent[2] señala la distinción entre el lenguaje público, que introduce un marco de reglas en el que se inscribe cada sujeto pagando el precio de una mortificación; y el lenguaje privado, cuya función es evocar algo de una primera experiencia de satisfacción. En este último, se trata de lo que Lacan denominó Lalangue, neologismo que designa al enjambre de palabras que impactó en el cuerpo del viviente. Asimismo, con el concepto de parlêtre, Lacan se aparta de la primacía del inconsciente y le otorga más peso a la dimensión del goce, el cuerpo y las marcas del lenguaje. En su última enseñanza, tener un cuerpo, lejos de ser algo natural, implicará el anudamiento de los registros Real, Simbólico e Imaginario y la emergencia de un inconsciente real ante el cual lo Simbólico siempre equivoca.  

Esa discordancia que veíamos en Saussure es la que Lacan nunca abandonará y que será la herramienta con la que piensa el tratamiento por la palabra. El síntoma es un nudo de significantes que se constituye a partir de esta materia sonora. Incluso en su seminario Disolución, en 1980, volverá a la idea del malentendido estructural en el que está inmerso el ser hablante para recordarnos que el hombre nace malentendido, que no hay otro trauma que éste y que el cuerpo sólo aparece en lo real por esa vía. También nos advierte de que del inconsciente como malentendido siempre habrá una parte que se escabulla y que la tarea del psicoanálisis es explotar ese malentendido para que cada uno encuentre el modo en que se constituyó el nudo de significantes del síntoma. En definitiva, que somos cuerpos hablados y hablantes productos de “(…) dos que se conjuran para la reproducción pero a partir de un malentendido consumado (…).”[3]

Esta es una de las vertientes que apunta a la clínica especialmente importante hoy cuando los discursos de la época buscan desestimar el inconsciente y reducirlo a un mecanismo programable y repetible como un producto más de la cadena de montaje del capitalismo. Una de las mejores críticas a este anhelo de meter lo humano en el engranaje de la máquina, hoy actualizada en la inteligencia artificial, es la película de Chaplin, Tiempos Modernos[4] de 1936. Al igual que en los años en que lo más oscuro se cernía sobre el mundo, en nuestros días se vuelve urgente retomar la pregunta de si los siniestros cantos de sirena que prometen que todo puede tenerse, decirse, alcanzarse en el marco del falso discurso capitalista van a arrasar también con ese malentendido que es el humus con el que se teje lo más propio de cada ser hablante.

Ejes

Quisiera detenerme en los diferentes ejes que hemos pensado para el trabajo en estas Jornadas, entradas que permitan declinar los temas que se abren a partir de Lo que hablar quiere decir. Uno de ellos y que me resulta muy atractivo es precisamente el que aborda el descrédito de la palabra que cada vez se vuelve más ligera y que afecta al compromiso de los cuerpos hablantes. ¿Cómo se ve esto en la clínica y en el lazo social y el amor? Por un lado, puede decirse cualquier cosa sin consecuencias, y por otro, se busca regular con las leyes del lenguaje y con las otras aquello que no es domesticable y que concierne al goce. Este descrédito comporta además lo que llamamos formas contemporáneas de la denegación, así como una desconfianza en que precisamente con la palabra pueda tratarse el malestar. Por ello, otro eje, el que propone pensar la interpretación, el corte, el equívoco convoca a los practicantes a dar cuenta de cómo nos las arreglamos en la orientación por lo real.

La cuestión del uso del lenguaje en lo contemporáneo es el eje que propone trabajar los significantes cristalizados con los que los sujetos se presentan hoy en día y con los que buscan nombrarse, identificarse, encontrar una pertenencia, hacer lazo con los otros. Dan por sentado que un significante cristalizado es universal y se sorprenden cuando se les interroga sobre lo que se esconde para cada uno detrás de esas palabras repetidas hasta la saciedad. Este eje propone tomar un caso desde esta perspectiva dejando ver cómo se resquebraja esa cristalización y se despeja algo más propio y singular.   

De todo esto y más, como, por ejemplo, qué hacen los artistas con lo que hablar quiere decir, hablaremos y trabajaremos durante las XXII Jornadas el próximo mes de diciembre. Os animamos a estar al día de las novedades del Boletín Decires y de la Web de las Jornadas, y a participar de la conversación que vaya surgiendo alrededor de ellos. Os esperamos para hacer de esta cita un encuentro entre la intensión y la extensión del psicoanálisis, una conversación sobre la práctica y una ocasión para celebrar en presencia con colegas y allegados.

