Encuentro con las Fronteras

“Presentación del Espacio”

La Biblioteca de Orientación Lacaniana tiene el gusto de presentar un espacio itinerante que denominamos “Encuentros con las fronteras”. Se trata de una puerta abierta para que el psicoanálisis dialogue con prácticas que cuestionen los modos de hacer con lo subjetivo desde los estándares que la época propone. En esta oportunidad hemos encontrado propicio inaugurar este “Encuentro con las fronteras” a través de una exposición -instalación- que tuvo lugar recientemente en Madrid, específicamente en el Museo Reina Sofia. El arte abrió sus puertas al innovador psiquiatra Francesc Tosquelles produciéndose diversos encuentros con distintos públicos, asociaciones, instituciones y gremios que hacen vida en la ciudad. La salud mental, la locura y la vida pública convergen para pensar desde distintas voces lo que acontece en ese campo complejo de la vida subjetiva. Un encuentro que se suscita siempre en los bordes imprecisos de aquello que concierne a lo más intimo de la existencia en común.

La exposición ha propuesto un recorrido por las prácticas de vanguardia que el psiquiatra Francesc Tosquelles llevó a cabo en el campo terapéutico, político y cultural. Su deseo decidido transformó las Instituciones psiquiátricas durante la República y bajo la Europa de los fascismos. Hoy es una inspiración para pensar las políticas de salud mental en momentos de crisis extrema. La ruta de estas exposiciones se inaugura en Les Abattoirs. Musée FRAC Occitanie, Toulouse (octubre 2021 a marzo de 2022); luego viaja al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, Barcelona (8 de abril – 28 de agosto de 2022); posteriormente se instala durante 6 meses en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (desde el 27 de septiembre de 2022 – a finales de marzo de 2023); y ahora mismo se encuentra en el American Folk Art Museum, Nueva York (a partir de abril – octubre de 2023). Este recorrido ha tenido un impacto en distintas ciudades y lo hará próximamente en EEUU.

Las razones para este encuentro exceden los senderos de este viaje itinerante de Tosquelles por Europa y América, se trata de llevarlo a su apuesta radical por la innovación, por esa entrega a dejarse guiar por la escucha real de lo que no obedece a normas o reglas preestablecidas. En ese espíritu las resonancias percuten en el quehacer psicoanalítico. Más allá de las coincidencias o no entre Tosquelles y Lacan ambos han sido discípulos y a la vez lectores fieles de la letra freudiana. Sabemos, gracias precisamente a Lacan, que Freud exige ser leído a la letra y sólo en esa lectura aparece lo subversivo de su verdad. En este encuentro tendremos la oportunidad de contar con Karin Cruz y Alessandra Sapoznik, las dos psicoanalistas que comisionaron desde La Azotea el programa de actividades de la línea “Curar la Institución”, recordemos que para Tosquelles era condición curar la institución para tratar con la locura, y ellas estarán con dos psicoanalistas, Antonio Ceverino y Carmen Bermúdez, de la Escuela Lacaniana de Madrid para que tenga lugar un encuentro inédito, un diálogo, y volver así a la invención freudiana, esta vez de la mano de Francesc Tosquelles y Jacques Lacan.

Antonio Ceverino

Socio de la sede de la ELP de Madrid

“Tosquelles, o La novela familiar de la psiquiatría en España”

Introducción

Buenas tardes, gracias por la invitación a compartir este momento tan necesario alrededor de la figura de Francesc Tosquelles. Como psiquiatra, quizás me corresponde decir algunas palabras sobre el lugar que ocupa la experiencia de Tosquelles en la psiquiatría española en la actualidad, y si ha quedado algo de su legado.

Lo he titulado “Tosquelles o la novela familiar de la psiquiatría en España.”

Voy a comenzar trazando un breve itinerario –a vista de pájaro- de su recorrido y sus aportaciones a la psiquiatría.

Itinerario

Tosquelles nació en Reus a principios de siglo en una familia acomodada y progresista.  Su tío materno fue uno de los primeros españoles en hacerse eco de la obra de Freud y, ya de niño acompañaba a su padre, amigo de Emilio Mira y López, profesor titular de la primera cátedra de Psiquiatría de España, al Instituto Pere-Mata de Reus, donde quedó fascinado y donde empezó a trabajar como psiquiatra a principios de los años 30. En aquel momento, recién proclamada la República, se habían refugiado en Barcelona gran número de psicoanalistas judíos cercanos a Freud, huyendo del nazismo, y entre ellos el húngaro Sandor Eiminder, con quien se analiza (el segundo análisis didáctico que tuvo lugar en España tras el de Ángel Garma) en un proceso que adquirió tintes surrealistas: durante los dos años que duró, ninguno de los dos hablaba ni entendía la lengua del otro, experiencia que luego Tosquelles elaborará en su teoría de la necesaria extranjeridad del analista y en el elogio que hace del hablar-mal (durante toda su vida se negó a pronunciar correctamente el francés y el castellano, “porque eran las lenguas de los opresores –decía- y se tenían que deformar”), erigido en instrumento de la técnica, obligando el paciente a hacer el esfuerzo de traducir y obligándose él a escuchar la música del paciente más bien que lo que contaba, evacuando el significado en favor del significante.

A la experiencia en una institución psiquiátrica y la relación con el psicoanálisis centroeuropeo y francés[1], se van añadiendo ingredientes que van forjando su estilo y su genio, concretamente un tercer elemento fundamental: su posición activa en la política, como republicano anarquista, militante del Bloque Obrero y Campesino (BOC), una organización antiestalinista que se inscribe en la tradición libertaria y cooperativista de las regiones rurales de Cataluña, y que finalmente se integró en el POUM.

El estallido de la Guerra Civil no interrumpió sus iniciativas sino que les dio nuevos escenarios. Tosquelles fue nombrado por Mira jefe de psiquiatría del ejército republicano de Extremadura y en un pueblo de Ciudad Real, Almodóvar del Campo, organizó un hospital psiquiátrico de retaguardia donde acoger a combatientes. Como trabajadores decidió contar con personas del propio pueblo que no tuviera ningún tipo de experiencia psiquiátrica, un cura, algún abogado, algún pintor y a las prostitutas del burdel, personas con una actitud abierta hacia la locura y sin los prejuicios y el rechazo que encontraba frecuentemente entre los profesionales, logrando convertir el hospital en un dispositivo abierto e integrado en la comunidad.

Al final de la Guerra, Tosquelles huyó a Francia y pasó tres meses en el campo de concentración de Setfonts, donde organizó un dispensario psiquiátrico para atender a los casi 16.000 exiliados republicanos que se amontonaban entre el barro y las alambradas. Allí, en un barracón al límite del campo, reproduce sus planteamientos: una institución abierta, que permitía la entrada y salida de internos, desmarcada del ideal de la especialización, y sin apenas profesionales (comienza con un músico, un pintor…)

Al cabo de unos meses, empezó a trabajar en el hospital psiquiátrico de Saint-Alban, donde llegó con dos libros: “Tratamiento dinámico de los pacientes en el manicomio” de Hermann Simón, que postula que un hospital es un organismo enfermo que atiende a los llamados enfermos que ingresan en él; y la tesis de Lacan, “De la psicosis paranoica y sus relaciones con la personalidad”, cuya primera impresión fue realizada en los talleres del hospital por los propios enfermos. Del primero tomó su advertencia de que para curar a los enfermos antes había que curar las instituciones, y de la tesis de Lacan sobre la paranoia la convicción de que «sin la dimensión humana de la locura, es el hombre mismo el que desaparece»… tratando de borrar la frontera entre lo normal y lo patológico.

Al poco de su llegada al hospital coincidió con algunos intelectuales comunistas, artistas y poetas, que se escondían allí, camuflados entre los internos, en la Francia ya ocupada, de forma que en esta localidad, 200 kilómetros al norte de Montpellier, confluyeron las vanguardias política, cultural y artística. Esta relación con el surrealismo, al que entiende como una práctica de lo espontáneo[2], como cuando en la Cataluña de los años 30 los internos salían del hospital y trabajaban con máquinas de coser en campos de trigo (y de ahí el título de la muestra, que parafrasea a Lautreamont)[3], y su confianza en el poder terapéutico de la creación artística, constituye un cuarto ingrediente de la inmensa experiencia terapéutica que desplegó en Saint Alban.

Bajo la dirección de Tosquelles, los pacientes de Saint-Alban creaban esculturas y hacían dibujos –que luego Jean Dubuffet bautizaría con el término art brut, el arte opuesto al de los museos y las galerías-, organizados como cooperativa, los pacientes vendían sus obras y utilizaban el dinero para editar un periódico o producir obras de teatro o filmar en el interior del hospital, convirtiéndose en uno de los exponentes del nuevo cine verité. Estas innovaciones no son ajenas a su militancia política, y a las experiencias de colectivización y el cooperativismo autogestionario del sindicalismo anarquista del BOC, y a la tradición descentralizadora iniciada por la Mancomunitat y retomada durante la República: La psiquiatría “per tot arreu” (por todas partes) o “psiquiatría expansiva” que preconizaba Emilio Mira. Esta crítica a la psiquiatría como disciplina encerrada en sí misma, el empuje a sacarla de la institución con acciones también orientadas a la promoción de la salud de la población, y el empeño en desdibujar la frontera que separa la locura de la normalidad, han dejado sus marcas en el modelo de la psiquiatría comunitaria que hoy intentamos aplicar, una práctica abierta, entre el adentro y el afuera de los límites de la institución, que permita ir al encuentro de los enfermos con sus familias en la comunidad. Al mismo tiempo logró la cuadratura del círculo al poner en práctica sistemas colectivos institucionales que, al mismo tiempo, preservaran la dimensión de singularidad de cada paciente.

