Fotografía del encuentro

Santiago Castellanos

Miembro de la ELP y AMP

Reflexiones e historia acerca del dispositivo del pase de la ELP

Respondo con algunas reflexiones a las preguntas que me ha formulado Gabriela Medin para el espacio del pase de la sede de Madrid, a partir de mi experiencia en el dispositivo del pase y de la convocatoria, como presidente de la ELP, del colegio del pase en marzo de 2015.

1.- ¿En qué contexto político se decidió poner en marcha en la ELP un dispositivo propio del pase?

Lacan fundó su escuela sobre una experiencia que no seguía el modelo de una sociedad científica, subvirtiendo el encuadre ritualizado y formalizado del modelo freudiano y de la IPA. La Escuela era una asociación por el trabajo en relación con la causa analítica, por el progreso del psicoanálisis. Hay un real en juego en la formación del analista y la Escuela tiene la responsabilidad en el control de esa formación[1], en la promoción del deseo de saber y de la transferencia de trabajo y no se articula a partir de un saber establecido.

Lacan suprime la lista de didactas para que cada uno se analice con quien quiera. Tres años después de su fundación Lacan reúne a lo AE y AME de su Escuela para discutir con ellos la Proposición del Pase de 1967, lo que provoca un gran debate y la partida de algunos notables de la EFP, como Perrier y Valabrega.

A partir de la Proposición, el AME (Analista miembro de la Escuela) es a quien la Escuela reconoce como psicoanalista porque ha dado pruebas suficientes de ello a partir de la práctica. El AE (Analista de la Escuela) es quien ha testimoniado en el pase a partir de su propia cura del pasaje de analizante a analista y puede estar en condiciones de analizar la experiencia de la Escuela.

Para Lacan el pasante es un analizante que hace el pase no en tanto analista experimentado, sino al final de un recorrido analítico. Es un dispositivo dirigido a los jóvenes que han hecho una experiencia analítica y podían ser reconocidos como analistas a partir de eso, lo que provocaba un gran malestar en un sector considerable de los notables y didactas.

Quiero introducir algunas fechas que nos sirven de referencia.

En junio de 1982, la ECF adopta por primera vez el reglamento interno del dispositivo del pase de la Escuela.

El 22 de septiembre de 1990 fue anunciada en Barcelona la creación de la Escuela Europea de Psicoanálisis.

En 1992 se crea la Asociación Mundial de Psicoanálisis. En el VIII Encuentro Internacional del Campo Freudiano, en 1994 en Paris, Miller introdujo el estilo del testimonio del pase.

En el año 2000 en el II Congreso de la AMP en Buenos Aires se decidió la creación de la Escuela Una.[2]

Es en ese marco que se crea la ELP en el año 2000. El primer cartel del pase de la EEP funciona durante el período de a finales de los años 90.

En el Congreso de la AMP en Roma (2006) la Escuela Europea de Psicoanálisis se transforma en la Federación de Escuelas Europeas con autoridad sobre el procedimiento del pase.

Posteriormente, se abre un debate acerca de la posibilidad de que la ELP (2009) tenga un cartel propio, tal y como ocurría en otras Escuelas de la AMP.

El 5 de marzo de 2011 se aprueba con la presencia de Miller el primer reglamento del dispositivo del pase de la ELP, con la condición de evaluar su funcionamiento en 2015.

Miller plantea en ese momento, según recoge el acta de la reunión: “El problema no es inventar maniobras burocráticas, no hay un Otro que quiera imponer su ley. Se trata de obtener un resultado: conseguir que analizantes de analistas que practican en España se presenten al pase. Que no sólo se presenten analizantes de analistas franceses. Esto sería el acontecimiento de Escuela, algo fuerte que mostraría que estamos en un nuevo periodo”[3]

Miller ubica claramente el verdadero acontecimiento de Escuela en ese momento y por lo tanto el aspecto político más relevante a verificar unos años después. Como presidente de la ELP en 2015 tenía el mandato de organizar la convocatoria de un Colegio del pase en el que se trataba de hacer un balance del período anterior y discutir la conveniencia de si la ELP mantenía o no un dispositivo del pase propio. Se trataba de verificar que pasaba con los analistas de la segunda generación que se analizaban en España. La mayor parte de los analistas de la primera generación de la ELP habían iniciado sus análisis en Paris.

El Colegio del pase pudo concluir su debate (2015) haciendo una propuesta de reglamento para la Asamblea General de miembros en noviembre de 2015.

