ARGUMENTO
El retorno del patriarcado
El tema del patriarcado, si había pasado de moda, vuelve hoy con fuerza e incluso sería considerado como responsable del malestar contemporáneo. Surgió en los Studies que nos llegan de las universidades americanas y los medios se hacen eco de ello. Pero también se escucha en el discurso de los analizantes. Es a partir de este ángulo clínico que abordaremos esta cuestión para ampliarla hacia los desafíos sociales actuales.
Considerado como un sistema social, cultural y económico construido para la dominación y la explotación de las mujeres por los hombres, de las minorías de raza, clase o género en su mayoría blanca, colonialista, burguesa y heteronormada, el patriarcado reúne en su contra las luchas feministas, las ideologías dichas woke, y el activismo de la comunidad LGBTQIA+.
El psicoanálisis, desde su invención por Freud, ha participado al cuestionamiento del orden patriarcal. Hoy, paradójicamente, sería acusado de ser cómplice de su mantenimiento al situar al padre en el centro de la subjetividad humana. Lacan lo había indicado en 1971 – durante la segunda ola del feminismo – el Edipo, « aparentemente instaura la primacía del padre, que sería una especie de imagen patriarcal »[1].
La carencia del padre
Sin embargo, Freud, desde La Interpretación de los Sueños, tilda de “anticuada (la) potestas patris familias[2]”. Y Lacan, ya en Los Complejos Familiares, refiere la aparición misma del psicoanálisis al declive del padre, cuya personalidad es « carente siempre de algún modo, ausente, humillada, dividida o postiza »[3].
La figura del padre todopoderoso, celoso y gozador, que guarda para él todas las mujeres, se encuentra solo a nivel del mito, mito que Freud inventó con Tótem y Tabú[4], un padre muerto que es asesinado por sus hijos. Estos ya no podrán transmitir más que un pecado y la veneración del tótem para localizar allí la omnipotencia del padre muerto. Freud vio en este mito el origen de la religión y de la figura de un Dios eterno, Dios padre[5].
Lacan mantuvo esta falta fundamental del padre a lo largo de toda su enseñanza, dado que solo con esta condición puede limitar y civilizar el goce para dar acceso al deseo, es decir, transmitir la castración. Claude Lévi-Strauss, al descifrar las estructuras elementales de la parentalidad, formalizó lo que Freud había descubierto con el Edipo como vector de la ley fundamental y universal de la prohibición del incesto.
El declive del padre fue elaborado de diferentes maneras por Lacan a lo largo de su enseñanza. De la falta de potencia ligada a la imago, fue reducido a un significante, el Nombre-del-Padre. Si bien, este último fue primero garante del orden simbólico, adquirió luego un estatus de ficción, de semblante, haciendo tapón al agujero de lo simbólico, para finalmente ser pluralizado volviéndose una pura ficción lógica, la de la excepción.
Las enfermedades del padre
A la hora del discurso de la ciencia y del capitalismo, cuando es desbordado por los objetos de consumo que saturan la falta y obstaculizan la castración, ¿qué se puede exigir del padre? ¿Cómo puede todavía sorprendernos[6]? Transmitiendo, dirá Lacan, en un « justo no-decir »[7], la forma en que se las arregla con el goce en el lazo a su partenaire. Esta versión del padre, respondiendo al hecho de que no hay relación escrita entre los sexos, es siempre sintomática.
Así, el Edipo no da acceso a ninguna normalidad, sino que produce más bien neurosis. Son las enfermedades del padre, fobia, histeria, neurosis obsesiva, con sus letanías de síntomas. Y si un padre se cree que es el padre, aquel que tiene una regla para todo, sin falla, si quiere igualarse al Nombre, sirviendo a un ideal universal y desencarnado, cae en la impostura excluyendo « el Nombre-del-Padre de su posición en el significante »[8], entonces es su forclusion.
Más acá de lo simbólico
Por lo tanto, la carencia civilizadora que el padre porta sobre él, su propia castración, y que transmite como falta, es fundamental. Pero si es rechazada, denegada, o negada, la potencia del padre puede retornar a través de la violencia, en un nivel más acá de lo simbólico. Pues existen también «los pecados del patriarcado»[9]. Evoquemos el masculinismo, el acoso, los abusos sexuales, o los feminicidios. Ellos confinan al padre conectado a la fijación de su goce, que atraviesa la barrera del pudor para unirse a lo real insoportable[10].
A nivel social, las reacciones a la decadencia del padre se hacen cada vez más duras. Ciertas corrientes religiosas se radicalizan. Los derechos de las mujeres, en algunas regiones del Islam, son pisoteados. Pero también en nuestras sociedades occidentales se rechaza, por ejemplo, en nombre de la religión, el aborto a mujeres violadas, o se suprime este derecho adquirido desde hace casi cincuenta años en « la democracia más grande del mundo ».