Con esta idea de curar las instituciones para curar los enfermos, Tosquelles fue el inspirador de la llamada psicoterapia institucional, a pesar de que él no se reconocía en ella, y considera el momento en que se acuña el término como el acta de defunción de una experiencia instituyente desconocida en España. Castilla del Pino distingue varios periodos en el páramo intelectual que era, a la sazón, la psiquiatría en nuestro país: uno de 1939 a 1950 en el que la psiquiatría se pone al servicio del ideario político del nacional catolicismo de la nueva España. Uno posterior, entre el 50 y el 70, donde se van conformando ciertos núcleos de poder psiquiátrico que ejercen su control en sociedades, cátedras, direcciones de establecimientos, etc. El ideario político sigue siendo condición inexcusable para pertenecer al grupo del poder, y los prejuicios religiosos políticos impedían el paso de las ideas críticas (la obra de Freud, por ejemplo, estuvo prohibida hasta 1943) y por lo tanto la influencia de los psiquiatras del exilio. A finales de los años 60 y comienzos de la década del 70, el control del poder psiquiátrico va reduciéndose y se abren nuevos espacios con mayor pluralidad. Y en ese contexto surge un movimiento de profesionales, huérfanos de maestros, que despliega una importante labor de oposición y se arriesga en la defensa de nuevas ideas. A partir de esos años, se recupera la experiencia de Tosquelles: en el Instituto Pere Mata de Reus a donde es invitado a fines de los 60, en la coordinadora psiquiátrica en Barcelona, en el hospital de Conxo de Santiago… aunque la psicoterapia institucional es recibida como una referencia de debate y confrontación en el amplio movimiento de la desinstitucionalización y la reforma psiquiátrica[4]. Por eso, la experiencia de Tosquelles, que deseaba transformar la institución desde dentro, quedó eclipsada por otros planteamientos más vinculados a la antipsiquiatría y a las experiencias italianas de Franco Basaglia, las cuales se radicalizan a partir de 1968 y proponen la liquidación de la institución. Tosquelles, por el contrario, pensaba el hospital psiquiátrico como un espacio protegido, pero no para proteger a la sociedad de los locos sino protegido del exterior, donde poder preservar a los sujetos del rechazo y la exclusión que sufren afuera, y –en este punto álgido del debate- acusa a la antipsiquiatría de cierta ingenuidad: la pretensión del cierre de las instituciones mentales y que los locos puedan ser acogidos en la comunidad es una utopía si no se maniobra con precaución y se prepara la salida. En este contexto altamente ideologizado, donde, por un lado, los representantes del movimiento francés criticaban que las experiencias anti-institucionales se olvidaban de la enfermedad, y, por otro lado, desde la antipsiquiatría se acusaba a la psicoterapia institucional de favorecer el mantenimiento de la institución y eludir su análisis social, la influencia de Tosquelles se fue diluyendo. En 1997 Guillermo Rendueles señalaba que el movimiento de la reforma psiquiátrica se había equivocado al buscar los antepasados[5], al elegir la “novela familiar”. Ésta se habría reconstituido durante la transición democrática sobre la recuperación parcial de “los psiquiatras republicanos partidarios de la eugenesia, del manicomio provincial y de psiquiatrizar la sociedad entera”, y habría denegado sus verdaderos antepasados teóricos, que Rendueles sitúa en el “pensamiento libertario español”.

Sus influencias del psicoanálisis

Esta posición de extraterritorialidad de Tosquelles también tiene lugar dentro del campo psicoanalítico, donde sus influencias también son diversas y heteróclitas. Por un lado, las ideas procedentes de la Escuela de Budapest y la obra de Ferenczi, especialmente en lo relativo a la técnica activa con pacientes muy regresados. Por otro los aportes de Melanie Klein, de la que le fascinó su intuición, la esperanza realista de que se podía aligerar las angustias del niño psicótico por medio de un ambiente terapéutico, y la idea del maternaje terapéutico, que al actuar como intermediario (en el sentido del objeto transicional de Winnicott), podía permitir el progreso de estos niños hacia la autonomía. Tosquelles, decía con frecuencia, que, al contrario de lo que normalmente se piensa, son los niños quienes de alguna manera educan a los adultos y que el niño como “primer analista institucional de su propia familia, es muy a menudo excluido o adaptado a los intereses de los adultos”. Por último, en Lacan, Tosquelles encuentra argumentos para neutralizar la tentación de recrear en la relación madre-hijo una exclusividad dual (asimilable a la estructura imaginaria especular), mediante la intervención del “padre simbólico”. Se puede resumir que, mientras la teoría kleiniana le inspira las tareas de maternaje (intentando reproducir entre la auxiliar maternal y el niño el modelo de interacción madre-bebé), la teoría lacaniana le inspira la técnica del paternaje terapéutico. El maternaje permite madurar al niño, para que luego pueda estar en condiciones de acceder a las “técnicas de tipo paternal”, de las que más tarde se ocuparán otros profesionales (pedagogos, educadores, etc.)

Olvido de Tosquelles

Estas circunstancias y otras explican el olvido de Tosquelles, si no el desmentido –en los términos en que Javier Montejo[6] traduce la crítica de Rendueles. Hasta el punto que su reciente retorno no llega del campo de la clínica psiquiátrica ni del psicoanálisis, sino de la política y el arte.

Catalán y autonomista; republicano y exiliado, pero anarcocomunista enfrentado al estalinismo y el comunismo oficial español; denostado por la antipsiquiatría que inspiró la reforma de la psiquiatría progresista en nuestro país; crítico de la cultura burguesa y las farmacéuticas (a pesar de que no desdeñó el uso del litio y los antipsicóticos cuando los vio necesarios); ecléctico en su orientación psicoanalítica, al margen de las escuelas, heterodoxo y disidente… Tosquelles reunía en su persona la mezcla perfecta de ingredientes para incomodar y ser olvidado por todos.

Hoy, en este momento de evanescencia de la clínica y su relación con lo colectivo y la política, y cuando la psiquiatría como conjunto de prácticas vinculadas a la palabra han dejado paso a las neurociencias, estamos obligados a repensar el legado olvidado de Tosquelles.


[1]           Incluso en 1932, tan solo unos meses después de ser publicada, organizó un encuentro sobre la tesis doctoral de Jacques Lacan en el Instituto Pere Mata de Reus.

[2]           Aunque, por otro lado, está muy lejos de la mística surrealista que relaciona la locura con las mujeres, la histeria o la fascinación del acto creativo, y critica el surrealismo como un movimiento que acabó vendiendo mercancías.

[3]           El título de la exposición del CARS remite a la frase de Lautréamont que inspiró a los surrealistas para defender el azar de la belleza: «Bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser con un paraguas sobre una mesa de disección».

[4]           En las IV Jornadas nacionales de la Asociación española de neuropsiquiatría, en 1981, en Madrid, ya una ponencia analiza de forma crítica las aportaciones que hacia la psicoterapia institucional francesa a la psiquiatría comunitaria y anti-institucional que se desarrollaba en España.

[5]           Aparicio Basauri, V. (comp.) Orígenes y fundamentos de la psiquiatría en España.ELA, Madrid, 1997.

[6]        Montejo Alonso, J.J. En un lugar de La Mancha… Francesc Tosquelles y Max Hodann, creadores de las primeras comunidades terapéuticas durante la Guerra Civil Española. Intersubjetivo: Revista de psicoterapia psicoanalítica y salud, ISSN-e 1575-6483, Vol. 14, Nº. 1, 2014.

Presentación del Espacio "Encuentros con las fronteras" en la Sede de la ELP de Madrid.
De izquierda a derecha: carmen Bermudez, Antonio Ceverino, Karin Cruz, Alessandra Sapoznik y Jose Alberto Raymondi.

Carmen Bermúdez

Miembro de la ELP y AMP

“Tosquelles y el Psicoanálisis”

La primera referencia que tuve de Francesc Tosquelles fue a raíz de una serie de encuentros realizados por el Departamento de Psicoanálisis con Niños de NUCEP y el Espacio Madrileño de Psicoanálisis con Niños hace unos años coordinados por Vilma Coccoz y de cuyo equipo de organización formé parte. A partir de esos encuentros se publicaron dos volúmenes: La práctica lacaniana en instituciones I y La práctica lacaniana en instituciones II, con las intervenciones de los invitados y los textos preparatorios.
En dichos encuentros contamos con la presencia de colegas de instituciones que trabajan con niños y adolescentes de acuerdo a lo que se conoce como “La práctica entre varios”.

Uno de los invitados fue Jean Robert Rabannel, director del Centro Terapéutico y de Investigaciones de Nonette, vinculado a la emergencia de la psicoterapia institucional que tuvo lugar en el hospital de Saint-Alban. Como pudieron constatar los asistentes a la exposición, Tosquelles realizó gran parte de su trabajo en dicho hospital que fue un centro de reflexiones impulsadas por los refugiados acogidos por Francia tanto tras el régimen nazi como el franquista. Intelectuales, artistas, médicos, se reunieron allí y uno de ellos fue Tosquelles que se había formado en psicoanálisis en Barcelona y había conocido pronto la tesis de Lacan sobre la paranoia.

