ENCUENTROS DE LA BIBLIOTECA
miércoles, 16 de noviembre de 2022
Por Sonia Riera Gata – Socia de la sede de la ELP de Madrid
Buenas noches a todas y a todos. Gracias por haberos tomado el tiempo para asistir a este encuentro organizado por la Biblioteca de la Escuela Lacaniana de psicoanálisis de la sede de Madrid. También quiero agradecer a Carmen Bermúdez, directora de la comisión, por haberme invitado a coordinar esta actividad, la última del año con la que se despide esta Comisión. Una actividad que queda enmarcada no por casualidad entre la celebración de nuestras XXI Jornadas “Todo el mundo está en su mundo” y el Congreso Mundial de la AMP, “Todo el mundo es loco”.
Teatro y Locura
El escenario habla para tender puentes,
hacer teatro es pedirle permiso al Escenario para que nos permita hablar
en nombre de la Vida.
Pablo Rosal, Castroponce
Ir al teatro es como un ritual. Llegas. Te sientas. Y te quedas observando como la sala se va llenando poco a poco. Tienes la sensación de que somos muchos. Miras a todos lados, no conoces a nadie. El murmullo no permite que puedas entender de qué hablan, los que hablan. Después de los avisos silencio y oscuridad, todo desaparece. Se crea un vacío que dura apenas un instante, el suficiente para hacernos sentir cierta inquietud. Y entonces algo sucede: Comienza la función.
Y de pronto hay un espacio que se puede ir llenando de objetos reales y de objetos imaginarios traídos por la palabra. Da comienzo eso que nos hace ser lo que somos, lo que no somos, lo que queremos ser. Una locura que nos salva porque la locura y el teatro tienen algo de poesía. La vida y el teatro tienen algo de locura.
El Teatro es espacio, cuerpo, palabra, silencio. El actor participa de un juego con la poderosa presencia de las palabras llenas de intenciones con las que se va vistiendo. Gesto, intensidad, pasión, la escena.
Y el espectador también se viste y se desviste varias veces a lo largo de la función, dialoga en silencio con lo que allí sucede. Las palabras también los deja desnudos, sin atuendos. Con sus identificaciones, cuestionándose, agujereado, dividido, con dudas. A veces encuentra alguna respuesta en aquellas palabras que se van multiplicando, se produce un efecto metonímico, de camino de vuelta a casa, porque el teatro, el arte en general tiene sus efectos sobre nosotros.
Esta noche hablaremos de teatro y de locura y para eso hemos invitado a Pablo Rosal y conversaremos con él sobre dos de sus obras: “Los que hablan” y “Castroponce”.
Pablo Rosal es poeta, actor, dramaturgo y director de escena. Licenciado en Humanidades, cursó estudios de Dirección y Dramaturgia en el Instituto de teatro de Barcelona y también ha sido profesor de literatura y teatro. Ha escrito y dirigido varias obras de teatro.
“Los que hablan”
Una pieza donde dos recién llegados, dejando al descubierto toda su fragilidad, se inician en el arte de conversar. Son dos buscadores de palabras. Dos clown que juegan con sonidos, ruidos, ritmo, movimientos con los que van hilvanando un lenguaje que crean y recrean. Un juego divertido. Un bla, bla, bla, que los sorprende. Repiten y repiten. Rompen las palabras por lugares insólitos como buscando entre sus letras. Las saborean con placer. Aplicando distintas entonaciones, variando el volumen, para encontrar aquello que se desliza y que no pueden alcanzar, hasta caer exhaustos por el esfuerzo. Su deseo es conectar con el otro, ¿qué hay que hacer para que el otro te conteste?, pero siempre hablan de los otros, las historias son ajenas. Y ante la pregunta de ¿Cómo estás? Se produce el silencio, no hay respuesta, no hay palabras. Hablar es tan fácil… ¿De dónde vienen las palabras? Hablar es, tal vez, un camino desde la soledad hacia la soledad. La magia de las palabras no alcanza para llegar a esas zonas donde el dolor y la muerte hacen acto de presencia.