Gracias


[1] Lacan, El seminario, Libro 19, … o peor (1971-72), Paidós, Buenos Aires, 2012, pp.217-225.

[2] Laurent, E., Lost in cognition, Colección Diva, Buenos Aires, 2005.

[3] Lacan, “El malentendido”, En los confines del seminario, Paidós, Buenos Aires, 2022, p. 82.

[4] Chaplin, Ch., Tiempos Modernos, United Artists, Estados unidos, 1936.

Paloma Larena

Miembro de la ELP y AMP

Presentación de las Jornadas

Muchas gracias a las responsables de este espacio “Hacia las XXII Jornadas” por invitarnos a presentar el tema y animar a la difusión de este evento anual de la ELP.

Las Jornadas tienen como objetivo ser el lugar de un encuentro entre analizantes (analistas y no analistas) e interesados en el psicoanálisis de orientación lacaniana, para conversar y seguir investigando sobre nuestra práctica.

Una práctica que no se deje arrastrar por la charlatanería ni por lo neuro, y que esté a la altura de los efectos de la época en la subjetividad.

Sobre el título de las Jornadas

La propuesta del título surgió del Consejo de la ELP, y la Presidenta nos lo comunicó antes de navidad, tras aceptar Constanza y yo hacernos cargo de la dirección.

Primero llegó el título “Lo que hablar quiere decir”, que tenía todas las buenas características para convocar a unas Jornadas, y posteriormente, se produjo entre varios colegas la búsqueda de si se trataba o no de una cita de J. Lacan.

1) Las primeras referencias vinieron de dos clases del Seminario 24  “L´insu que sait de l´une-bevue s´aile a mourre” , (homofónico dice Miller con el fracaso del inconsciente es el amor).

Al ser un Seminario que no está publicado en castellano (¿hay clases revisadas por Miller y publicadas en Ornicar?) veíamos cierta dificultad en dar esta referencia bibliográfica para las Jornadas. Rescatamos sin embargo que en la clase Palabras sobre la histeria. 26 de Febrero de 1977, Lacan dice que el inconsciente freudiano, como Unbewusste Vorstellungen, es una contradicción de términos y una idea vacía.

“La idea de representación inconsciente es una cosa loca; ahora bien, es así que Freud lo aborda.

¿El inconsciente? Yo propongo darle otro cuerpo, …/…, uno está guiado por palabras de las cuales no comprende nada”. Entre el uso de significante y el peso de significación, la manera en que opera un significante, hay un mundo. Ahí está lo que es nuestra práctica: es aproximar cómo operan unas palabras.

Y Lacan que nunca dejó de considerar a Freud, el maestro destaca: “Lo esencial de lo que ha dicho Freud, es que hay la mayor relación entre este uso de las palabras en una especie que tiene palabras a su disposición y la sexualidad que reina en esta especie. La sexualidad está enteramente capturada en esas palabras, ése es el paso esencial que él (Freud) ha dado”.

2º) Patricia Heffes llamó la atención sobre el texto de Esthela Solano titulado Ce que “parler veut dire” publicado el 23 de febrero de 2023 en la web de la 4ª Jornada de Estudio de la Federación de Instituciones de Psicoanálisis Aplicado (FIPA) sobre el tema “Cuestiones previas”.

Cito a Estela Solano “Abrir las exclusas de la palabra para decir tonterías (hablar a tontas y a locas) no va sin convocar la errancia del goce del blablá. Lacan señaló que el psicoanálisis “se revela en la cuestión de lo que hablar quiere decir”[1]. En ese sentido, planteó que el sentido de un discurso reside en quien lo escucha, otorgándole, por el hecho de ocupar ese lugar, un “poder discrecional[2]” del que es enteramente responsable con el fin de llevar la palabra a “una potencia segunda “[3].

3º) Constanza Meyer localizó en el texto de Variantes de la cura tipo (1955) el siguiente fragmento.