Dirigentes populistas, con aires patriarcales, acrecientan la ferocidad del superyó, al mismo tiempo que se sitúan fuera de la ley, y ponen en peligro las democracias en sus fundamentos mismos. Ciertos autócratas, nostálgicos de imperios perdidos, no dudan en arrastrar países a una guerra, provocando muerte, éxodo y desolación.
Segregación generalizada
Lacan, ya en 1968, predecía que «el rastro, la cicatriz de la evaporación del padre […] [produce] una segregación ramificada, acentuada, que se entremezcla en todos los niveles y que multiplica cada vez más las barreras »[11]. La lucha, legítima, llevada adelante contra las injusticias ligadas a la raza, al género o a la situación social, está habitada por una paradoja. Aunque se pretende inclusiva, es necesario constatar que hay « un punto de torsión »[12]. Los discursos, en nombre del bien, toman un giro vehemente e intolerante, sin dialéctica posible. Una verdadera policía del lenguaje se pone en marcha por medio de la cual todo el mundo vigila a todo el mundo y nos escandalizamos cuando un propósito es considerado como no correspondiente a las normas arbitrariamente decididas por grupos autoproclamados.
La evaporación del padre, su pulverización según la expresión de J.-A. Miller, más allá de su pluralización, produce un sinnúmero de significantes identitarios que forman comunidades y tratan de imponerse a todas las demás. La lucha contra el patriarcado que podría unir provoca, por el contrario, la segregación.
¿Qué puede hacer el psicoanálisis?
A la hora en la que los discursos ideológicos se enfrentan, J.-A. Miller señala que se trata de no olvidar el sufrimiento que la delicuescencia del orden simbólico puede provocar, para cada sujeto, uno por uno[13]. Y si, como él lo indica, es difícil de debatir con un deseo – por ejemplo de trans-identidad porque a este nivel, nadie está equivocado ni nadie tiene razón -, es a partir de la clínica que el psicoanálisis puede actuar. ¿Qué nombra el patriarcado, para cada uno, singularmente? ¿Qué es lo que hace agujero, traumatismo para el sujeto? ¿Cómo inscribe esto un programa de goce que le es singular y extimo al mismo tiempo? ¿Cómo un sujeto se construye un síntoma, qué anudamiento puede construir, que le permita responder de lo real?
Para poder estar a la altura de la demanda que se le hace, el psicoanalista, el practicante, tanto si trabaja en consultorio privado como en institución, debe hacerse objeto « asombrosamente versátil, disponible, multifuncional (…) no querer nada a priori por el bien del otro, no tener prejuicios en cuanto al buen uso que se puede hacer de él (…). Es necesario para esto que él haya cultivado su docilidad hasta saber tomar para cualquier sujeto el lugar desde el cual poder actuar»[14]. Será la apuesta del congreso PIPOL 11, sobre La clínica y la critica del patriarcado.
Guy Poblome
Director del congreso PIPOL 11
EuroFederación de Psicoanálisis
Traducción: Micaela Frattura
Relectura: Itxaso Muro Usobiaga
Paula Fuente, socia de la sede de la ELP de Madrid.
Resonancia: Conferencia inaugural de Guy Briole en Barcelona
El pasado 3 de febrero a las 20,30h, tuvo lugar en la sede de la ELP de Barcelona de forma presencial, retransmitiéndose también de forma online, la conferencia inaugural de Guy Briole como inicio de los encuentros preparatorios hacia PIPOL 11, que se celebrará en julio de este año.
El punto de partida será la observación de Miller, en la que señala la pulverización del nombre del padre, de la que, más allá de su declive, algo queda. Guy Briole habla de la apropiación de algunas partículas del nombre del padre por parte de algunas minorías, que buscan imponerse a la mayoría, excluyendo toda dialéctica posible y causando estragos devastadores. En PIPOL 11 se pretende abordar el tema del patriarcado a partir de la clínica de nuestras prácticas bajo transferencia, buscando la perforación de agujeros en el lenguaje para poder ver u oír lo que está agazapado detrás, con un sentido particular e intentando comprender el malestar de la época, ya que el tiempo está implicado en el asunto.
La descripción del cartel: proyección y efervescencia de nuestra época, múltiples corrientes que no renuncian a imponerse a las demás a pesar de ser minoritarias, padre relegado en un lugar reducido y desinflado en contraposición de la ampulosidad de las derivas.
El psicoanálisis afectó el lugar del padre, poniendo en tela de juicio las organizaciones familiares y sociales del patriarcado, donde finalidades políticas y económicas se mezclarán con cuestiones religiosas. La dimensión de la violencia será también uno de los ejes en torno al cual gira la cuestión del patriarcado, haciendo prevalecer en ocasiones la dimensión del indigno, violencia pues entonces como oposición a la violencia.