“Castroponce”
Simposio intermunicipal de teatro político en Tierra de Campos
Un solo actor que no sabe ser actor se despliega, y desde la ausencia, experimenta el vacío y la creación. Va transformándose para recrear y relatarnos lo sucedido en el Simposio sobre teatro político. Ocupando el lugar de las distintas figuras que participan en el encuentro: la secretaria, la pianista, la profesora de música, el propietario del bar, un mayordomo, una gestora y agitadora… El actor va realizando una mudanza en su discurso, en su voz, en pequeños gestos, detalles para trasladarnos a otros cuerpos. A otras identidades.
Este Simposio sucede diez años después de que la alcaldesa Lourdes Chaparro Bracamonte hubiera organizado una reunión donde propuso una nueva manera de hacer política. La que llamo: “Nueva propuesta para una política eterna”. Cito:
“Imagino a un consistorio compuesto de personas desplazadas de su eje, incómodas en su posición, incompletas siempre, sustraídas de la identidad y la pertenencia, empujadas a amar lo otro, a amar fuera.”
Se propone a los políticos dar un salto, ir más allá, crear una actividad más imaginativa, más creativa. Ocupar el lugar de lo desconocido, el lugar incierto para hacer de la búsqueda un encuentro. Ordenar aquello que se nos escapa. Realizar el esfuerzo de crear una forma nueva desde lo desconocido. Dar la oportunidad a que surja algo distinto desde lo más humano.
Su propuesta no tuvo una buena acogida. Lourdes renuncia a su puesto de alcaldesa, abandona su pueblo para irse a Palencia y abrir una escuela de teatro. Diez años después Lourdes regresa a su pueblo y sin resentimiento organiza un Simposio en Castroponce para compartir ideas y experiencias sobre teatro político y así lo expresa:
“Traigo mis últimos diez años de vida lejos de aquí, mis diez años de experiencia en el teatro y en el teatro político porque me parece algo bello, y la belleza es quien realmente genera las relaciones, que son a la postre el tejido de la comunidad. De eso he venido a hablaros junto a estos maravillosos ponentes que tan bien conocéis.”
Por alguna razón, que tal vez no pueda explicar con toda claridad, leer esta obra me recordó a Pessoa y sus heterónimos donde la palabra encarnada sostiene una poesía con diferentes acentos.
Antes de terminar quisiera leer un brevísimo fragmento que encontré en el libro del Desasosiego de Pessoa y que tal vez esté en consonancia con el alma de esta obra:
“Es regla de vida que debemos y podemos aprender de todo el mundo. Hay cosas de seriedad de la vida que podemos aprender de charlatanes y bandidos, hay filosofías que nos suministran los estúpidos, hay lecciones de firmeza y de ley que por azar llegan desde aquellos que el azar eligió. Todo está en todo.
En ciertos momentos muy claros de mi meditación, como aquellos en los que, al comienzo de la tarde, me paseo de observador por las calles, cada persona me aporta una noticia, cada casa me ofrece una novedad, cada cartel tiene un aviso para mí.
Mi paseo silencioso es una conversación continua, y todos nosotros, hombres, casas, piedras, carteles y cielo, somos una gran multitud amiga, acodándose con palabras en la gran procesión del Destino.” Entendiendo aquí por destino la aventura de la vida.
Fernando Pessoa, Libro del Desasosiego
Para dar comienzo a este encuentro tendremos a dos jóvenes: la actriz Alicia Rubio y el actor Daniel Jumillas que van a realizar una lectura dramatizada de un fragmento de la obra “Los que hablan”
Luego tomará la palabra nuestro invitado Pablo Rosal, quien nos hablará de su vocación como escritor y de su relación con la palabra, el teatro, la vida y la locura.
