Algunos Flashes…
Alejandro Tolosa
Socio de la Sede de la ELP de Madrid
Siempre me hablaron bien de PIPOL. Algunos incluso me dijeron que era el congreso más interesante de la AMP. Así que las expectativas eran muy altas…
Y bueno, después de ver congregadas a más de 1200 personas atravesadas por la causa analítica, debo decir que fue tan emocionante que es una cita que intentaré no perderme nunca más. Expectativas cumplidas.
El psicoanálisis está muy vivo. Y su potencia, a diferencia de la filosofía u otros saberes que transitan el pensamiento sobre lo humano, se enraíza en la práctica clínica. Ese encuentro entre la teoría y lo que pasa al interior de las consultas es el oro que nos permite agujerear las infatuación propia del intelectual.
Me quedo con eso. Con las “simultaneas” en las que pudimos ver el trabajo de colegas orientados por las enseñanzas de Lacan alrededor de todo el mundo. Todos en el esfuerzo decidido en hacer perdurar el psicoanálisis y relanzar el deseo que despeja el camino e insiste en los cuerpos.
El deseo día a día, sesión a sesión, uno por uno.
Violeta Conde
Socia de la sede de Madrid de la ELP
“Unir a su horizonte la subjetividad de su época” [1], compleja tarea que nos atañe como analistas, y con la que me confronto en este mi primer encuentro de Pipol: se trata de leer, no de concebir la época. Un encuentro que posibilita agujerear el sentido fijado de ciertos significantes contemporáneos, donde crear lazos de trabajo con otros, y del que me llevo muchas cuestiones para continuar interrogándome. Desde el psicoanálisis lacaniano, ¿qué padre entonces? No el padre de la ley, del autoritarismo, o del educador. El lugar del padre en el psicoanálisis lacaniano es un lugar vacío, se trata de un padre que dice sí al deseo, que se posiciona en la no relación sexual dejando así lugar para la invención. Me resuena la frase de Eric Laurent: Un lugar marcado como un vacío, es un lugar muy sólido.
Julieta Miguelez
Socia de la sede de Madrid la ELP
Pipol 11: Muchas lenguas, un horizonte compartido
En el mes de julio tuvo lugar en Bruselas el último congreso de Pipol 11. Un espacio de encuentro con colegas de varias partes de Europa. Aunque para algunos esta ha sido nuestra primera experiencia, para otros sin embargo, ha sido un gran reencuentro luego de la pandemia.
El tema a trabajar “Clínica y Crítica del patriarcado” desde el principio planteó sus complejidades. Los debates que comenzaron antes en los espacios propuestos de cara al congreso, nos iban anticipando que aún para nosotros, quienes nos orientamos por el psicoanálisis, este es un tema que sigue teniendo muchas aristas, en el que no siempre es posible estar de acuerdo, pero que eso tampoco significa que alguien tenga la razón.
Pero es justamente en la riqueza de las diferencias, de lo que no cierra, donde se abre la puerta para que lo particular del goce de cada quién haga su entrada en escena.
En esta oportunidad tuve la posibilidad de asistir a diferentes mesas simultaneas en las que se presentaron casos clínicos en distintos idiomas. Pude así escuchar y compartir las experiencias de colegas de diferentes partes del mudo que en su propio idioma, su propia lengua, pudieron dar cuenta de su trabajo clínico, de cómo los sujetos se las arreglan (o no) con el sufrimiento, y de las apuestas singulares de cada uno de estos analistas para acompañarlos.
Fundamentalmente ha sido una experiencia que me permitió reencontrarme una vez más con aquello que hace a la esencia del psicoanálisis, lo singular del goce que habita en cada uno.
Un ponerse de cara a un horizonte que, como dijo alguno de los ponentes, permite “levantar la tapa, la tapadera del patriarcado, para encontrar significantes particulares” que, lejos de la lógica de esta época que tiende a universalizar, nos lleva a pensar su efecto en la dirección del uno por uno.
Aquello que inauguró Freud, el primero en darle el lugar a la palabra de las mujeres, grandes silenciadas de su época, se reedita cada vez que hay un analista que consiente, tal como nos enseñó Lacan, a ocupar el lugar de objeto capaz de escuchar sin desear el bien, sin pretender saber, como el amo, qué es lo correcto, lo que está bien. Pipol 11 fue un gran encuentro en el que acuerdos y desacuerdos convergieron poniendo de relieve que es imposible decir todo, que siempre hay algo que escapa, pero fundamentalmente capaz de dar cuenta que ante todo es el psicoanálisis, aquello que nos convoca y nos orienta, y que desde allí, hablemos la lengua que hablemos, sigue habiendo mucho por decir.