Desde la constitución del cartel del pase en diciembre de 2011 se han presentado un número importante de pasantes, miembros de la ELP, al dispositivo del pase propio[4]. De los 11 AEs nominados, miembros de la ELP, seis de ellos se han analizado en España y algunos fueron nominados por el cartel del pase de la ECF.

2.- ¿La doctrina acerca del final del análisis ha cambiado con el tiempo, de qué forma esto ha influido en el funcionamiento del dispositivo en la Escuela?

3.-Las enseñanzas y los testimonios también han cambiado desde la puesta en marcha del dispositivo en la AMP, basta con leer testimonios de distintas épocas para percibirlo. ¿Cómo entiende estos cambios y que enseñanzas podemos extraer de esta experiencia?

La doctrina del final del análisis cambia a lo largo de la enseñanza de Lacan, pero todo esto es anterior al dispositivo propio de la Escuela, que es muy reciente, desde el 2011. Nuestra experiencia con cartel propio ya es deudora de toda la experiencia anterior.

El pase tiene tres dimensiones, la clínica, la epistémica y la política. Todo lo que atañe al funcionamiento del dispositivo corresponde más a la dimensión política e institucional, no tanto a la clínica y epistémica.

Miller transformó el pase en un testimonio público (con Lacan no fue así), de tal manera que lo que resulta de un análisis llevado hasta su final, hasta su término lógico, más allá de lo terapéutico; es una mutación que cambia al sujeto en su relación al goce: «Esta relación se llama fantasma fundamental, su desvelamiento, su atravesamiento no deja de tener incidencias sobre la pulsión misma. La posición que resulta de ello es la posición exigible al analista[5] »

No se trata de la verificación de su práctica sino de las consecuencias producidas por la separación del sujeto de las cadenas de sus identificaciones y la pérdida de goce que eso comporta.

Lacan se refirió en dos ocasiones al atravesamiento del fantasma. La primera en el seminario 10 [6] y la segunda en el texto “Sobre la experiencia del pase” (1973), establecido por Miller, en que lo plantea en relación con el final del análisis: “Utilizando una palabra que tomé de una persona a la que oí en una de estas salas, diré que el pase era algo así como el relámpago… ¿Puede el pase poner efectivamente de relieve ante quien se ofrece a él, como es capaz de hacerlo un relámpago, con una luz totalmente distinta, un cierto sector de sombras de su análisis? Es una cosa que incumbe al pasante. Puedo asegurarles, y creo que en el jurado de confirmación nadie, ni siquiera Leclaire, me desmentirá, que el pase fue para algunos una experiencia absolutamente conmocionante”.[7]

Se trata de que el analizante se desprenda de los efectos que ha tenido para él el fantasma, implicando una mutación de su relación con el goce. Entonces se trata de un franqueamiento de la defensa fantasmática que Lacan denominó franqueamiento del fantasma.[8]

Lacan se pregunta en el Seminario XI cómo se vive la Pulsión una vez atravesado el fantasma y el pase sería una forma de saber qué ocurre con esta relación con la pulsión en la clínica del final del análisis.

Esta perspectiva supone que tras las caídas de las identificaciones que aseguraban la consistencia al sujeto, que se sostenían en la existencia del Otro, que las garantizaba, el analizado se encuentra con el agujero de lo real y con la cuestión del modo de gozar. Son los AE los que nos tienen que enseñar acerca de la modificación y el uso del fantasma después del pase.

La perspectiva del sinthome Miller la plantea como “lo que hay de común entre síntoma y fantasma, modo de gozar singular de un sujeto, captado en su funcionamiento positivo”[9]. El sinthome podemos hacerlo equivaler a lo que Freud denominaba “restos sintomáticos”, lo que no varía, lo que nos plantea la pregunta acerca de lo que cambia y no cambia sobre el núcleo de goce del sujeto. Por fuera de sentido, ese núcleo de goce ya no se dirige a nadie, es un “acontecimiento de cuerpo” que tiene consistencia de goce. Ya no se trata del síntoma como padecimiento sino de la perspectiva de su funcionamiento y la satisfacción que conlleva.[10]

En la experiencia del último cartel hay una elaboración acerca de la diferencia entre el final del análisis des el punto de vista del atravesamiento del fantasma y del sinthome.[11]

Efectivamente, podemos observar un cambio en los testimonios de los años 90 a los de la actualidad. Los primeros ponen el acento en la perspectiva del atravesamiento del fantasma y los últimos en la perspectiva del sinthome. Evidentemente no se contrapone la una a la otra, más bien se complementan. Este cambio es el resultado del Work in progress del conjunto de los dispositivos del pase de la Escuela Una que han mantenido desde hace décadas una conversación clínica y epistémica sobre estos puntos.