A continuación, nuestra compañera Carmen Bermúdez realizará un comentario. El cierre lo hará Pablo Rosal deleitándonos con un fragmento de su obra “Castroponce”
Y finalmente daremos la palabra a la sala para comentarios y preguntas.
Encuentro con Pablo Rosal
Por Carmen Bermúdez – Miembro de la ELP y de la AMP
Buenas noches, les doy una bienvenida especial a este último encuentro organizado por la actual comisión de la BOLM, de la que soy directora. Que se haya podido realizar tiene un valor especial para mí. Los que me conocéis sabéis de mi gusto por el teatro. Cuando asumí la dirección de la Biblioteca el proyecto de invitar a nuestra sede a alguna de las personas vinculadas a las artes escénicas, con las que hemos conversado a lo largo de estos años en diferentes actividades de nuestra sede, era un aliciente para mí. Pero las dificultades para volver a encontrarnos en persona aquí, en nuestra bonita casa, fueron retrasando este proyecto. Afortunadamente hoy lo hemos conseguido.
Quiero agradecer especialmente a Pablo Rosal, Alicia Rubio y Daniel Jumillas que hayan traído el teatro a nuestra sede.
Este encuentro se gestó a partir de una serie de contingencias y por el deseo de esta comisión.
Cuando, tras el confinamiento inicial, se pudo empezar a asistir a los teatros, aún con restricciones, algunos miembros de nuestro equipo asistimos al estreno en el Teatro de la Abadía de Los que hablan, de Pablo Rosal. Nos impactó el texto. Eso generó en Sonia Riera el interés por entrevistar a Malena Alterio y Luis Bermejo para nuestra revista digital, La Brújula. Hoy cuento con ella a mi lado para coordinar este encuentro y le agradezco su bello texto de presentación.
Posteriormente, cuando pensamos en un posible invitado para la Biblioteca, se nos ocurrió la posibilidad de contactar con Pablo Rosal y, por otra feliz contingencia, a través de Pilar Berbén llegamos a él.
El tema propuesto surgió en nuestra reunión de equipo: “Teatro y locura”. Nos encontrábamos en el momento previo a nuestras XXI Jornadas, “Todo el mundo está en su mundo” y con nuestro Congreso Mundial, “Todo el mundo es loco”, en el horizonte venidero.
Cuando nos reunimos la primera vez con Pablo le interesó mucho el tema propuesto. Posteriormente, a partir del estreno de Castroponce, al que también hemos asistido algunos de nosotros, le pedimos ambos textos al autor, que nos envió muy generosamente,lo que nos ha permitido trabajarlos en la comisión.
Aprovecho para hacer una encarecida recomendación para que estéis atentos a las futuras puestas en escena de estas dos obras y a la publicación del texto de Los que hablan.
Pensando acerca de por qué le hemos hecho esta propuesta a Pablo Rosal se me ocurría que, cuando asistimos a la representación de Los que hablan, la sensación era de estar presenciando un diálogo inconexo de dos personas, cada una de las cuales parece estar “en su mundo” pero con una voluntad de hablar, con una fascinación por las palabras.
Parece lo que se denomina coloquialmente un diálogo de besugos, una conversación sin coherencia lógica, según la RAE, y que a veces se considera como de locos.
Pero este texto me hacía pensar en lo que plantea Lacan en el Homenaje a Marguerite Duras, a partir de su lectura de El rapto de Lol V. Stein: “Un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición, aunque esta, por tanto, le sea reconocida como tal: la de recordar con Freud que, en su materia, el artista siempre le lleva la delantera y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino. Reconozco esto en El rapto de Lol V. Stein, en el que Marguerite Duras evidencia saber sin mí lo que enseño”.