Isabel Álvarez Martín
Mi primer PIPOL ha sido una experiencia muy emocionante, enseñante y maravillosamente agotadora. Lo primero que me resuena al recordar las numerosísimas intervenciones de las personas que han participado, son las palabras de Clotilde Leguil sobre el patriarcado y el enigma de la sumisión, y en especial, sobre el consentimiento a esta sumisión. Esto permite deslizar la pregunta de ¿por qué existe dominación? que nos aleja de la cuestión al poner en otros las causas a ¿por qué nos sometemos? que nos permite subjetivar y hacer algo diferente con lo que nos pasa.
Marta Ortiz Caballero
Movimiento vivo, en el que fluye el discurso, el intercambio de ideas, hace emerger novedosas perspectivas y extraordinarias propuestas, de una manera experiencial y palpable. Una fuente que empuja al psicoanálisis a abordar la actualidad de nuestros días desde la clínica, y tiene mucho que decir… PIPOL lo hacen los compañeros, los colegas, los ponentes, los invitados, todos y cada uno aportando su saber. En definitiva, para mí ha supuesto una gran riqueza personal y profesional.
Mila Ruiz
Socia de la Sede de la ELP de Madrid
Además, el arte tuvo su tiempo en PIPOL 11
También el arte tenía algo que decir, o en realidad más bien, mostrar, a la clínica y crítica del patriarcado.
El domingo 2 de Junio por la tarde se abría la sala principal del Mont des Arts a las 13.45 dándonos tiempo exacto de 5 minutos para cerrar puertas y no dejar pasar a nadie más hasta el final de la secuencia. Era el momento que el Congreso había preservado para el Arte.
Solal Mariotte, coreógrafo, bailarín y hip-hopero, a sus 22 años, se presentó él solo llenando toda la sala, la visión y la expectación de los que asistíamos a su Collages/Ravages.
Sutil e inagotablemente nos guio hacia otra dimensión del tiempo y el cuerpo en una relación con el imaginario más amplia. Haciéndose uso de las herramientas de la danza, la poesía, la representación teatral, los gestos y los gemidos; jugó, improvisó, nos provocó y exploró una autoexpresión plural, cuestionando las nociones de patrimonio e identidad.
Y sin poder ni querer ignorar la frase en rojo con la que acababa abrochando el folleto que ocupaba cada uno de los asientos de la sala; “Por favor no me abandones en tu asiento, llévame contigo”, os transcribo aquí el texto que nos dejó traducido a las 4 lenguas que se utilizaron en el Congreso, y que para mí no admiten desperdicio:
“¿Qué heredo? ¿Cuáles son los valores que decido conservar, olvidar o transformar?
¿qué huella deja mi break dance?
En la cultura hip-hop, existe la noción de familia, como lo demuestra el nombre de mi grupo: “Above the Blood”.
“Collages/Ravages” es una batalla contra mí mismo, que habla del sexismo en el mundo del breakdance.
¿Hay otra forma de expresarme aparte de un físico varonil?
¿Cómo traducir la suavidad, la ternura, la sensualidad y las emociones que me atravieasn?
Este es solo un intento de vincular el hip-hop y la danza contemporánea, lejos de los clichés, muchas veces sexistas, que los oponen.
¿Recuerdas cuando eras niño?
Veo bailar a mi padre.
Un hombre destinado a ser perfecto.
¿Y yo? ¿Cuál es mi destino?
(…)
¿Dónde se termina la piel?
Mi cabeza se está poniendo pesada
Entonces, la lanzo en una calle con una gran pendiente. Rueda, nunca se detiene.
Siempre, mi cuerpo está ahí. Mi corazón late, siempre demasiado rápido; él me susurra los secretos de mi infancia. ¿Los escuchas?
(…)
¿Dónde estoy?
Estoy en el tiempo de la tranquilidad. El tiempo de la lentitud, de la retrospectiva, de la nada, del silencio. De la muerte. Entonces la sombra me llama y bailo.
Bailo”
¿Qué más decir?, solo las últimas palabras que Solal pronunció:
“…yo le amaré,
y por eso,
le mentiré”
Eloísa García Laynez
Socia de la sede de Madrid de la ELP
Un ponente lee un caso interesante y bien armado sobre un niño con dos madres y sobre cómo opera ahí la trasferencia. Al finalizar la Lectura la presidenta de la mesa le formula una pregunta, y el analista, que ahora ya no lee, dice sobre el pequeño paciente que “él era un niño heterosexual, era normal”. Dejando claro que debemos seguir criticando el patriarcado, el heteropatriarcado que nos invade más de lo que creemos.