El Centro Terapéutico de Nonette se creó en 1960, para niños necesitados. En 1972 reclutó a jóvenes psiquiatras entre los cuales estaba Jean Robert Rabannel que llegó a ser responsable terapéutico de dicha institución. En él se ofrece a niños y jóvenes autistas y psicóticos alojarse, según un trayecto diseñado a medida de cada uno. El encuentro con Tosquelles en la vertiente social fue fundamental para Rabannel, según nos relató.

Tras esta primera referencia a lo que supuso la figura de Tosquelles en relación a la transmisión del discurso psicoanalítico, hemos podido contemplar recientemente la exposición que primero tuvo lugar en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona y a continuación en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía que nos ha permitido conocer más a fondo su vinculación con el psicoanálisis.

Y tras visitar la exposición, conversando con Sergio Larriera, supe que en 1988 se había realizado un encuentro en Caspe (Zaragoza), en cuya organización participaron algunos psicoanalistas, entre ellos algunos colegas nuestros en una etapa anterior a la creación de nuestra Escuela. De hecho en la organización participaron Gracia Viscasillas y Pedro Gras y Sergio Larriera coordinó una mesa. Se trataba de las II Jornadas de Psicoanálisis Aplicado.

En dichas jornadas Tosquelles intervino en la apertura y cierre, pero también participó con algunos comentarios sobre los trabajos presentados.

Tomaré algunos elementos de la presentación en la cual se recoge su vinculación al psicoanálisis.

Dicha vinculación comenzó a partir acercándose a un movimiento generado en Barcelona en los años 1931-1936, fruto de la convergencia de distintas corrientes psicoanalíticas a partir de la llegada de refugiados políticos procedentes de Austria y Alemania, judíos en su mayoría. Entre ellos se encontraba el que sería su analista, Sandor Eiminder, un paidopsiquiatra del grupo de August Aichorn, formado en el Instituto de Berlín. Aunque parece ser que previamente, a sus 10 años, habían caído en sus manos La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana, que un tío psiquiatra leía.

Su labor en el campo de la psiquiatría durante la Guerra Civil se considera precursora de las comunidades terapéuticas en Inglaterra en los años 60.

El reconocimiento de la función de transformación de las tesis lacanianas lo llevan a organizar un grupo de estudio sobre el texto “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” antes de la guerra.

Una vez exiliado en Francia, el trabajo que realiza en Saint Anne y Saint Alban permite el desarrollo de una fecunda amistad con Lacan. La diferencia conceptual del Real, Imaginario y simbólico la reconocerá Tosquelles como una de las contribuciones más importantes a las Ciencias Humanas.

En los años 60  Tosquelles retomará el contacto, cuando vuelve a España, con el Institut Pere Mata de Reus, su ciudad natal, y desde entonces realizará actividades periódicas de formación. Este instituto fue para Tosquelles su lugar de iniciación en la psiquiatría y en el psicoanálisis. Se fundó por motivos filantrópicos y E. Briansó consiguió la participación de la burguesía catalana en un momento de renacimiento político y cultural de Cataluña. En 1912 editaron una publicación, FULLS CLINICS, en el que Briansó anunciaba el advenimiento del psicoanálisis. A su muerte, Emili Mira i López prosiguió esta tarea: fue el primer divulgador de la obra de Freud en lengua castellana.

Las primeras publicaciones de Tosquelles se pueden encontrar en esta revista a partir de 1935.

En el momento en el que suceden estas jornadas en Caspe, Tosquelles lleva a cabo una labor periódica en la dirección del Pere Mata.

El documento editado tras estas Jornadas son las actas de las intervenciones de diferentes servicios e instituciones. De él he tratado de rescatar las de Francesc Tosquelles que pueden mostrar su vinculación con el psicoanálisis.

  • Acoger al otro significa proporcionarle la indispensable confianza para hablar de su infortunio o, simplemente, entablar relaciones juguetonas, reír juntos, lo cual sabemos es muy serio.
  • Cuando se encuentra al otro por primera vez, quizás a los seis, siete u ocho meses, cuando encontramos casi al mismo tiempo que perdemos, la presencia de la madre… la situación que se produce no es simple sino sumamente compleja… desde el primer hasta el último encuentro en la vida, en el momento del encuentro se produce algo que recibe el nombre de pathos… El pathos es el “presetimiento”, el sentimiento que se siente ante el encuentro, cualquiera, que se produce con el otro.
  • Para nosotros, profesionales de los encuentros con los pacientes, es muy importante conocer no lo que va a decir o pre-sentir, sino el abanico de posibilidades, ya que debemos comprometernos con su “ir diciendo”.
  • Un encuentro psicoanalítico sería el encuentro donde uno se atreve a enseñar algo de esa música propia y callada cuya historia viene de muy lejos. Y es muy importante escucharla, sobre todo en los psicóticos que llevan en el cuerpo muertos, que claman por su lugar. Muertos no dichos de su madre, de su abuelo, que dirigen a veces la música callada del psicótico. Porque, a diferencia de los historiadores, nosotros pensamos que la historia sólo cuenta en la medida que hagamos con ella un relato, que es la forma en que cada uno se hace su lugar en ella. Esa es la forma en que cada uno toma la palabra y conviene no obstaculizar ese momento con ideas previas, prejuicios o teorías.
  • La mayor parte de los médicos creen que los síntomas son signos que se refieren a determinada enfermedad mientras que el síntoma es en Freud el compromiso, lo que sobresale, un sistema de defensas en el que se articula un compromiso entre distintas instancias. La política también es un síntoma. Por eso el síntoma en sentido freudiano refiere a todos los trajines que permanecen ocultos, a esa música callada de la que hablábamos antes.
  • Cualquier psicoanalista sabe que solamente puede escuchar con una cierta pertinencia el discurso del otro si juega con su historia. ¿Sería oportuno recordar que estuve aquí tres días en el 36? Esto remueve las entrañas. No sería extraño que alguien pensara qué vengo a remover aquí 50 años después.
  • Una de las circunstancias características de los manicomios es la necesidad , no de dar respuestas a una cuestión intelectual planteada por el enfermo, sino de hablar y actuar (los actos son también interpretaciones) de tal manera que el enfermo o el normal tengan ocasión de ir desatando algunos aspectos de su historia que ellos mismos no conocen.
  • Pero ¿curar? Intentar curar es algo delirante, propio de la mayoría de los médicos que se toman por Dios.
  • La interpretación en psicoanálisis no es hacer un discurso sobre la verdad, sino dejar abierto un paso, hacer un puente para que el otro pase.
  • El psicoanálisis no es una práctica ideológica. Sitúa la ideología como un delirio del yo imaginario

Sobre su participación en el Instituto Pere Mata hace algunas puntuaciones que nos hablan de las dificultades de que entre una posición psicoanalítica en un hospital psiquiátrico, cárcel o escuela.

-Los viejos médicos del Instituto Pere Mata de Reus tenían miedo a estas actividades y aunque no teníamos nada ni de práctica ni de teoría analítica nos llamaban psicoanalista:  lo psicoanalítico es lo que hay que eliminar.  Nos llamaban “banda de psicoanalistas” como máxima expresión de desprecio y connotación de peligro social.

– La historia, ya sea para hacerla o contarla, necesita de un cierto espíritu juguetón… pero lo que suele ocurrir es la seriedad y está hecha por “majaderos” en el sentido de majada.

-Se necesita ser un poco raro para asumir este papel que socialmente conduce a convertirse en víctima o excluido. LO QUE SE EXCLUYE ES EL SUJETO DEL INCONSCIENTE.

Julieta Miguelez

Socia de la sede de la ELP de Madrid

Resonancia del encuentro.

“Un psiquiatra en el museo”

El miércoles 3 de mayo en la sede de Madrid la biblioteca de Orientación Lacaniana presentó su espacio itinerante llamado “Encuentro entre fronteras”. Un espacio que permite e invita al psicoanálisis a dialogar con otras disciplinas y prácticas acerca de aquellos temas actuales que nos convocan y nos interrogan en nuestro quehacer diario.

En esta primera oportunidad se trató de una conversación inspirada a partir de una exposición que se llevó a cabo en el museo Reina Sofía y que recupera la figura de Francesc Tosquelles, un médico psiquiatra que a través de su práctica impulsó la psicoterapia institucional desde una perspectiva totalmente novedosa.

A través de cuatro ponencias a cargo de Karin Cruz, Alessandra Sapoznik, (responsables ambas de la realización de la exposición en el Reina Sofía),  Carmen Bermudez y Antonio Ceverino, se dió testimonio del recorrido de la vida y obra del psiquiatra. Desde su nacimiento en Reus, su paso como jefe de psiquiatría del ejército republicano en el frente de Aragón y en Extremadura y su exilio francés, donde luego de cruzar los Pirineos pasó tres meses en el campo de concentración republicanos de Septfonds hasta su llegada al Hospital Psiquiátrico de Saint-Alban-Sur-Limagnole donde trabajó más de 20 años, y al cual llegó entre otras cosas con la tesis doctoral de Jaques Lacan bajo el brazo. Tesis que se editó de forma clandestina en los talleres de este mismo hospital.