Ya en las “Notas dispersas e irresueltas” que hemos escuchado al principio en boca de los actores, nuestro invitado plantea conceptos con los que nos manejamos: “detritos”, “más allá de la identificación”, “inacabar frases”, “obviar todo lo que se sabe del teatro”, etc. Cuando escuchamos su texto en boca de los actores o cuando leemos sus notas recordamos estas palabras de Lacan.
Revisando el número 15 de nuestra revista Letras Lacanianas, titulado “Locuras” en el editorial de Celeste Stecco encontré las siguientes referencias que resonaban con los textos de nuestro autor:
“El psicoanálisis muestra algo que cada uno sabe, aunque no sepa que lo sabe: que la experiencia de la locura es propia del ser hablante, uno por uno, y que es efecto de su encuentro traumático con el lenguaje.
“El lenguaje hace grieta en los cuerpos, expone al encuentro con el enigma sin sentido e inapresable de ex -sistencia, a la vez que se ofrece como instrumento para inventar algo con él”.
Algo de esto muestra para mí Los que hablan.
El psicoanálisis y el teatro
Lacan considera que no existe el psicoanálisis aplicado a las obras de arte o literarias, lo plantea en La juventud de Gide y lo muestra también en El homenaje a Marguerite Duras y dice que “el psicoanálisis sólo se aplica, en sentido propio como tratamiento y, por lo tanto a un sujeto que habla y oye”. (Juventud de Gide)
Lacan no aplicará el psicoanálisis al arte ni al artista, sino el arte al psicoanálisis, pensando que el arte permite hacer la teoría psicoanalítica. A Lacan le inspiran M. Duras, Shakespeare (Seminario 6 dedicado a Hamlet), Claudel, Genet, Sófocles, Racine. A Gide le dedica un artículo y a Joyce un seminario.
Si el arte organiza la obra en torno al agujero, procediendo mediante la represión, se puede concebir que el psicoanálisis aplicado a dicha obra, según Freud, intenta hacer sobresalir un retorno de lo reprimido en la obra o el artista. Eso lo hizo con respecto a Leonardo Da Vinci.
En cambio, no parece que haya en Lacan el propósito de percibir lo que el artista o la obra reprimen sino lo que la obra y el artista interpretados hacen percibir lo que la teoría desconocía. La obra va, incluso al encuentro del psicoanálisis aplicado, para hacerle tomar conciencia de sus eventuales prejuicios, y el teórico del análisis recibe de la obra de arte, podríamos decir, su mensaje en forma invertida.
Lacan en las lecciones dedicadas a Hamlet en el Seminario 6 explicó que el teatro presentifica el discurso del Otro, sea bajo la forma del personaje, sea porque el actor enuncia el discurso de otro (el autor). La representación, dice, le añade un plus al hacer real el hecho de que la verdad se presenta bajo la forma de una ficción. Y en Hamlet, el teatro dentro del teatro hace aún más evidente, tematiza el hecho de la verdad como ficción.
Las grandes obras de teatro, a partir de entonces, serán todas, a la vez, presentificación del Discurso del Otro, organización en torno al deseo (Hamlet) encuentro de los límites entre el eros y la locura (Edipo, Antígona), por ejemplo.
Desde ciertos puntos de vista, cada una de esas grandes obras trata de cada uno de los temas privilegiados en las otras. Lo trágico, lo cómico, el falo, el deseo, etc., se reencuentran situadas en cada una de esas construcciones, en esas ficciones que tienen función de verdad.
Dice Lacan que, de la misma manera que el actor presta no sólo su cuerpo, es decir, su imaginario, sino también su “inconsciente perfectamente real” al Discurso del Otro, el significante se encuentra articulado en torno de un real específico que constituye el valor del teatro y que servirá de verificación para el analista.
Algunas de estas reflexiones las he recogido de una publicación de François Regnault, titulado El arte según Lacan, publicado en editorial Eolia.