Lacan escribe sobre la via del psicoanalista y su desviación, y destaca unas reglas fundamentales (preceptos de Freud) de su práctica, “no hacerse una idea demasiado elevada de esa misión, ni menos aún el profeta de alguna verdad establecida”. Lacan señala que esto abre a una “falsa humildad” y dice:

“En el camino de la verdadera (humildad), no habrá que buscar lejos la ambigüedad insostenible que se propone al psicoanálisis; está al alcance de todos. Ella es la que se revela en la cuestión de lo que quiere decir hablar, y cada uno la encuentra con sólo acoger un discurso. Pues la locución misma en que la lengua recoge su intención más ingenua: la de entender lo que “quiere decir”, dice suficientemente que no lo dice. Pero lo que quiere decir ese ·’quiere decir” es también de doble sentido, y depende del oyente que sea el uno o el otro: ya sea lo que el hablante quiere decirle por medio del discurso que le dirige, o lo que ese discurso le enseña de la condición del hablante. Así, no sólo el sentido de ese discurso reside en el que lo escucha, sino que es de su acogida de la que depende quién lo dice: es a saber el sujeto al que concede acuerdo y fe, o ese otro que su discurso le entrega como constituido”.[4]

Como escucháis, la traducción española de los Escritos, desordena el verbo (hablar) en la frase, y por ello hemos recuperado esta versión más ajustada que sí aparece en la traducción española del Seminario 18.

4º) Fue Celeste Stecco, quien buscó la cita:

“Mi divertida prosopopeya del Yo hablo en el escrito citado hace poco, “La Cosa freudiana”, para ser puesta a cuenta, retóricamente, de una verdad personificada, no me hace olvidar de dónde la extraigo. 

Nada se dice allí más que lo que hablar quiere decir – la división sin remedio del goce y del semblante. La verdad es gozar haciendo semblante y no confesar en ningún caso que la realidad de cada una de estas dos mitades solo predomina afirmando ser del otro, es decir, mintiendo alternadamente. Tal es el medio-dicho de la verdad” [5].

Eje: Lo que los autistas nos enseñan

Propuse este Eje de investigación y de clínica, porque estamos en un tiempo en el que el marco educativo, cognitivo conductual y la identificación del autismo como trastorno del neurodesarrollo, es tan masivo, que hay que hacer oír lo más frecuentemente posible otra forma posible de acompañamiento. Los autistas pueden escuchar lo que tengamos para decirles, en la medida en que no nos ocupemos de ellos.[6]

El texto de orientación de J. Sebastián es de gran interés ya que además aporta el testimonio de un autista ya adulto que aspira a poder hablar sin que el otro (semejante), le interprete, lo signifique.

Mi trabajo con niños autistas muy pequeños, me ha enseñado sobre el esfuerzo que para ellos supone ceder algo su voz dirigiéndola a un otro, a la vez que pueden hablar-se con cancioncillas, jerga en otras lenguas, y anuncios de TV. También cómo inician su voz en eco (ecolalia) siempre que el otro se preste a ser su doble autístico. Nos enseñan sobre lo inútil de una educación en emociones que no es más que adiestramiento, cuando no hay un sujeto que se reconozca “sentir”.  En el encuentro entre la palabra y el viviente, algo quedó congelado, la lengua es real sin pérdida, ni simbolización.

La clínica del autismo y de las psicosis nos han enseñado mucho a los psicoanalistas sobre el concepto de goce (autismo del goce).

Para terminar unas palabras sobre el Eje Variedades sintomáticas del decir.

Es un epígrafe para animar a las presentaciones clínicas. No se trata ahí de volver a las distinciones estructuralistas, pero sí que apuntamos a la dirección del síntoma al fantasma… y retorno. Como expresa Miller en Monólogo de la apalabra[7], hay un primer tiempo en el análisis, en la que hay que preguntarse qué figura del Otro el sujeto tiene como partenaire explícito o implícito en ese diálogo. Y un nivel de la escucha analítica es el de la dialéctica y consiste en adaptarse y seguir las variaciones de la ontología del discurso del paciente, de lo que adquiere sentido para él. Después, en el curso del análisis, ese sentido poco a poco pierde color, se marchita y se desvanece. De forma general esa ontología se dirige hacia el deser. Pero existe una segunda escucha que es la de la iteración y que se dirige a la existencia. El analista circula entre esas dos escuchas. [8]


[1] Lacan J., « Variantes de la cure type », Écrits, Paris, Seuil, 1966, p. 330.

[2] Ibid., p. 331.

[3] Ibid.

[4] Lacan, J., “Variantes de la cura tipo” (1955), en Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 318.

[5] Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante (1971), Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 141.

[6] Conferencia en Ginebra El síntoma 1975

[7] P. 145 La fuga del sentido (1995-6)

[8] Seminario El ser y el Uno, 2011

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