Aquí es necesario hacer una aclaración. En el recorrido de un análisis se produce no solamente el atravesamiento del fantasma y una reducción del goce, sino que en el pase también se trata de verificar no sólo lo que se ha vaciado, sino también cómo se las arregla cada uno con el resto de goce ineliminable, una vez que se ha desprendido de los significantes que lo determinaron y del discurso del Otro, que dejaron sus marcas y huellas. Lo que resta es una escritura que surge en el lugar del “no hay relación sexual”. Se trata, entonces, de cómo arreglárselas no con el vacío, sino con el goce positivado.

El informe del cartel D-12 subraya que como orientación, los miembros del cartel escuchan y se dejan sorprender por lo que nos enseña cada final del análisis, la singularidad de un real que resuena cuando se escucha a los pasadores.[12] Para el cartel es fundamental, que más allá de la historia que se cuenta y de los efectos terapéuticos obtenidos, se demuestre la lógica analítica y las operaciones que produjeron los cambios en el programa de goce, de manera que lo que se dice quede como un enunciado “encarnado”; es decir, como una enunciación que se transmite al cartel y que produce un efecto de convicción. El pase no se transmite a partir de una demostración detallada del caso o de su formalización lógica a través de determinados enunciados, sino en la enunciación que el pasante transmite a los pasadores y éstos al cartel.

Otro aspecto que señalan los informes de los diferentes carteles del pase es la dificultad encontrada en los pases en relación a la emergencia del deseo del analista. El deseo del analista no puede quedarse en lo indecible. Se espera una transmisión de lo que se puede decir de eso y del encuentro con el agujero, lo real, al final del análisis. Esto siempre es singular para cada uno: “Tan pronto como se habla del final de análisis en términos de liquidación de la transferencia o de caída del sujeto supuesto saber, uno siempre se ve conducido a la solución vía la identificación”, nos dice Miller[13]. En realidad, lo que cae es el horror al saber y cuando el analista opera con su deseo lo hace desde el lugar de la desidentificación, es uno de los objetivos del final del análisis. Nos dice Lacan en el 64 que el deseo del analista es un deseo impuro, es el deseo de que un sujeto se analice y eso es lo que permite ocupar un lugar para otros.

La formulación del deseo del analista que Lacan abandona al final de su enseñanza se puede pensar a partir de la perspectiva del sinthome en la que no hay franqueamientos ni atravesamientos, sino más bien arreglos o un “savoir faire” con los restos sintomáticos.

Miller plantea que prefiere el término “devenir” analista, en lugar del “ser” analista porque la Escuela de Lacan está fundada en la no identidad del psicoanalista, en que no hay un predicado de analista que se pueda atribuir a un sujeto, no hay el significante analista: “La calidad de psicoanalista, si puedo nombrarla así, no tiene como tal en su fundamento nada que hacer con la profesión de psicoanalista; esta calidad no se adquiere, no tiene ninguna chance de adquirirse sino llevando a su término la experiencia del sujeto como psicoanalizado”[14]

4.-La experiencia del pase y del final de análisis concierne a un real, por tanto, siempre habrá desajustes y disfuncionamientos sintomáticos. Si es una experiencia que merece ser revaluada y pensada periódicamente no es para eliminar la falla sino para salir de un impasse y fallar de otra manera. ¿Qué nos pueden contar del funcionamiento sintomático del pase en la ELP? 

A partir de la crisis en el dispositivo del pase de la ECF se ha abierto un debate acerca de los problemas comunes y particulares de los dispositivos de las Escuelas de la AMP. No podemos abordar en profundidad por razones de tiempo.

En mi opinión el trabajo del cartel del pase, según establece su reglamento, ha sido el adecuado, lo que no quiere decir que no haya problemas, fallos, no tanto en el funcionamiento en sí mismo, sino en lo que implica el pase en el conjunto de la Escuela. Algunos aspectos planteados en el debate: La “starificación” del AE y el declive de las enseñanzas. Me parece muy relevante todo lo que plantea Miller en la introducción del libro “Como terminan los análisis” en la que dice que se ha pasado de la idea de Lacan de “apuesta” en relación a la nominación de un AE, a la de” consagración”, perdiéndose el espíritu crítico necesario en relación a los testimonios y enseñanzas de los AE. La tendencia a la historización en la enseñanza del AE. La ausencia de las enseñanzas de los carteles del pase. Las dificultades para reunir regularmente el Colegio del Pase.

