Directoras de las Jornadas: Paloma Larena y Constanza Meyer

Queridos colegas,
Acabamos de vivir las XXII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis: Lo que hablar quiere decir. Se trataron de dos días de trabajo, de celebración y de alegría de encontrarnos.
Agradecemos a cada una de las personas que han trabajado durante un año para hacer posible este acontecimiento de escuela:
 
A sus Directoras: Paloma Larena y Constanza Meyer, por su dedicación, dando un lugar a lo singular de cada uno en esta preparatoria y puesta en acto.

A la Comisión Epistémica y Bibliografía: María Antonia de Miguel, Blanca Fernández, Carmen Carceller, Eduard Fernández, Blanca Medina y Graciela Sobral. Responsable: Miriam Chorne.

A la Comisión Clínica: Gabriela Alfonso, M. Isabel Alonso, Daniel Cena, Vilma Coccoz, Irene Domínguez, Araceli Fuentes y María José Olmedo. Responsable: Jorge Sosa.

A la Comisión Sottovoce: Luis Alba, Shaila García, Angela González, Ángela Mancho, María Navarro, Oriana Novau, Carolina Salinas, Graciela Sobral y Rosa Vázquez. Responsable: Carmen Carceller.

A la Comisión de Comunicaciones: Beatriz García, Ruth Pinkasz, Félix Rueda y Ricardo Rubio. Responsable: Lorena Oberlin.

A la Comisión de Audiovisuales: Lucilla Brandome, Marjorie Gutiérrez, Hugo Lock, Julieta Miguélez, Alejandro Tolosa. Responsable: Paloma Larena

A la Comisión Web/Decires: Mikel Arranz, Antonio Carrero, Francisco Javier Cepero, Teresa Colomer, Andrea Freiría, Carolina Martini y Carlos Montero. Responsables: Begoña Ansorena y Begoña Isasi.
 
Y muy especialmente a la Comisión in situ Madrid por acoger a la Escuela con tanto cuidado y afecto: Pilar Berbén, Paula Fuentes, Susana Gopar, Marjorie Gutiérrez, Eloísa García Laynez, Pía López-Herrera, Julieta Miguélez, Esperanza Molleda, Silvia Nieto, Mila Ruiz, Alejandro Tolosa y Clara Urbano. Responsables: Blanca Cervera y Julia Gutiérrez.
 
Muchas gracias, y 
¡A por las del XXIII Jornadas de la ELP!

¡Nos encontraremos en la tarea!
 
El Consejo de la ELP
Madrid, 5 de diciembre 2023

¿Qué puedo decir, de las XXII Jornadas Escuela Lacaniana de Psicoanálisis “Lo que hablar quiere decir” ?, celebradas en el Circulo de Bellas Artes de Madrid el 2 y 3 diciembre 2023. En mí ha resonado la presencia de lo “vivo” y para los que creemos en lo vivificante del deseo, lo he encontrado en las Jornadas en muchos momentos, tanto en las ponencias de las mesas como en las simultáneas y elijo alguno de ellos. 

El sábado en la Plenaria “El inconsciente aún ¿qué lugar para el psicoanálisis en el mundo contemporáneo?”, intervinieron Mercedes de Francisco, Andrea Freiría y Omaira Meseguer, animando la mesa Rocío Cid. La intervención de Omaira Meseguer tuvo en mí efectos vivificantes. Trabajo como psicóloga clínica y psicoanalista de niños y adolescentes y muchas veces tengo que hacer intervenciones en colegios con orientadores, profesores… y en salud mental con psicólogos, asistentes sociales y psiquiatras, en donde se aplican los protocolos estandarizados que, en la mayoría de los casos, dejan fuera al sujeto, tratando de convertirlo en usuario, resonando en mí,  con fuerza,  cuando Omaira comentó que los psicólogos tienen “oficinas de objetos perdidos” en las que se les promete a los usuarios y clientes poder encontrarlos. El psicoanalista va a contracorriente de lo protocolario, acompañando al sujeto a que pueda hacer el duelo por el objeto perdido, siendo durante este camino cuando el sujeto podrá poner en marcha su deseo, siempre se pierde algo cuando se habla.