Quisiera reflejar aquí algunas reflexiones de un texto de otro de nuestros interlocutores del mundo del teatro, Juan Mayorga, al que Celeste Stecco y yo entrevistamos para la revista de nuestra sede, Letras Lacanianas. Se trata de un artículo publicado en su libro Elipses, titulado “Teatro y psicoanálisis”. “El psicoanálisis ha tenido un enorme impacto sobre la autocomprensión del ser humano y, por tanto, sobre el teatro. Por supuesto, el teatro no necesitaba al psicoanálisis para descubrir la importancia que pueden tener en una vida las motivaciones inconscientes, los impulsos reprimidos, los recuerdos dolorosos… todos esos elementos son tan antiguos en los escenarios como el teatro mismo, pero el psicoanálisis a afectado al modo en que son nombrados y observados y, por tanto, al modo en que son representados en escena. Es difícil poner un padre y un niño en un escenario y sin acordarse del Freud lector de Sófocles”.
Joyce
Y respecto a Joyce, al que Lacan dedica un seminario completo, diremos que es el último gran artista del que Lacan habló y sobre el que se interesó muy tempranamente.
Lacan nos dice sobre Joyce el su seminario 23, El sinthome, “Los significantes encajan unos con otros, se combinan, se aglomeran, se entrechocan -lean Finnegan’s Wake,– y se produce así algo que, como significado, puede parecer enigmático, pero es realmente lo más cercano a lo que nosotros los analistas, gracias al discurso analítico tenemos que leer: el lapsus”.
Una obra que, desde el Ulises hasta Finnegan’s Wake se ubica enteramente del lado del lapsus, de la escritura, se revela como el ejercicio analítico mediante el cual Joyce mantendría a distancia algo así como una psicosis. No se volvió loco porque se hizo un escritor.
Se le impone una cierta relación con la palabra, hasta el punto de que termina por romper, disolver el lenguaje mismo, por descomponerlo, sigue diciendo Lacan en su seminario.
Y ahora nos toca hablar
Agradezco a todos vuestra presencia, especialmente, como ya dije, a nuestros invitados, y a los componentes de mi comisión que me han apoyado fuertemente y más aún en el día de hoy.
Carmen Bermúdez, 16 de diciembre de 2022
no empezar
Te voy a dar, oh escuchador,
todo el tiempo.
He tardado varios días pero al fin
He conseguido pararlo todo.
Te voy a dar, oh escuchador,
todo el tiempo
para que me entiendas,
porque las frases se equivocan,
porque el recitante se equivoca,
pero el Poema jamás.
Te aseguro que no voy a avanzar,
el verso nunca avanza,
no me voy a alejar de aquí.
No hay perspectivas ni problemas a resolver.
Es sólo lenguaje,
el lenguaje del te quiero hoy es martes,
que se tropieza, que se atraganta
y se cae en sí mismo.
Voy a repetir los versos tantas veces como respiramos
para que el verso sea el paisaje por el que camina tu escucha.
El verso es la respiración de la escucha, el verso respira,
hace respirar: hablar es respirar al mismo tiempo,
este pedacito de aire emocionado.
Voy a repetir los versos,
versos que caminan dentro de versos.
Es el lenguaje que no se escapa.
Es lo único que voy a hacer, oh escuchador,
no escaparme.
Te voy a dar, oh escuchador,
ruidos y silencios y palabras. Sólo esto.
Nada voy a añadir,
se ha acabado lo nuevo,
se ha acabado la necesidad de lo nuevo.
Te voy a dar ruidos y silencios y palabras.
La palabra, sí, la conocida, la famosa,
la que trae las imágenes, imágenes a medio hacer,
míralas:
casa, manos, mamá.
Que no se acabe nunca la imagen,
que se transforme dentro de ti
como el rayo de sol que no cesa de transformarse.
Que no se acabe nunca la imagen:
cosa, mundo, papá.
Y el sonido aquí está,
es este lugar, es este espacio que escucha,
son todos los movimientos del universo:
sólo el sonido sabe lo que sucede ahora.