Hay diferentes aspectos que el Colegio del pase ha debatido y que podremos conversar a partir de la publicación del reglamento del pase que será propuesto a una asamblea general de la ELP para su votación, con cambios relevantes en el funcionamiento del dispositivo.

Quiero terminar poniendo el acento en un punto que creo que es muy relevante. En la experiencia del dispositivo del pase de la ELP ha sido determinante desde sus orígenes la función del éxtimo, que queda inscrita en su reglamento, a diferencia de la ECF.

La función del éxtimo introduce la dimensión de la Escuela Una. La Escuela Una deslocaliza y descompleta al cartel a través del éxtimo. Como subraya Miller, la función de la Escuela Una es “realizar el sueño de una Escuela conforme al discurso analítico”[15] y es así como debe hacer uso de la función de extimidad. Por esta razón, el éxtimo es siempre de otra Escuela.  La nominación de un AE siempre será del orden de la apuesta. El cartel no hace su trabajo desde la certeza, más bien se deja enseñar. Si el pase nos enseña algo acerca de lo real de la clínica y del psicoanálisis, esto hay que asumirlo hasta sus últimas consecuencias y transmitirlo al conjunto de la comunidad analítica.


[1] « El psicoanalista no se autoriza sino a sí mismo. Este principio está inscrito en los textos originales de la Escuela y decide su posición. Esto no excluye que la Escuela garantice que un psicoanalista depende de su formación », Lacan, J., « Proposición del 9 de octubre del 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela » (1967), Otros Escritos, Bs. As., Paidós, 2012, p. 261.

[2] La Escuela Una reúne a aquellos que tienen en común referentes teóricos, estilo de la práctica y una orientación común en la formación del analista y su doctrina del final del análisis. Es una experiencia sin fronteras y trans-lingüística que pretende mantener viva la orientación lacaniana.

[3] Acta del Colegio del Pase de 11.03.2011.

[4] Datos extraídos de los informes de los carteles del pase alojados en la WEB de la ELP (acceso a miembros)

[5] Miller, J.A., « La conclusión de la cura. Variedad clínica de la salida de análisis » (1994), AMP, VIII Encuentro Internacional, Barcelona, Eolia.

[6] « Por eso toda la función de a no hace más que referirse a la hiancia central que separa, en el plano sexual, el deseo del lugar del goce, y nos condena a que necesariamente para nostros el goce no e esté, por su naturaleza, destinado al deseo. El deseo no puede más que ir a su encuentro y, para encontrarlo, debe no sólo comprender sino franquear el fantasma mismo que lo sostiene y lo construye », Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia (1962), Bs. As., Paidós, 2006, p. 358.

[7] Lacan, J., « Sobre la experiencia del pase » (1973), Lettres de l’Ecole freudienne, nº 15, Paris, 1975.

[8] Miller, J.-A., Sutilezas Analíticas, p. 165.

[9] Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Bs. As. Paidós, 2011, p. 26.

[10] Ibid, p. 120.

[11] Lacan, J., Seminario 24, « L’insu que sait de l’une-bévue », clase 1, 16 de noviembre de 1976, Inédito : “¿Con qué se identifica uno al fin del análisis ? ¿Se identifica con su inconsciente? yo no lo creo? … Adelanté que el síntoma puede ser el partenaire sexual […] el síntoma, tomado en este sentido, es lo que se conoce, e incluso lo que se conoce mejor. ¿Qué quiere decir conocer su síntoma? Quiere decir “saber hacer con”, saber desembrollarlo, manipularlo…Saber hacer allí con su síntoma: ese es el final del análisis.”

[12] Laurent, É., “L’impossible nomination, ses semblants, son sinthome », La Cause freudienn, nº 77, marzo 2011, p. 79. : “El relato de un análisis es más bien el de las tentativas siempre vanas de querer restaurar en su lugar esas palabras, que finalmente no son más que restos, fragmentos, recaídas, que dan testimonio de un encuentro siempre fallido”

[13] Miller, j.-A., El Banquete de los analistas, (1990), Bs. As. Paidós, 2000, p. 175.

[14] Miller, J.-A., ¿Cómo se deviene psicoanalista en el siglo XXI », intervención en las Jornadas de la ECF, 2008, publicada en Lettre Mensuelle nº 279, junio 2009. Boletin mensual de la ECF.

[15] Miller, Jacques-Alain, “Informe del Delegado General”, Buenos Aires, año 2000.

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