Se dan referencias religiosas, mitológicas o más contemporáneas, como Daniel Parroquia, profesor de Lyon, que habla de las modificaciones del papel del hombre, teniendo entonces que acceder a ellos mismos, encontrando una modalidad de ser que no pase por la dominación y entonces teniendo que buscar al partenaire femenino en modo de reparto. Apuesta que valdría para los dos sexos ya que ambos han padecido diversas servidumbres, considerando que en la dialéctica del amo y el esclavo no se trata de destronar a uno para ocupar al otro, sino que tendría que voltearse sin cesar, teniendo que pensar que ambos están profundamente alienados cada uno a su posición o a la que quiere ocupar. El feminismo ha impuesto una reconsideración de esta lectura. El género es ahora lo que construye el sexo, al no ser las diferencias biológicas significativas en su misma, siendo el género una construcción social que asignan un sentido a las diferencias sexuales.
Del declive del padre a su nebulización: Lacan lo anuncia desde Los Complejos Familiares, ya que el padre por su personalidad siempre está en cuestión, y de este padre se hará como si fuera posible recuperar un poco, algo puede servir. Freud quiso salvar al padre, pero Lacan no cesa de reenviarlo a un lugar de impostura, nunca a la altura de lo que se podía esperar de él. Destaca la importancia de la función del padre y lo simbólico sin la necesidad de que sea un hombre. Es en relación al padre real donde se sitúan los efectos de segregación, que se vuelve contra el padre por la evolución de la ciencia y las novedades sociales en la idea de familia.
El nombre del padre es la ley reguladora, pero el Superyo también puede imponerse como una ley sin estar siempre regulada, por lo que se podría repartir el patriarcado por estos dos lados, uno padre y otro superyo. Cuanto menos de uno más de otro. Son pues las conmociones del mundo, las que ponen en tela de juicio el orden patriarcal, como las guerras, o el fracaso de la civilización como las llama Freud.
Se formularán una serie de preguntas claves, desde la mesa y por parte de los asistentes, que quizá a lo largo de PIPOL 11 se puedan ir respondiendo: ¿Qué será lo que puede producir una ruptura?, ya que hay guerras por todas partes, pero también nuevas identidades de género y de modos de gozar de cada uno, un saber sobre el goce reivindicado; ¿Cuál es el lugar de la histeria hoy y cuáles son las consecuencias para el hombre moderno? En este contexto la histeria del siglo XXI puede cumplir la función de salvaguardia, tema que pondremos a trabajar en lo que nos enseña la clínica bajo transferencia. ¿Qué se puede hacer con lo que queda del padre en esta época?
Respecto a la ferocidad del tono de reivindicación de la época, nos preguntamos por qué, y quizá sea porque parece que ahora se trataría de habitar más un lugar en el lenguaje que sería más adecuado a lo que uno piensa que es. La ferocidad es porque siempre hay una decepción del goce esperado. Si el patriarcado sería el esfuerzo por sostener el discurso del amo desde el nombre del padre, entendemos que no se puede sostener un discurso sin los otros, que escuchen ese discurso, y parece que en esta época ningún discurso parece permitir eliminar la violencia, tampoco esa parte del feminismo desencadenado que solo iría contra los hombres.
Desde PIPOL 11 nos preguntaremos el lugar del psicoanálisis en la actualidad, las invenciones sobre la lengua, la despatologización como efecto de la pulverización, la promoción del goce en lugar de la promoción del deseo, la histerización del discurso, la violencia, las guerras.. Se tratará de ver cómo podemos revisitar este tema siendo inventivos, cómo leer esta época desde los instrumentos del psicoanálisis, con la importancia que tiene pensar todo esto.
Paula Fuentes.
Concha Miguélez, Miembro de la ELP y AMP.
Resonancia: Conferencia inaugural de Guy Briole en Barcelona
La conferencia inaugural de Pipol XI “Clínica y crítica del patriarcado” estuvo a cargo de Guy Briole.
Comenzó su intervención dando cuenta de la procedencia del título. El título parte de una observación de Jaques Alain Miller en la última Asamblea General de la ECF, en la cual subrayaba que había una nebulización, una pulverización del nombre del padre, más allá de su declive.
Jaques Alain Miller no habla de evaporación, en la cual todo puede desaparecer, habla de una nebulización o pulverización donde algo queda y veremos que esto tiene su importancia.
Se observa en la actualidad del mundo que vivimos, que hay discursos en las minorías que se apropian de una de las partículas del Nombre del Padre. Con esas partículas del Nombre del Padre se imponen a la mayoría, excluyendo toda dialéctica.
Es parecido a la lógica de la guerra, donde unos se apropian de una de las partículas del Nombre del Padre y con ella pretenden encarnarlo, provocando estados devastadores.
En una conversación con Jaques Alain Miller, Guy Poblome, el director de Pipol XI, se encontró con la propuesta de este título: “Clínica y critica del patriarcado”. El título es de Jaques Alain Miller.
Nos dice Guy Poblome, en su introducción a Pipol XI, que el tema del patriarcado se consideraba pasado de moda. Pero que hoy vuelve con fuerza y es considerado responsable del malestar contemporáneo.
Guy Briole añadió, que se trata de poner en el centro de Pipol XI, en el centro de nuestra reflexión, la cuestión del patriarcado. Se abordará el tema del patriarcado a partir de la clínica, la de nuestra práctica bajo transferencia.
Concha Miguélez.