Un camino que la exposición “Como una máquina de coser en un campo de trigo” recupera, a la vez que da cuenta de cómo su trabajo en Saint-Alban permitió que la institución se convirtiera en un espacio de creación artística en el cual vio su nacimiento el art brut. 

Tosquelles propone que para curar a los enfermos primero habría que curar a la institución, abordando así la raíz social de la enfermedad, accionando sobre su estructura burocrática y de clausura  que coartan la vida y el deseo.

Defendió así la necesidad de instituciones abiertas, capaces de establecer una dialéctica con su entorno que les permitiera transformarse a través del trabajo y del movimiento. Incorporando la producción artesanal, el teatro, el cine y la escritura como prácticas colectivas, con el objetivo de  desdibujar las fronteras entre el afuera y el adentro.

Tosquelles devuelve a la locura su dimensión intrínsecamente humana. Apela a su condición de extranjero transformándola en un instrumento terapéutico que introducía la idea de que un psiquiatra, para ser bueno, debe ser extranjero, poniendo de relieve la necesidad de la traducción para poder entender al otro, como también la importancia de vivir entre lenguas.

Reivindicó lo que llamó el derecho a deambular, que permitía no solo el encuentro con los otros en la misma institución, sino la permeabilidad de la misma para poder ir a otros lugares, con otros límites.

Francesc Tosquelles supo cómo transformar la práctica psiquiátrica e institucional construyendo espacios capaces de albergar al deseo y en donde el psicoanálisis se transformó en una herramienta fundamental para llevar a cabo esta transformación.

Todo su trabajo estuvo guiado por la Historia. Supo leer su tiempo y las coordenadas en las que le tocó vivir poniéndolas a su favor.

Rescató el valor del ser humano, loco o no, en tanto sujeto y lo pensó capaz de producir y de relacionarse con su entorno poniendo énfasis en una actividad terapéutica personalizada y caracterizada por la circulación de la palabra.

La exposición llevada a cabo en el Reina Sofía y que motivó este primer encuentro en la sede de Madrid del espacio “encuentro entre fronteras”, organizado por la BOL, no solo da cuenta del encuentro entre las fronteras del arte y la salud mental sino que da testimonio de un hombre cuyo trabajo y obra fueron capaces de cruzar fronteras, y que hizo de ello su forma de vida. Es así que la conversación provocada a partir de lo acontecido en este espacio  invita a reflexionar sobre cuál es el  lugar que tienen la salud mental y las instituciones en nuestra época. Una realidad que por su complejidad requiere de intervenciones innovadoras y donde el psicoanálisis sin lugar a duda tiene mucho que aportar.

Presentación de “Aforismos lacanianos para una poética del psicoanálisis” de Zacarías Marco

Portada del libro “Aforismos Lacanianos”

Clara Urbano Molina

Socia de la sede de la ELP de Madrid

“Presentación del libro”

En nombre de la Biblioteca de Orientación Lacaniana, tengo el honor de coordinar esta mesa de presentación del libro AFORISMOS LACANIANOS. Por una poética del psicoanálisis; el último de Zacarías Marco, psicoanalista y escritor, socio de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y licenciado en Geografía e Historia.

Doy las gracias a las personas que estáis aquí presentes, por venir; al autor, con cuya presencia contamos aquí. Y, por supuesto, a la valiosa participación de quienes componen esta mesa: Esperanza Molleda y Miriam Chorne. 

Antes de dar paso a las presentaciones, permítanme que comparta algunas palabrassobre el libro a modo de apertura.

“Bordeando el vacío que permite el juego”; este dicho está al final del libro que hoy presentamos aquí (discúlpenme el spoiler) y creo apunta bien a su propio corazón (…) podríamos entender que el vacío es quien permite lanzar y relanzar el juego, una y otra vez…

A mi forma de ver, la relación entre saber y vacío señala el hacer del aforismo lacaniano. Un atajo, para llegar a donde nunca llegamos, bajo la forma del enigma. Y es ahí, también, donde abre la poesía, en ese impasse, esa imposibilidad donde la palabra no alcanza y, sin embargo -junto con el silencio- es casi todo lo que tenemos. Y no es poco: silencio y palabra.  

Pero, claro, introducir el vacío en el “orden del discurso” no sucede sin que opere alguna suerte de confusión, de rodeo, de retruécano. Como decíamos, alguna suerte de “juego de palabras”. Tal es la acepción del Corominas para ‘retruécano’; maravillosa voz que, descompuesta, indica la reiteración de un trueque, volver a mudar, una y otra vez…

Y en ese volver y volver… el libro de Zacarías Marco nos advierte, ¡ojo! de quedar atrapados, deslumbrados por El Oráculo; pues, tal y como dice, la fascinación” sería “la mejor manera de defenderse del roce del aforismo”.  (…) en este punto quiero convocar a Lacan cuando dijo aquello de “Hagan como yo, ¡no me imiten!”, anécdota que el libro recoge a propósito de “Sublimar es elevar un objeto a la dignidad de la Cosa”. “Si somos fieles al agujero, hay que inventar”.

Así, la propuesta de AFORISMOS LACANIANOS, creo, busca operar distinto: ofrece, a partir de tal seducción, soltar amarras y darnos a “una relación otra”. Para lo cual hace falta que cada cual acceda, con una libra de su propia carne. Pues es solo pagando que hay cambio en el lugar donde verdaderamente importa, allí donde es posible. Tal es la aparente contradicción: nos dirigimos al oráculo pidiendo, y, de vuelta, el oráculo nos responde quitando.

AFORISMOS LACANIANOS abre y cierra con “No hay relación sexual; dando a ver algo de la importancia de una dimensión ética en el libro, no porque hable del amor y del encuentro (lugares peligrosos, fuera de aquí) sino porque (hablamos desde el psicoanálisis) haciendo así sitúa en el centro “la tragedia del sujeto”, que no es otra que la contradicción de su deseo y su hacer-se con él, también allí “donde el amor toca su límite” (…). Ésta, la asunción de la tragedia del sujeto es “la ética verdadera”, dirá, la cual apunta, no al ser, sino a “lo que está llegando a ser”. Pero no se trata de aceptar esta historia y quedar en el cinismo (como el autor que, en su libro, no solo describe, sino que señala). Se tratará de la no cesión ante el deseo que se hace en el traqueteo de un “bordear el vacío”.

…y, en este lugar, el subtítulo-propuesta del libro, donde el autor, valiente, nos convoca a “una poética del psicoanálisis” (como si de un enigma, de nuevo, se tratara). Y pregunto ¿será que al psicoanálisis le falta poesía? Y ¿qué significa darnos a una poética del psicoanálisis? (…)

Y es que, si la poesía vivifica la palabra, es porque toca, es con cuerpo. Y cuando de ahí se parte y ahí se tiende, no hay más posibilidad que lo nuevo, cada vez, que es en tensión con un afuera que nos dice. Poesía como caballo de Troya. Primero atrae, después opera su grieta.

“Todo aforismo se nos presenta desde un lugar extraño, un lugar Otro, y se reconoce por el impacto que provoca”; pero, para que haya posibilidad de que el aforismo nos alcance, se recomienda parecerse a esos artistas abiertos al “riesgo absoluto” de su propio ser… algo que según el seminario 11 de Lacan debería de ser, también, nuestra disposición frente al análisis.

(…) advertidos de la comodidad de fascinarnos y dispuestos a perder, no sabemos muy bien qué, aún.

Día de la presentación del libro., 19 de abril 2023. Sede de la ELP de Madrid.
De iquierda a derecha: Zacarías Marco, Esperanza Molleda, Miriam Chorne y Clara Urbano.

Zacarías Marco

Socio de la sede de Madrid de la ELP

“La forma de la salpicadura”

Una de las cosas que siempre me ronda por la cabeza es qué impulsa la escritura, o más directamente, qué hace que algo sea escritura. Esta pregunta parece convocar a la letra, en la acepción lacaniana, a este oxímoron que sería la palabra viva. Es un anhelo que me imagino que parte del aburrimiento que me invade cuando ese encuentro vida-palabra no se produce. ¿Pero de qué encuentro se trata?

Tenemos por un lado la experiencia (como analizantes, como analistas, como lectores, aquí mismo participando de este evento…) y por otro una cierta aridez que afecta a lo que decimos, a lo que leemos, también a lo que escribimos. Una aridez que proviene, al menos en parte, creo, de someternos a un discurso que sacrifica nuestra subjetividad. Distingo aquí el relato de los sentimientos de la aventura del encuentro. Me interesa lo segundo. Lo primero se integra fácilmente en todo discurso. Me refiero a la excusa que supone ordenarse por lo comunicacional y el peligro, en nuestro caso, de someterse a la égida del saber (un saber que delataría, en este caso, un no saber hacer con lo real). Este saber resulta sumamente atractivo, nos hace abejas de la colmena, impulsando proyectos colectivos. Una parte es sin duda necesaria, pero en ese movimiento algo importante se pierde, y al perderse otras dinámicas no del todo sanas vienen a su lugar.

En este libro, que es para mí un capítulo más dentro del resto, me ha interesado hacer otra cosa que darle vueltas a la misma parva, aventurarme en territorio agreste a la caza de nuevos frutos, y con la ambición de traer esa experiencia a la palabra. No contar la experiencia, o sea, hacer una ficción comunicativa, sino acometer ese imposible que es mostrar la vida, lo que viene a ser el encuentro en las palabras.