También tuvo en mí un efecto muy vivificante la Mesa totalmente novedosa que tuvo lugar el domingo, titulada: “¿Hablamos?: Lo vivo de nuestra clínica”., en la que sin preparación previa los componentes de la mesa: Gabriela Alfonso, Carmen Conca, Eduard Fernández, Marta Maside y animada por Gabriela Alfonso, recogieron las impresiones de las simultáneas del sábado. En esta mesa encontré lo vivo en la risa que me produjo lo que trajo  Eduard Fernández cuando comentó que el analista de una de las salas simultáneas del sábado tuvo un acto fallido al hablar de su paciente  y en vez de decir “disforia de género” dijo “euforia de género”,  acto fallido que provocó la risa de los que estábamos en la sala, y el ponente al intentar explicar el fallido  dijo: “no euforia de género sino euforia sexual”, la sorpresa hizo reír de nuevo a la sala y al mismo Eduard,  despertando en mi una carcajada vivificante producida por lo que se cuela entre las grietas del decir.   Tomo también algunos comentarios de Marta Maside  en dicha mesa: “Lo vivo acoge la diferencia” y “que suerte tenemos de estar tocados por el psicoanálisis del lado de lo vivo”.

No hay verdadero ni falso antes de la palabra (1). ¿Y después?

En la sorpresa del encuentro con tantos rostros fotográficamente conocidos, en fin, los cuerpos. Sonidos, decires, ecos, risas, miradas. Silencio. Encuentros y desencuentros. Farfullas. Descubrimientos y repeticiones. Sorpresas. La erótica de la vida.

Dar un empujoncito a la lengua. Lavarse las orejas.

En los rastros de lo que fue vivido, algo sigue insistiendo, un poco fuera de lugar. Entre letras, trazos, garabatos, apuntes y lenguas: lágrimas. Este despropósito que me cuenta el cuerpo. El triunfo de haber estado ahí.

(1) LACAN, J. (1953/1954). Seminário 1: Os escritos técnicos de Freud. Rio de Janeiro: Zahar, 2009, p. 297. Traducción libre de la autora.

En nuestras jornadas, se presentaron trabajos muy interesantes en relación con el sintagma “lo que hablar quiere decir”.

 Distintas ponencias trataron sobre el inconsciente, el futuro del psicoanálisis y su diferencia con las psicoterapias.

El psicoanálisis permitió pasar de la clínica de la mirada a la de la palabra, reconociéndose el valor de esta, en contraposición con las psicoterapias.

Las intervenciones fueron numerosas en relación al bla bla bla y al descrédito de la palabra en el mundo moderno.

La sustitución del inconsciente freudiano por el parlêtre lacaniano fija un destello, J.A.  Miller propone tomarlo como índice de lo que cambia en el   psicoanálisis del siglo XXI.

Se apuntó que el camino del sentido no nos lleva a lo real de cada uno. El lapsus, la equivocación, el escollo, nos acercan a esas marcas en las que está concernido el sinthoma de cada sujeto. Es importante tener en cuenta que, en ese tartamudeo, ese escollo está capturada la vida de cada sujeto.

Se puso sobre la mesa el contagio de ciertos significantes (pareja tóxica autoestima etc.) que pasan fronteras para dar cuenta de ciertos malestares y se apuntó que no sabemos qué hay detrás de esos significantes, ni qué se farfulla detrás de ellos en cada sujeto.   

La escucha en psicoanálisis, necesita paciencia y mesura para apuntar a lo real y no caer en la chifladura del sentido.

Lo que hablar quiere es encadenar y desencadenar palabras, que se precipitan con la urgencia que el cuerpo impone al decir, un decir que apunta al litoral entre goce y sentido, que busca aproximarse y bordear la letra, el agujero trauma urgente de cada cual.

Alexandra Reznak me propone escribir un “Flash” sobre lo que me tocó en estas Jornadas, y en pocas líneas.

      Me “tocó” la frase de Omaïra Meseguer: “No se sabe por qué ese pedazo de lengua fue el que dejó una marca. Eso se llama contingencia, el misterio del cuerpo hablante.” Y continuó con la referencia al “moterialismo” en la Conferencia de Ginebra.

     No sólo me tocó, me llegó, lo que Omaïra nos transmitió que encontró en su análisis, con lo que de lalengua le marcó. Encuentro posible, “orientándose por el sonido y no por el sentido”.

     Me llegó también el trabajo de las mesas clínicas. Trabajo riguroso y “fresco” a la vez. Sólo me cabe decir gracias.


La tarde del viernes, en la Asamblea general ordinaria, se habló durante más de hora y media sobre finanzas; se dijo que antes las Jornadas eran una fuente de financiación para las sedes pero que ahora resultaban deficitarias.