Entonces escucha cómo aparece el siguiente verso
en esta inmensa explanada vacía.
Escucha esta explanada,
la aridez del poema,
la sequedad antigua.
La inmensa explanada del poema…
Oh escuchador, mira a lo alto,
allí está el siguiente verso,
míralo llegar, mira cómo se cae para vivir en ti,
mira cómo cae,
cómo se posa sobre tu alma bella.
Que las manos de tu alma lo acojan con suavidad.
El verso hermosamente servido, soy tu camarero.
Escucha cómo el verso se encarna en mi voz
y se aposenta en tus órganos, en tus cuevas, en tus sangres.
Se mezcla la saliva del verso con la tuya,
oh escuchador.
Tengo la saliva como el mar.
Y entonces intenta agarrar el verso,
y escucha cómo se te escapa:
siempre el verso a punto de ser, siendo,
el verso se te escapa siendo verso.
Mira las manos del alma vacías, entonces.
Se ha vuelto a escapar el verso.
Sígueme, oh escuchador,
Caminemos por esta realidad de versos que se escapan;
Versos que al irse se llevan consigo vida y muerte y tiempo.
Pablo Rosal
Resonancias sobre el Encuentro con Pablo Rosal
Teatro y locura
Por Jesús Rubio Campuzano – Socio de la Sede de Madrid de la ELP
Del simposio con Pablo Rosal, empezaré por la sorpresa, la del escenario, donde las personas dialogan, actúan y el ser se mueve. Fue el cierre de 2 años de trabajo en la Biblioteca, el paso de la necesaria y útil virtualidad a la añorada presencia, y la falta volvió a aparecer. Así lo sentí yo. En la Escuela se necesitan cuerpos, en la nuestra y en la griega, entonces… ¿Entonces? Que empiece la función.
Tomaré la intervención de Pablo Rosal, no sin antes invitaros a leer, en la Brújula, las participaciones excepcionales de Carmen Bermúdez y Sonia Riera en la mesa. Él gesticula, se remanga, sus manos cobran vida, si Lacan pensaba con los pies, las de Pablo hablan, no hay truco ni magia, ocupan espacio, tiempo, actúan, interpelan, las lanza, te alcanzan.
¿Y la palabra? Comienza sin papeles ni guion, sin saber por dónde o qué decir, de improviso, momento oracular, inventa. “…La vida es un escenario, esta sala, una cena de amigos… Yo trato de llevar el escenario que hay en mi cabeza, de mi cabeza al teatro… Soy un escemita, escenador…”. Y juega, y nos invoca: “…Aquí se puede hablar de locura…de nuestras flaquezas mentales … Yo dialogo con todas las personas que leo, que están en mi escenario… ese escenario se puede llamar soledad… Yo sé que hay un eco, un espacio dentro de mí, lógica que no me pertenece … Atrevernos, no haber sido… más allá de la digresión…a pensarse en público… La soledad no la he disociado nunca de mí… No valemos siempre la pena… hay que dejar espacios… a vivir esos huecos…”.
Y de repente un sutil testimonio, símil de un pase de análisis, o eso a mí me evocó: “… Sé de nacimiento que carezco de naturalidad, nací con un hermano al lado que era extrovertido, bobalicón, que no tiene filtro, un exceso de energía constante… Y desde pequeño decidí: ¡ah vale, voy a decidir ser alguien de aquí a un tiempo! Esto tiene ya que ver con Los que hablan (obra muy recomendable del autor que se representó y representará en el teatro del Barrio) … con la creación del lenguaje… no es tan obvio hablar…”.
Lacan, en su Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein, nos recuerda que en su materia el artista le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino. Gracias Pablo Rosal por tu magistral y agujereada enseñanza donde locura y teatro concuerdan.
El encuentro se produjo el miércoles 16 de noviembre de 2022 a las 20:30 h., en la sede de Madrid.