Por supuesto, el saber está –como cada uno puede descubrir, hay mucha lectura detrás–, pero no interesa su exhibición, la cita o la referencia. Serán cosas que el lector podrá descubrir por su cuenta, escuchar sus ecos en el texto, leerlos como guiños dirigidos a él. No hay nada malo en ello. Eso está. Otra cosa es el tema de la autoridad, del Otro. He evitado acudir a la autoridad para sostener un pensamiento. Cada vez que ocurre es un fracaso. Por eso digo en el primer texto que Lacan ha sido utilizado. ¿Por qué? Porque sostenerse en la autoridad es todo lo contrario de servirse de ella, y deja fuera lo que más me interesa, que es llevar a acto el discurso analítico. Lo que significa entenderlo como una poética. Fijaros lo ambicioso de mi propuesta que incluso exigiría dejar de llamar discurso al que practica el psicoanálisis en su clínica. No discurso sino poética, porque sólo desde una poética podemos intervenir en lo real.

Es aquí donde se aúna la idea de encuentro con la escritura, donde accedemos a lo vivo que ha fecundado la palabra. Nos incursionamos en lo real para producir una mutación. Navegamos entre esas dos aguas. Pero decir que lo hacemos no es hacerlo. Decir es entrar en el relato, donde nos defendemos, abandonamos las aguas turbias y nos ponemos guantes para evitar su salpicadura. En este libro he leído los aforismos de Lacan desde otro lugar, para volver al encuentro con lo que hace tambalear nuestro ser, y dejar, en la escritura misma, la forma de su salpicadura.

Esperanza Molleda

Miembro de la ELP y AMP

Presentación del libro “Aforismos lacanianos” de Zacarías Marco

No es lo mismo leer un libro que tener que presentarlo. De alguna manera, la invitación a presentar un libro se trata de una invitación a seguir el principio simple que, según nos declara Zacarías Marco, guió su aventura de escritura: “cuando se lee, se escribe”.[1]

Toda lectura es una ocasión para dejar que se escriba el efecto del texto sobre nosotros, pero muchas veces ese efecto queda a las puertas de ser inscrito y lo leído cae fácilmente en el olvido. La exigencia de escritura a partir de lo leído, que conlleva la invitación a presentar un libro, obliga a que la metafórica escritura, a veces tan esquiva, se convierta en escritura real, de modo que la lectura se vuelva menos perecedera en el esfuerzo de transmisión que implica hacer su presentación. Presentar “Aforismos lacanianos” es, pues, una manera de que el placer de la lectura que ha existido vaya más allá y que a través de la escritura de su presentación los tesoros encontrados se inscriban como puntos de referencia nuevos en mi entramado íntimo. Esto es lo que ha permitido la invitación a presentar el libro de Zacarías y por lo cual muestro mi agradecimiento más allá de la mera cortesía. Queda ahora que mi esfuerzo de escritura sea lo suficientemente elocuente para servir de incitación a la lectura a los que todavía no hayáis leído el libro.

En el prólogo del libro, Zacarías Marco nos habla del deseo que alienta la escritura de estos textos que acompañan a cada aforismo. Nos dice que “no sólo busca transmitir de una manera accesible una constelación de sentido”,[2] no sólo busca acercarnos a la lógica de pensamiento de la que los aforismos lacanianos son el fruto maduro que cae, sino también y, “sobre todo”, subraya que desea que los textos que conforman el libro sean “el resultado de una aventura, un viaje, una apuesta formal que va más allá del ámbito del saber”.[3] Un viaje que va de la lectura a la escritura, resultado de la magia de la escritura, ya que cuando uno se pone a escribir, sabe de dónde parte, pero no sabe los descubrimientos que va a hacer por el camino. Zacarías Marco tiene el talento y la generosidad de saber ofrecer al lector los descubrimientos que su viaje de escritura le lleva a hacer.

Esta doble intención del autor da lugar a un libro “multiusos”. Para aquellos que se acerquen por primera vez a los aforismos lacanianos, el libro ofrece un camino transitable para introducirse en la enseñanza de Lacan. Zacarías Marco ofrece su bella escritura como una mano amable para adentrarse en el pensamiento lacaniano. Aconsejo aquí sus comentarios a “Un significante representa a un sujeto para otro significante” que nos acompaña para pensar los entresijos de la alienación y la separación, el surgimiento del sujeto y del objeto, la representación significante y la pulsión. Y también “La angustia no es sin objeto” con su excelente relectura del caso Juanito que nos zambulle en lo que es una fobia, como un objeto puede ser tanto causa de angustia como un mediador defensivo, como entender la relectura lacaniana del Edipo freudiano. Su lectura señaliza un camino a seguir en el acercamiento a la enseñanza lacaniana al que se deje tocar por estos textos.

Pero también es un libro para los veteranos, para los que ya estamos inmersos en las enseñanzas de Lacan desde hace tiempo, ya que nos ofrece la posibilidad de abrir ventanas nuevas, de descubrir nuevos detalles, de ubicar el contexto particular en el que surgió el aforismo en cuestión. En este sentido, recomiendo el comentario a “Tú no me ves desde donde yo te veo”, con el que Zacarías Marco nos conduce desde el análisis que hace Foucault de Las Meninas en el primer capítulo de Las palabras y las cosas hasta las clases que Lacan dio en mayo de 1966, pocas semanas después de la publicación del libro, en su décimo tercer seminario cómo respuesta a la interpretación foucaultiana. La riqueza conceptual, desplegada pormenorizadamente, con maestría por el autor, va acompañada además de la sustancia dramática (que no falta en otros aforismos) con la que nos dibuja un Lacan deseoso de seducir y dialogar con el filósofo cuando este asiste a su seminario en la primavera de 1966 y un Lacan cómplice suscribiendo lo planteado por Foucault en su famosa conferencia ¿Qué es un autor? tres años más tarde.

La mención de esta conferencia con la que termina su comentario nos muestra otra posibilidad de uso de “Aforismos lacanianos”, que es su potencial como depósito de referencias a las que dirigirnos para enriquecer nuestra perspectiva. Encontramos aquí a Zacarías Marco desplegando con libertad y con rigor un buen número de sugerencias. Algunas son clásicas citas lacanianas, a las que da un barniz distinto. Nos habla de Spinoza, pero trayéndonos al joven Lacan de 16 años leyendo en su cuarto la Ética. O nos habla de Saussure trayéndonos a la imaginación sus dos caras: el Saussure estructuralista, más conocido, que por el día ordenaba el lenguaje y el Saussure anagramático, menos conocido, que por la noche buscaba aliteraciones en la poesía latina para atrapar otro tipo de leyes poéticas del lenguaje. O nos lleva hasta un Bentham niño que aprende a domesticar su terror infantil a los fantasmas a fuerza de imaginarlos ridículos. Son detalles no menores, ya que nos ayudan a encarnar lo teórico. El deseo del joven Lacan anudado al concepto de deseo spinoziano. La escisión del lingüista enlazada a la doble cara del lenguaje, con su capacidad comunicativa, pero también con su desorden y las invenciones alocadas que surgen en sus límites. El temor infantil del pequeño Jeremy ligado a la ficción y la verdad, a su pathos y a su bathos (palabra desconocida para mí hasta ahora, que significa anticlímax retórico, intento divertidamente fallido de mostrar grandeza artística).

También encontramos en este tercer uso del libro, referencias marca “Zacarías Marco” que tienen la virtud de enviarte a explorar otros territorios alejados de la demarcación lacaniana. Gracias a ellos descubrí la gran diferencia entre “una” y “la” en lo que se refiere a la mujer a partir de una anécdota sobre la censura que sufrió la maravillosa película de Goddard “La (o una) mujer casada”. Descubrí también las sillas en tres estados del artista norteamericano Joseph Kosuth, para dejarme tocar con la contundencia de la diferencia entre palabra, imagen y cosa. Y capté el desamparo del sujeto en los tres puntos con los que termina el haiku de Kobayashi Issa que Zacarías Marco analiza en “No hay Otro del Otro”.

El libro se inicia y se termina con el mismo aforismo “No hay relación sexual”, dos comentarios que inciden cada uno de ellos en los dos polos desde los que Zacarías Marco nos indica que hará su acercamiento a las sentencias lacanianas. El primero de ellos realiza su viaje a través de la lógica del sentido para explicarnos la ruptura de relación que hay entre uno y otro; entre el partenaire x y el partenaire y; entre el sujeto que habita entre significantes y el goce que se impone desde lo real. Muestra la apertura que produce tal fractura para indicarnos que es precisamente allí donde nace ese empeño imparable de la humanidad por llenar de fantasías este hiato, motor de toda creación. El último comentario de la máxima lacaniana, en cambio, es una travesía muy personal por la no relación sexual a partir de una de esas referencias marca de la casa. Zacarías Marco nos ilustra acerca de la no relación sexual a partir de una película de 1965, ambientada en la guerra civil americana titulada Shenandoah. Les aconsejo que lean la trama resumida con delicadeza e ingenio por Zacarías Marco para comprender como ciertas convenciones del cine americano tienen que ver con la no relación sexual lacaniana, como los ritos clásicos del amor tratan la ausencia de relación entre los sexos y como se mezcla la comedia entre los sexos con la enseñanza de Lacan.