“Deficitarias”, me quedé enganchada a esa palabra, ¿Significante?

Cómo puede calificarse de deficitario, un encuentro que te permite conocer en persona, a compañeros, a los que sólo has visto en la pantalla del ordenador. Que te da la oportunidad de charlar con calma con algunos de los docentes del SCF. Que te ofrece un momento para hablar con alguien que ya trabajó un caso que estás investigando.

Qué decir de ese café rápido entre Plenaria y Plenaria, en el que compartes el último suizo de la bandeja con una amiga. La emoción de compartir con otra amiga su primera presentación de un caso, en unas Jornadas y darle ánimo desde la primera fila con una sonrisa cómplice. La alegría de haber formado parte de la Comisión In situ, junto con un puñado de personas remando a favor de obra.

¿Cómo estipular el valor de la transferencia al trabajo y a la Escuela que genera un encuentro como este? Y todo esto multiplicado por los quinientos asistentes. Imposible hablar de déficit, estas Jornadas han generado un enorme beneficio.

Han pasado ya varios días de las XXII jornadas de las ELP y aún puedo sentir su eco. Eco de satisfacción por el disfrute de las jornadas en sí mismas; por el reencuentro con los colegas de otras comunidades; por el trabajo orientado por la causa analítica; por la satisfacción de sentirse menos solo y sentir el lazo que nos une en el complejo camino del psicoanálisis; pero, sobre todo, por sentirme un poco más despierto y causado por el encuentro.

Recuerdo la intervención de un colega en la asamblea previa a las jornadas acerca de Chat-GPT. Decía algo así como que esta aplicación sabe todo acerca del chiste pero que aún no sabe contarlos. Me parece que más que contar un chiste, lo que aún no puede hacer esta IA es reír, porque para eso hace falta un cuerpo.

La IA y en general los modernos artilugios de la técnica sirven al parlêtre para amueblar su cómodo y plácido adormecimiento fantasmático acerca de las preguntas que no tienen respuesta. Preguntas que nos confrontan con el vacío de lo que no hay y que sin embargo el psicoanálisis después de Lacan nos ha mostrado que el obturarlas o taparlas suele ser mucho peor.

El parlêtre se despierta de su sueño para seguir soñando en su océano metonímico de interpretaciones y sentidos, y es por esto que frente a este enredo lenguajero, el psicoanálisis de orientación lacaniana busca el despertar del soñante. Esto es precisamente lo que me han dejado estas jornadas. Un encuentro con el trabajo y con el deseo que me tienen un poco más despierto que ayer, y ya mirando hacia el próximo congreso de la AMP.

¡Ahí vamos!

“Estamos sordos en la voz”. Si hablamos es para acallar la voz. Para escucharnos precisamos un análisis. La palabra dicha, nacida del malentendido, produce un eco, que resuena en el cuerpo y lo golpea, produciendo un efecto nuevo. Son esos retoquecitos en el análisis los que dan una patada a la lengua para que el inconsciente avance hacia lo real.

Aunque he ido a otras jornadas nacionales, estas jornadas han tenido un efecto de renovación en mí. No solo por el encuentro presencial con colegas de mi comunidad, sino por la presencia de otros a los que conocía solo de manera virtual. Aunque la causa analítica es singular en cada uno, en las Jornadas sentí que el deseo también es contagioso, y la vida de Escuela también supone transferencia de trabajo. A veces cuando uno se pierde, te encuentras en el deseo del Otro.

Una conversación casual me señala el camino: una colega que buscaba asiento me preguntó si el que estaba a mi lado estaba ocupado, le dije que no sabía, y ella contestó, “bueno, quien se fue a Sevilla, ya se sabe”. Esta frase dejó un eco en mí: no es tiempo de perderse, es hora de subir al tren. Próxima parada, Sevilla: las Noches del Directorio Ampliado.

Las jornadas 2023 de la escuela han sido geniales, encuentros vivificantes, ¡dan ganas de más! Moderno, vivo, actual, con mira al futuro. Un placer seguir aprendiendo y haber estado ahí. ¡Seguimos!

En estas jornadas me abrí a los decires.  Hice un experimento, darle preeminencia al objeto voz y a la palabra, sin notas, sin filtros ni prejuicios.  La experiencia de recepción, apertura del cuerpo como caja de resonancia, fue un sí, alojado y dirigido hacia el lugar donde se convoca el deseo de hacer y de saber.