Si se leen ustedes estos primer y último textos podrán saborear lo que se van a encontrar a lo largo de todo el libro. Rigurosidad conceptual acompañada de rastros poéticos con un estilo que reconozco propio del autor en el que mientras escribe conversa con su lector. La teoría elevada a poesía y la poesía elevada a teoría.

El aforismo como poesía se recita y se recita, pero en su calidad de verdad oracular nos exige ir más allá: analizarlo, interpretarlo, comentarlo, contextualizarlo, asociarlo con nuevos vínculos. Esto es los que hace Zacarías Marco. Un atrevimiento tanto mayor cuanto que el propio autor nos dice que el peso del aforismo proviene de su capacidad de apartarse de la continuidad de las frases. En este cruce de caminos imposible, el autor acepta el reto y quizás “dobla la apuesta” como le gusta decir, volviendo a unir frases al aforismo desmembrado del discurso.

De todas las opciones he elegido para nombrar los textos de Zacarías Marco la de “comentario”. ¿Por qué? Para integrar en la Escuela el libro que nos ocupa. Lacan en su Acta de Fundación de la Escuela en junio de 1964 nos propone el “comentario continuo del movimiento psicoanalítico”[4] como uno de los ejes en los que desplegar la tercera sección de la Escuela, la recensión del Campo Freudiano, la reseña y censura crítica de los textos psicoanalítico. En este sentido, Zacarías Marco asume la tarea de “comentar” los aforismos de Lacan sin dejarse succionar por la doxa de la Escuela, pienso que esta es una gran aportación de su escritura. No se deja “fascinar” por los lugares comunes que frecuentamos la mayoría de los que habitamos la Escuela, se rebela sin un ápice de rebeldía a la doctrina al uso, ¿Por qué hablar de un primer Lacan entregado a lo imaginario, un segundo Lacan centrado en los simbólico y un tercer Lacan que da primacía a lo Real? Simplifica, no hace justicia al maestro que mostró el trenzado continuo de los tres “Lacanes”, ampliando su lupa ora en un registro ora en otro. Nos invita así a separarnos de un clásico en la manera de entender el corpus lacaniano.

La lectura de los comentarios de Zacarías Marco tiene la virtud de sacarte de la pereza tan denostada por Lacan de creer comprender, te despierta, te abre una nueva mirada sobre los conceptos que creías ya asumidos. Empuja a poner en acto la apuesta de la práctica del psicoanálisis que parte de un trabajo de lectura de lo que está escrito, para hacer otra escritura que nos lleve más allá de la primitiva. Dejamos de comprender algunas cosas que creíamos comprender para encontrarnos con nuevos destellos de compresión que relanzan el interés por encontrarte de nuevo con la palabra de Lacan desde otro lado. Te hace consciente de las suposiciones en las que te mecías tranquilamente, un aire fresco te despierta y te dan ganas de aventurarte tú también en este principio del principio: “cuando leas, escribe”, pero hazlo a título personal: “¡No canten a coro! ¡No hagan melodía! ¡No cedan al encanto de la repetición!”. Zacarías Marco nos recuerda al Lacan de La cosa freudiana en su comentario a “Sublimar es elevar el objeto a la dignidad de la Cosa”. No defenderse de las aristas del aforismo con lo ya sabido. Hacerse consciente de que toda lectura exige al lector una escritura propia. Y esto solo se puede hacer de una manera singular.

Y esto se hace posible, porque, como el autor nos indica, tiene el atrevimiento de “utilizar” a Lacan para pensar, para escribir y para ir más allá de lo establecido, aspirando a cavar un nuevo surco en el campo del saber del psicoanálisis lacaniano. En fin, hay que ser un poco irrespetuoso con la doctrina lacaniana y atrevernos a “usar” a Lacan, si queremos salir de la condena de la repetición de los mismo con la consiguiente degradación del saber a la que toda institución está expuesta en la reiteración de lo asumido como comprendido. La escritura de Zacarías Marco tiene el mérito de hacernos salir de la reproducción de lo mismo, gracias a su manera de posicionarse de manera excéntrica respecto al saber establecido y gracias al movimiento centrífugo que imprime a sus escritos. Zacarías Marco parte del centro de gravedad que le ofrece el aforismo para alejarse de él, pero sin perderse, girando siempre a su alrededor, pero alejándose de lo ya dicho.

Para terminar, diría que los “Aforismos lacanianos” de Zacarías Marco, merecen ser reconocidos por el nombre de su segundo autor, en ese work in progress del “cuando se lee, se escribe”, porque, lamento contradecir el planteamiento de Zacarías Marco, el autor no se borra. Mientras leo el libro, la presencia permanente de la voz singular de su escritura me hace pensar, es un “autor”, no es cualquiera haciendo un comentario dentro de la doctrina lacaniana. Zacarías Marco tiene la peculiaridad de hacer resonar su voz de la buena manera en su escritura, sabe hacernos acompañarle por los vericuetos de su pensar y su sentir, por la sorpresa de sus asociaciones y por las infinitas referencias de su mundo. Contribuye así en nombre propio a que las sentencias lacanianas se mantengan vivas en nuestra comunidad de saber.


[1].  Marco, Z., Aforismos lacanianos. Para una poética del psicoanálisis, Madrid, Arena libros, 2022, p. 13.

[2]. Ibid., p. 12.

[3]. Idem.

[4]. Lacan, J., “Acto de fundación”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 250.

Presentación de libro “Breviario Político de Psicoanálisis” de Jorge Alemán

Portada del Libro

Marjorie Gutiérrez Fontaines

Socia de la sede de Madrid de la ELP

“Presentación y coordinación del espacio”

La Biblioteca de Orientación Lacaniana tuvo el gusto de presentar Breviario Político de psicoanálisis el 17 de mayo, último libro de Jorge Alemán, psicoanalista, escritor y poeta. Miembro de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis), docente de la Sección Clínica de Madrid (Nucep)

Para dar inicio a este encuentro que mejores palabras que las del propio autor:

 “Este breviario se presenta como un golpe de reescritura sobre mis libros anteriores: Lacan: Heidegger; Soledad: común; Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación; Ideología, Nosotras en la época. La época en nosotros” …“Discurre sobre distintas lecturas, interpretaciones y temas cruciales de la actualidad que indagan hasta donde lo político y el psicoanálisis -sin superponerse nunca- entran en mutuo juego de correspondencia. Al mismo tiempo, logra atar los cables sueltos de sus formulaciones teóricas con el legado de Marx, Freud, Heidegger y Lacan”.[1]

Jorge Alemán nos brinda una obra “que podemos leer por bloques temáticos, leer de forma aleatoria o según el orden sugerido, ya que cada entrada es en sí misma una unidad[2]. Nos toparemos con conceptos claves: discurso capitalista, el amor, derechos humanos, exilio, lenguaje inclusivo, el mal, etc. Cada concepto elaborado a partir del modo que impactan sobre la vida y circunstancias sociales y subjetivas.

Una vez más Jorge Alemán nos ofrece una obra para leer detenidamente, porque a pesar de la brevedad de las entradas y temas, que muchos colegas han descrito como aforísticas, tiene un nivel teórico y de elaboración que nos invita a trabajar. Este breviario se presenta como una referencia fundamental para temas cruciales y de actualidad.

Intervinieron:

Contamos con la presencia del autor.

Mercedes de Francisco, Miembro de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis), docente de la Sección Clínica de Madrid (Nucep)

Constanza Meyer, Miembro de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis)

José Alberto Raymondi, Miembro de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Coordinador de la BOLM.

Celeste Stecco, Miembro de la ELP (Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis)


[1] Alemán, J., Breviario político de psicoanálisis, Ned Ediciones, Barcelona, 2022, p.13

[2] Ibid, p.13.

Constanza V. Meyer

Miembro de la la ELP y la AMP

“Presentación Breviario político de psicoanálisis de Jorge Alemán. NED Ediciones”

Leo en el diccionario María Moliner que un Breviario es un compendio, pero también un tratado poco extenso sobre una materia, un libro de notas (¿cuaderno de viaje, de vida, quizás?) y hasta un libro de rezos. Por su parte la RAE especifica, como de costumbre, que se trata de un libro litúrgico que contiene las oraciones eclesiásticas de todo el año o un resumen breve, conciso y sustancial de una materia amplia.

Este libro puede ser eso y más, aún en su brevedad, que es, por otra parte, lo que le otorga ese efecto de lectura que te deja un gustito agridulce que llama a volver. Es un libro de reflexiones que en su sencilla apariencia abordan sin tapujos lo que nos concierne en tanto seres hablantes y que a menudo no queremos mirar de frente. Su lectura se vuelve necesaria porque interroga e invita a la interrogación.

Me tomé en serio la sugerencia del autor de leer el libro sin orden ni concierto y lo hice tomando un texto del final y otro del principio de manera alterna. Así fue como me topé con una cita de Lacan que cierra el libro y que Jorge tomó como guía del breviario porque logra cifrar, en su estilo enigmático, un decir que abre a diferentes alternativas de sentido. Este texto que se llama “Los únicos hombres de verdad que nos quedan” exhibe un modo de leer que es lo que lo convierte en enseñanza singular, un modo de lectura no-toda, como se la denomina en el libro, un rasgo que atrae e invita a leer y a escuchar lo que el autor tiene para decir. Esta manera de leer es lo que constituye el estilo de Alemán que tanto me gusta por llevar la interrogación al límite.  

Leemos con Jorge, entonces, esta compleja cita a la letra, a la manera en que Lacan se propuso su retorno a Freud, apuntando a señalar “(…) el modo en que el texto freudiano desborda y excede (…)”[1] aquello que lo determinó. En su lectura, el autor va desentrañando algunos sintagmas claves que constituyen el esqueleto de la cita y que nos permiten captar la articulación que Jorge nunca deja de subrayar entre Lacan y la política, y que es su marca de lectura.

El gesto de Lacan en este párrafo de “La ciencia y la verdad” apunta a mostrar, en palabras de Alemán, que nos lo recuerda cada vez, “(…) lo que el final de la Historia no ha logrado capturar (…)”[2], las famosas malas noticias que trae el psicoanálisis. Por ello, los hombres de la verdad que nos quedan, advierte el texto, no lo son del saber sino de la verdad tomada como aquello que retorna en esas fallas que, como ya había apuntado Lacan perforan la trama del saber. Hace un par de días, en un texto publicado en Página12 dedicado a la tan comentada inteligencia artificial, a modo de un poema de resistencia, Jorge vuelve a recordarnos que son precisamente esas fallas las que impiden la captura total y nos conceden un resquicio para seguir apostando por la vida.

Podemos decir que, de algún modo, el Breviario… entero versa sobre esas dos líneas, lo que los dispositivos de poder o los discursos dominantes no logran capturar y las fallas que agujerean las tramas del saber y que nos ponen delante del desafío de inventar nuestro propio modo de hacer con eso.

Así, por ejemplo, en la mitad del libro, en las páginas 68 y 69, encontramos dos breves y concentradas perlas que hablan del exilio y del acto subversivo, definido éste como el “(…) imprevisto, incalculable, que se abre en el espacio de la libertad y la igualdad”. En cuanto al exilio, con Lacan sabemos de aquel que atañe a todo ser que habla, el que remite a la ausencia de proporción sexual y que vale para todos, pero como nos recuerda Jorge, la tierra natal está siempre perdida porque somos hijos de marcas “imposibles de localizar topográficamente.”[3] Por eso, el retorno es imposible y se trata más bien de elegir emprender o no un recorrido sin desconocer que “(…) la tierra natal no se brinda de otro modo que realizando su propia sustracción.”[4]

Esa imposibilidad recae también sobre el duelo por la pura pérdida evocada en este caso de manera sublime a partir de la palabra del poeta César Vallejo: Hay “golpes en la vida tan fuertes… ¡yo no sé!”. Por eso, psicoanálisis y poesía tienen por material esa pérdida, ambos enseñan a hacer con ella pero, como nos advierte Jorge que se mueve con soltura entre los dos campos, sin caer en la tentación de “identificarse con lo perdido”. La elección forzada de la que también se ocupa este breviario en la página 83, remitirá asimismo a la cuestión de la “(…) imposibilidad de anular el hiato entre la causa y la emergencia contingente del sujeto”[5], único margen en el que localizamos la libertad en el sentido lacaniano.

Como también sugiere el autor en los hilos preliminares, este libro puede pensarse como una suerte de reescritura de textos anteriores, donde su estilo insiste en el abordaje valiente de lo que se presenta como los espejismos de la época que asumen su máxima expresión en el pseudo discurso capitalista y el Breviario… se abre precisamente con una cita de Lacan que dice sin vueltas de lo que se trata en ese falso discurso, del rechazo de amor y la castración.

Las entradas que se ocupan del lenguaje y de Lalengua me resultan especialmente atractivas por pertinentes y rigurosas. El autor no retrocede a la hora de desmontar y dejar al descubierto la maniobra que se oculta tras ciertos significantes bajo los que los que sujetos se presentan con frecuencia hoy en día. Dado que “(…) pensar el modo en que se habita la lengua es un acto político de primer grado”[6], señalar que la tan trillada empatía ha fagocitado “expresiones como simpatía, respeto, benevolencia, generosidad, hospitalidad… nobles actitudes imposibles de cuantificar (…)” constituye un gesto político imprescindible. Pero junto a lo político está también lo poético entendido como una “(…) praxis sobre el material de lalengua”[7] que habilite nuevas posibilidades de habitarla.

Asimismo, sin desconocer que la lengua está viva y que los hablantes intervienen sobre ella modificándola permanentemente, señala con respecto al lenguaje inclusivo, el problema político que entraña querer cancelar la imposibilidad de decirlo todo ya que “sin lo excluido y lo imposible de decir, Lalengua se transforma en una relación instrumental donde se borra todo aquello que la excede. (…) Es gracias a la exclusión, a lo indecible e innombrable que la existencia hablante, sexuada y mortal puede advenir como sujeto político.”[8] Se trata, como vemos, de reflexiones que sacuden y desenmascaran los slogans que se repiten sin parar en el ruido ensordecedor que nos rodea.

Así como la resiliencia y la empatía en tanto imperativos asfixian a los sujetos, Alemán nos invita a rescatar términos que parecen haber perdido peso en la época del “nuevo individualismo”, donde la promoción de lo auto y de lo particular busca la homogeneización que pretende borrar lo singular y que, como bien señala el autor, es una operación contraria a la propuesta del psicoanálisis y a la Soledad:Común. Esta última, lejos de llamar a la consolidación de una masa homogeneizante, es entendida como el espacio común en el que la diferencia absoluta puede encontrar su sitio. Por eso, recuperar la vergüenza y el pudor es, de algún modo, poner un freno o modular algo de ese empuje al todo que el discurso capitalista promete y que muestra su cara más feroz en el puro goce de acumular.

En cuanto a la responsabilidad, en cambio, el texto pone de manifiesto la torsión perversa que el neoliberalismo hace de este término, mostrando que si bien cada uno es responsable de su posición como sujeto, tal y como afirma Lacan, no somos responsables de la violencia que el sistema neoliberal ejerce sobre la vida de los seres hablantes en su imparable circuito de consumo. Lo que, no obstante, no nos exime de la responsabilidad de decidir de qué modo habitamos este sistema ya que como nos recuerda el Breviario… en otro momento, el neoliberalismo ha logrado conformar una alianza sólida entre la civilización y la pulsión de muerte por lo que el verdadero acto político debería apuntar a restituir la diferencia entre ambos términos. En ese sentido, este libro es también por eso un diario de vida que en cada entrada no deja de apostar por ella. Muchas gracias.


[1] Alemán, J., Breviario político de psicoanálisis, NED Ediciones, Barcelona, 2022, p. 116.

[2] Ibíd., p. 118.

[3] Ibíd., p. 69.

[4] Ibíd., p. 68.

[5] Ibíd., p. 83.

[6] Ibíd., p. 104.

[7] Ibíd., p. 20.

[8] Ibíd., pp. 97-98.

Celeste Stecco

Miembro de la AMP y la sede de Madrid de la ELP

Presentación de Breviario político de psicoanálisis. De Jorge Alemán

Se trata de un breviario político a “golpe de reescritura”, una vuelta más alrededor del vacío que convoca al autor y del que cuida que no se cierre, cuestión que se materializa en su propio estilo de escritura. Una vuelta más trenzando la política, el psicoanálisis y el estado actual de la civilización, una trenza de la que emerge esta trama que podemos leer. Se trata de un esfuerzo más de Alemán en el que tiene lugar una operación de reducción que va llevándonos al cogollo de cada tema. Creo que es un libro estupendo para quienes somos sus lectores, ya que esa operación de reducción nos pone en primer plano las articulaciones, las contradicciones, las brechas dificultándonos la distracción… y también para quienes se acerquen a la obra de Jorge por primera vez, ya que podrían hacer de este breviario los puntos de partida fundamentales para seguir sus desarrollos previos.

Cada uno puede leer este libro como lo desee, no hay un orden pre-establecido con el cual cumplir, pero hay algo que el autor ubica al comienzo y al final y que me parece interesante mantener en esos lugares. Se trata de las palabras de Lacan escogidas por Jorge. En el comienzo están las palabras sencillas con las que Lacan transmite el meollo del discurso que ordena la civilización hoy y nos hace preguntarnos acerca de qué vida es posible si se “deja de lado las cosas del amor”. Considero que esto tiene un lugar en cada una de las entradas de este breviario, a las que he leído como partes de un análisis pormenorizado y preciso por parte de Jorge de las consecuencias que la aseveración de Lacan tiene en el mundo de hoy. Freud ubicaba el amor en el origen de la cultura y Alemán lo plantea como “acontecimiento político”.  Pienso si ese amor que el discurso capitalista deja de lado no constituye el blanco al que apunta hoy la “represión social” para continuar su dominación, una dominación a la que los sujetos sirven mientras se creen libres.  

Dejar de lado las cosas del amor sería dejar de lado las condiciones constitutivas del ser hablante, es dejar de lado la condición fundamental para que la vida pueda ser soportada. Las entradas: “Discurso capitalista y amor” y “Edipo” me parecen de una precisión excelente. En unos pocos párrafos Jorge nos trae los puntos fundamentales que el psicoanálisis iluminó acerca de la condición humana, los mismos que el neoliberalismo busca “erosionar” y “hacer estallar”. Dejar de lado las cosas del amor es obstaculizar la conjugación de lo irreductible singular con lo colectivo, es dificultar todo lazo posible amalgamando la civilización a las tendencias humanas más oscuras.