Entre las muchas reflexiones compartidas de estos días, una que me ha tocado especialmente

es que la censura no es solo la prohibición del hablar y del decir sino, también, obligar a hacerlo, sobre todo si se busca que sea de una manera determinada y unívoca.

Otro encuentro propiciado por la ELP que deja marca, huella. No es inocuo reunirnos para renovar la apuesta por la causa analítica. Las presentaciones de casos en las mesas simultáneas de la tarde del sábado, además de resultarme muy interesantes me dejan pensando en el carácter singular de nuestra práctica. Me quedo con el coraje de cada analista por intentar hacer transmisible lo irrepresentable de la cura en cada caso, la sostenida decisión de apostar por una interpretación que apunte al sujeto, siempre y cada vez, y la generosidad de exponer su quehacer en transferencia destituido de un lugar de saber. Estas jornadas me confirman la sospecha de que el psicoanálisis no se hace solo, ni está ya hecho, sino que es necesario relanzarlo, haciendo lazo con otros, una y otra vez.

¿Qué lugar para la palabra hoy? ¿Qué del porvenir del psicoanálisis? Cuántas cuestiones en estas apasionantes XXII jornadas. Recojo en este flash 1) Una lectura de la época: a más Yo menos sujeto y por tanto más pulsión de muerte. 2) Una causa: sostener la relación con el inconsciente para disfrutar la vida y las relaciones de una manera más digna. 3) Dos enseñanzas:

El arte en su acto evoca un decir (bellísima mesa la de los artistas). Y que, quizá una clave para que el psicoanálisis siga vivo es que no tenga éxito, en tanto el inconsciente apunta a lo imposible de decir justo porque se quiere, a lo siempre equivocado del significante, al error. No va del logro, sino de lo que no funciona. ¡Gracias a todos por el fin de semana!

Me es muy difícil cernir cual fue el espacio, la mesa, el dialogo, la frase, la puesta en escena que más me gustó de estas jornadas. Me he quedado con frases que siguen resonando todavía sin un orden, pero si abren rutas para empezar trabajos. Las bellas frases de los poetas como “La metáfora frustrada” o “cuando se habla siempre se redunda”. Siguiendo la frase que sonó en el espacio vivo de las jornadas sobre un paciente “En la guerra es mejor estar del lado de los vivos”, o la frase de la paciente niña que le preguntaba a su analista “¿Puedo decirte tonterías?”. Hubo otras que se me han quedado dando vueltas y que seguro van a tener un segundo momento para autorizarse a tener una nueva vida.

Jornadas “lo que hablar quiere decir”: Merece ser dicho en pocas palabras, En-hora-buena a los que hablaron diciendo, a los que escucharon sin ruido, a los que bailaron el silencio y los que alojaron la diferencia por decir. Incalculable el esfuerzo si la co-misión-es: seguir deseando para poder decir…

Algunos podrían pensar que a las Jornadas se va para escuchar un saber y salir con más claridad que la que tenían antes de ir. Y en varios casos puede ser, pero yo salí con una sensación de apertura, con un signo de interrogación. Preguntas acerca de la verdad y lo que resuena en lo que decimos, qué relación tiene el decir con lo que somos y con el silencio.

Respecto a esto, escuchar a Pablo Rosal hablar sobre la voz tuvo un efecto muy conmovedor en mí. Explicó que el sonido que producimos es un accidente debido a una serie de tubos y válvulas en nuestro cuerpo, y agregó: “Si la voz es un accidente, intentar escuchar al máximo su accidente, intentar ser el menos obstáculo posible para entender qué es este accidente que nos habita”.

¿Y qué es un tubo sino un espacio vacío constituido por un borde? Sin ese vacío no habría voz. Lo contemplo como un lugar de construcción, de lenguaje que puede armarse y atravesarnos, la invención de lo que somos a partir del agujero. En definitiva, el vacío y la invención como dos caras de la misma moneda. Sigamos escuchando el accidente.

Tras asistir a las jornadas, resaltaré lo que a mí me toca, empezando por el encuentro entre colegas y la posibilidad de conversación, saludar, abrazar y poner el cuerpo a los que a través del Zoom ya nos veníamos encontrando.

Es mucho lo que de la transmisión de esas jornadas me traje a mi Málaga, pero como hay que quedarse con eso particular que me tocó, os compartiré algunas de mis notas, que al oírlas no pude evitar escribirlas.  O mejor mi propia reflexión sobre todo lo percibido y que quedó resonando.