En el rechazo al amor se vehiculiza el rechazo al inconsciente, al misterio del que emergió cada uno, Jorge plantea como en su lugar se impone una pedagogía del Eros y de una gestión de sí mismos, de una ingeniería del cuerpo, ilusionando con que todo de sí mismos sería gobernable y lo que no sea de su agrado podría ser deconstruido, garantizando de este modo la impotencia. Si no estuviéramos escuchando en nuestras consultas ya las consecuencias de todo esto, a mí al menos, me daría risa.

Alemán nos trae también la cuestión de la responsabilidad y de la víctima y aquí hay algo fundamental para preguntarnos de qué el sujeto es responsable. Si bien el sujeto no es responsable, como dice Jorge, de “las distintas operaciones del poder neoliberal” si lo es de la negación de la castración, si lo es de no querer saber nada del poder al que sirve: ya sea el del significante con el cual se ordenó, ya sea del poder de la pulsión que lo lleva a la repetición infinita, ya sea del goce en su inutilidad. Podríamos decir que si bien no es responsable de “las distintas operaciones del poder neoliberal” si lo es de ofrecerse al sacrificio y de su “adaptación al mal”[1]. Se trata de una cuestión fundamental en relación al porvenir de la humanidad, Alemán plantea que “el deseo de transformar surge de la desvictimización”. Solo escojo estas tres cuestiones: amor, responsabilidad y desvictimización, solo tres de todas las que Jorge nos ofrece para pensar, porque creo que no hay emancipación posible sin ellas.

¡Una vez leído el Breviario Político de Psicoanálisis considero que hoy el Psicoanálisis hace más falta que nunca – recuerdo aquí cuando Lacan dice que para él la apuesta en cada análisis era que “triunfara el sentimiento llamado amor”, y quizás nos estemos enfrentando a las condiciones más difíciles para su existencia en tanto la palabra, el amor, y el lazo hacen a eso de lo que el neoliberalismo busca prescindir. ¿Qué otra elección que renovar la apuesta, qué otra elección que seguir apostando porque el lazo entre la causa singular y la que tenemos en común sea posible? En este punto aprovecho para preguntar a Jorge por lo que llama “el final cumplido del psicoanálisis” al que nos dice estar asistiendo en la entrada: “Horizonte del psicoanálisis”. Me gusta lo de “horizonte”, hay ahí un lugar para el porvenir y para el no saber.

Para terminar, recojo eso con lo que Jorge elije terminar este Breviario, que son las palabras de Lacan acerca de “lo que aún nos queda”, “lo que el final de la historia no ha logrado capturar”, lo que hace al hilo con el cual seguir.

Gracias!

Celeste Stecco


[1] Lacan entrevista para la revista Panorama – 1974 . El psicoanálisis, 2015

Día de la presentación, de izquierda a derecha: Constanza Meyer, Celeste Stecco, Marjorie Gutierrez, J. A. Raymondi y Mercedes de Francisco

Mercedes de Francisco

Miembro de la ELP y AMP

“Intervención en la BOLM, presentación del Breviario político de psicoanálisis de Jorge Alemán

Gracias a la biblioteca por la invitación a presentar Breviario político de psicoanálisis de Jorge Alemán. Me interesó mucho el apartado de hilos con el que empieza su libro, porque en esos hilos esta él y está su trayectoria, y sus encuentros contingentes con los distintos autores.

Aunque este Breviario abre la posibilidad de que su lectura sea a la manera de Rayuela, en mi caso seguí el orden cronológico y encontré un hilo que conecta los distintos capítulos y que está dicho en el primer apartado donde se hace referencia a la formulación de Lacan “el discurso capitalista rechaza las cosas del amor”. Alemán en su libro hace un contrapunto permanente entre amor y capitalismo, de una manera u otra, más clara, más sutil, o misteriosa.

Dice, muy sencillamente, que del amor no se puede hablar en términos de completud, y que se trata de una suplencia. Suplencias que cuidan y hacen obstáculo a la imposibilidad. Por un lado, cuidan la imposibilidad, y por otro, le hacen obstáculo. Es decir, que el amor no sólo está como un favorecedor de lo imposible, porque si no sería reducido a la formula paradigmática del amor cortés que en tantas épocas ha mantenido su primacía. Es decir, que hay algo de lo posible, de un acto, dentro de un cuidado de la imposibilidad. Me parece un elemento fundamental del amor y de cómo lo entendemos desde el punto de vista de Lacan.

Alemán remarca que en el capitalismo se da una conjunción entre el sujeto y el plus de gozar, una conexión tan compacta que interrumpe el amor, es decir que si hay una compacidad entre el sujeto y el plus de gozar, el amor no tiene posibilidad de surgir, y quizás esto tenga que ver con esta famosa frase que estamos trabajando en el departamento sobre “Pensamiento Contemporáneo y psicoanálisis lacaniano” que realizamos en el Nucep: “el amor es lo  único que permite al goce condescender al deseo..” pero si el sujeto y el plus de goce están compactamente conectados, olvidémonos de esta condescendencia.

El amor que pretende el neoliberalismo es un amor sometido a dar la talla y a presentarse sin ninguna falta, es decir, que el neoliberalismo no quiere saber nada de lo que exige el amor, que es un límite. Se trata de considerar lo imposible como límite de una indagación del misterio. Es decir que hay un misterio que no se puede desvelar del todo, frente a un neoliberalismo en el que todo es comunicable, medible, visible, calculable. Con esto tan comunicable, medible y calculable, el carácter contingente del encuentro ha quedado borrado.

Aquí Jorge nos habla de un encuentro de dos faltas, a mi me gusta mas el encuentro de dos exilios, más que de dos faltas, me gusta mas la formulación de Lacan del encuentro de las marcas del exilio de la relación sexual. Hay algo que no es del orden del vacío en el encuentro con el amado, se trata de la marca de goce contingente de cada uno que se conecta con la del otro.

Jorge también plantea el problema de las instituciones con su repetición e inercia, de los discursos que empiezan de una manera potente pero después se convierten en una letra muerta, son avisos a los psicoanalistas y a sus instituciones, y dice una cosa que él ha trabajado en muchos momentos y que resulta interesante para entender todo esto: “que el capitalista no acumula goce”, esas cosas que acumula no son goce, sino que goza acumulando, y lanzo una pregunta ¿esto tendría que ver con la figura clásica del avaro?, el avaro, ese señor que puede vivir miserablemente, pero que goza acumulando ¿podría servirnos para entender a este capitalista? ¿O no?

Otro punto que el autor pone en cuestión es el tema de lo identitario, que ahora tiene un poder como significante social, o significante del discurso social.  Señala muy claramente que la cuestión identitaria siempre implica una brecha, no hay una identidad que nos acoja definitivamente, no somos, ni siquiera, idénticos a nosotros mismos.

Una afirmación que tiene interés clínico es que el capitalismo se apodera del inconsciente hasta llevarlo a los confines de la paranoia. Me parece un elemento fundamental de su Breviario porque hay una deriva interpretativa en Freud que frena Lacan. Leyendo ahora Psicopatología de la vida cotidiana se puede comprobar que, si uno entra en esta deriva interpretativa sin final, estamos olvidándonos de una cuestión que también señala muy bien Alemán, que es la cuestión de que entre la causa y el efecto, hay una brecha insalvable. Entre la causa y el efecto siempre hay una hiancia que es imposible de cerrar, que siempre cojea. Entonces la idea de una interpretación que cierre es lo que nos llevaría a esta cuestión, porque la paranoia cierra, la interpretación paranoica siempre cierra, siempre en la interpretación paranoica se ve claramente que no hay hiancia entre causa y efecto, es el ejemplo patológico que mejor puede dar cuenta de esto.

Si el capitalismo es algo definitivo podemos olvidarnos de cualquier cambio posible, de hábitat, de vida, no de cambio de política o de partido, sino de las bases de lo político, de cómo vivir.

Por eso Jorge plantea que el amor es una experiencia con la verdad, yo diría mejor que el amor es una experiencia con lo real, porque la verdad en ese anudamiento simbólico imaginario puede rechazar lo real con toda tranquilidad, sin embargo, el amor en el sentido mas lacaniano de un “nuevo amor” no puede ser sin ese imposible, sin ese real que no cesa de no escribirse, y también la posibilidad que abre.

Cuando dices “el final cumplido del psicoanálisis”, pensé, ¡si el problema es que realmente el psicoanálisis todavía no ha sido ni descubierto! Es un nacimiento cumplido pero es un nacimiento cumplido que esta en los primeros meses, es un infans en los primeros meses. Las instituciones siempre van a fracasar, ya nos lo anunciaba Freud en el Malestar de la cultura y Psicología de las masas, pero el psicoanálisis no está en el momento de un final cumplido. Si se tuvieran en cuenta todas estas cuestiones, probablemente podría haber un cambio político que tuviera otro fin y otro destino. En esta época ultraneoliberal es reiterativo hablar del final, el final ecológico, el final que traerá la inteligencia artificial, el final al que nos llevará la técnica, etc.  Alemán se viene preguntando si el capitalismo sería un crimen perfecto y responde que no, sosteniéndose en la enseñanza de Lacan.

Para terminar, me parece sumamente importante subrayar que el psicoanálisis es el discurso que muestra que el crimen no es perfecto y que todavía no se han sacado las suficientes conclusiones de eso que Lacan señala y que haría factible un cambio de “lo político” con la posibilidad de alumbrar otro fin y otro destino.

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