En una época donde a través de distintas plataformas podemos encontrar los remedios a los distintos malestares y de una manera exprés ¿qué lugar tiene el psicoanálisis? A mi parecer, creo que más que nunca ese lugar hay que hacer lo posible, para que se devenga, ¿cómo? justamente desde lo particular de cada uno, apuntando a la escucha de esa segunda potencia, leer lo que se dice, lo que está escrito, de lo que nos hablaba Mercedes de Francisco, en la que algo podamos capturar, y acompañar desde el embrollo al escollo, ese escollo en el que poder sostenerse desde un lugar mucho más amable y viviente.

¿Pero cómo procurar ese devenir?, ¿cómo colocarse en ese lugar de analista? en primer lugar desde el análisis propio, en el que uno se escucha a sí mismo y trabaja para que sus fantasmas sean advertidos y no sean depositados en el analizante; en segundo lugar y no menos importante, mediante el control, donde uno va a lavarse las orejas, porque es inevitable que esas orejas se ensucien todo el tiempo. Eso me quedó resonando, y la responsabilidad que a cada uno nos habita en seguir conversando y avanzando en lo nuestro particular.

Nos vemos en las próximas jornadas.

Hay algo muy peculiar en este oficio de la escucha desde la posición analítica, y es que uno se puede perder en los discursos contemporáneos como el de eficiencia y otros lugares comunes, pasando a escuchar un redoble de su sentido en el que se difumina cualquier efecto de peso, de densidad, de 3D (como dijo Mercedes de Francisco durante las jornadas) que pueda tener la palabra de un paciente.

Estas han sido mis primeras jornadas de la ELP, y valoro mucho el haber asistido ya que la disciplina del psicoanálisis necesita de un contacto con la realidad constante, una sacudida del propio fantasma que le deje a uno una sensación un tanto fresca. Así viví muchas de las intervenciones de las jornadas, tanto de ponentes como de asistentes y de corrillos en los pasillos.

Me atraparon espacialmente las palabras de Omaïra Meseguer, referidas a “Lavarse las orejas” y “empujoncito a la lengua”.

El segundo día de las jornadas hubo que asistir con ojeras, ya que los compañeros organizaron una fiesta en la que también se pudo comprobar lo vivo de la escuela. Aún con ojeras posadas sobre los rostros, estos se conmovieron y sorprendieron con la inclusión de la perspectiva sobre las palabras de otras disciplinas y la maravillosa pieza teatral de Pablo Rosal.

En definitiva, una experiencia muy gratificante y que sin duda repetiré.

Si, eso fue para mí, ¡un flash!

Hay un antes y un después de estas jornadas. Hasta ahora, a todas las anteriores, en distintas ciudades, Zaragoza, Barcelona, Madrid…siempre fui como espectadora/observadora. Es après coup de estas últimas, cuando me doy cuenta de que estaba en posición bastante pasiva y hasta demandante, era como un “¡¿a ver qué me dan?!”, en este caso muy acorde al título “a ver qué me dicen”.  Lo que ha cambiado es precisamente esa posición, esta vez fue más bien un “qué puedo dar yo”, cosa que insospechadamente me puso muy, pero que muy en marcha.

Manos a la obra, en muchos sentidos, tanto como parte de la comisión in situ, como con la suerte de haber sido seleccionada para presentar en las simultáneas, ¡ah!, ¡esto sí que ha sido otra cosa!

Si bien estar al tanto de los por menores y por mayores (que algunos hubo!) de antes, durante y después de las jornadas no te permite enfocarte tanto y desde luego no exclusivamente si quisieras, en las presentaciones, conferencias, plenarias, simultáneas…etc, sí es un estar ahí en mente y cuerpo comprometidos en aportar y facilitar en todo lo posible a la organización y desarrollo de esos tres días, lo que ha conseguido que estas jornadas pasaran por mí y ya no yo por ellas. El yo quedó fuera de juego, que fue más bien un moi (con toi!) haciendo lazo con los otros y con la Escuela.

Como muy bien pude escuchar en el comentario que me hiciera al día siguiente de las jornadas Carmen Cuñat: “es que, eso, es hacer Escuela

¡Y yo que me jactaba de ser una éxtima outsider!. Hoy me reconforta y emociona un gran agradecimiento por los lazos y abrazos con mis colegas y con nuestra Escuela.

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